Para contrarrestar las críticas del macrismo, el alcalde les pidió a sus colaboradores que levanten el perfil y defiendan su apuesta por un modelo dialoguista
Con el objetivo de apuntalar su proyecto presidencial y dar batalla en la discusión por la identidad que se aceleró en el seno de Juntos por el Cambio, a partir de la irrupción del libertario Javier Milei, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, mueve las piezas en su rompecabezas.
Cuando falta más de un año para las elecciones de 2023, el alcalde porteño puso en marcha un plan para defender ante la opinión pública su apuesta por un modelo dialoguista y su intención de armar un gobierno con el 70% del sistema político. Atento al estancamiento de su imagen -sigue siendo el mejor evaluado, pero cayó por tercer mes consecutivo, según la encuesta de Poliarquía-, Larreta dosifica sus intervenciones mediáticas, toma distancia de los conflictos internos y elude mostrarse como presidenciable para evitar que su figura sufra un mayor desgaste, ante la creciente crispación social con la clase política.
Pero, a sabiendas de que debe nacionalizar su proyecto y mostrar un equipo con volumen para posicionarse en la carrera presidencial, el jefe porteño les pidió a sus colaboradores más estrechos que levanten el perfil, exhiban los ejes centrales de su gestión en la Capital y, sobre todo, salgan a respaldar su modelo de construcción política, que no solo es blanco de críticas de Milei, sino que también sufre el “fuego amigo” del ala dura de Pro. En rigor, Larreta quiere exhibir sus credenciales para gobernar y asociar a Milei y las opciones extremistas con experiencias turbulentas en otros países, como Donald Trump (EE.UU.) o Jair Bolsonaro (Brasil).
Tras una cumbre de la mesa chica del larretismo en la sede de Uspallata en la que se habló sobre la necesidad de “ocupar espacios” para no perder terreno frente a los “halcones” y los libertarios, el alcalde habilitó el armado de una tropa de doce espadas mediáticas de la Ciudad. En la lista de nuevos voceros de Larreta están sus principales laderos y armadores políticos; la vieja guardia que lo acompaña desde su paso por el extinto Grupo Sophia, su think tank, y nuevas incorporaciones del gobierno porteño.
La nómina que diseñó Larreta está encabezada por su exvicejefe Diego Santilli, su carta para pelear por la gobernación de la provincia de Buenos Aires en 2023. Desde ahora, Santilli se sacará el traje de armador nacional y se abocará full time al armado bonaerense, pero mantendrá una silla en la mesa que construye la candidatura presidencial de Larreta.
Al frente del grupo también aparecen Felipe Miguel, jefe de Gabinete; Soledad Acuña, ministra de Educación; Fernando Straface, secretario general y de relaciones internacionales; Fernán Quirós; titular de la cartera de Salud; Jorge Macri, ministro de gobierno; y Julia Pomares, la jefa de asesores de la Ciudad, quien diseña una narrativa para el proyecto larretista. En ese pelotón hay tres funcionarios que intentan acumular capital político para ganar terreno en la pulseada por la sucesión de Larreta: el primo del expresidente, tanto macristas como larretistas dan por descontado que irá por el sillón porteño; Acuña, una de las integrantes del círculo de confianza del alcalde que ganó terreno con el conflicto por la presencialidad escolar, y Fernán Quirós, una figura ascendente en el Gabinete de la Ciudad desde que arrancó la pandemia de coronavirus.
En el scrum de escuderos mediáticos y políticos del larretismo también figuran los diputados nacionales Álvaro González (CABA) y Silvia Lospennato (Buenos Aires); la senadora Guadalupe Tagliaferri; y el vicepresidente primero de la Legislatura porteña, Emmanuel Ferrario, una de las apuestas de Larreta en las últimas elecciones. Completa la nómina de voceros políticos de Larreta el exjefe porteño Jorge Telerman, quien asumió como director del Teatro Colón en marzo pasado.
El plan de Larreta y su equipo de estrategas, donde tiene ascendencia el secretario de Comunicación porteño, Federico Di Benedetto, es que los “doce apóstoles” de la Ciudad refuercen los lineamientos del proyecto presidencial del alcalde. “Más allá de la decisión de no confrontar, tenemos que ocupar espacios”, dice uno de los doce escuderos.
Buscan subrayar los ejes de la gestión de la Ciudad, cuestionar la viabilidad de los planteos de Milei y apuntalar la propuesta de Larreta. Por caso, Acuña salió hace unos días a confrontar con Milei por el rol del Ministerio de Educación, o Straface aclaró que la apuesta de Larreta por edificar un gobierno con un 70% de sustentación excluye a Sergio Massa, amigo del alcalde. Un mensaje en clave interna.
Una de las críticas que le hacen a Larreta sus socios en el ala moderada de Pro y la UCR es que se sumergió en la gestión y no capitalizó el triunfo electoral de la legislativas pasadas -sobre todo, tras haber apostado al enroque de candidatos que generó enconos internos- y le “regaló el relato” a Macri y Patricia Bullrich. Los laderos del alcalde, en cambio, sostienen que no si asumiera un mayor protagonismo, tensionaría a la coalición y atentaría contra la unidad.
Macri recibió a Soledad Acuña, ministra de Educación de Larreta
Mientras Macri juega a fondo para resaltar la esencia de Pro, para evitar filtraciones del ala dura y evitar que la identidad del partido que fundó hace casi veinte años quede diluida en una coalición cada vez más heterogénea, Larreta redobla su apuesta por terminar con la grieta y alejar a Juntos por el Cambio de los extremos del macrismo duro, para ampliar a Juntos por el Cambio y sumar desencantados. “El Pro nunca fue antipolítica”, repiten en la cúpula de la Ciudad. En el entorno de Larreta creen que Macri tensiona para condicionar: “Está forzando a que la coalición cambie”, estiman.
Para contrarrestar las críticas de Macri o Bullirch, quienes sugieren que el plan de Larreta trabaría cualquier reforma y mantendría el statu quo, los larretistas emplean nuevas retóricas: machacan que el plan del alcalde no se sostiene en la “rosca” o los acuerdos corporativos, sino en el objetivo de hacer sostenible el programa económico y avanzar con transformaciones de fondo. Argumentan que el próximo gobierno tendrá que apostar por un modelo de “pacificación”.
“No se trata de juntar dirigentes de manera circunstancial o transaccional, sino de construir un mandato social que una mayoría abrumadora del sistema político pueda expresar”, remarca Straface.
En paralelo, Larreta busca apaciguar las tensiones y preservar el vínculo con la UCR y la Coalición Cívica, la fuerza de Elisa Carrió. Larreta está convencido de que para llegar a la Casa Rosada, necesita blindar la unidad de la coalición opositora y evitar una fisura.
Por Matías Moreno
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