Fue creada en 1964 para controlar el tránsito y resguardar el patrimonio de la comuna. Llegó a tener 200 efectivos armados que se regían por el estatuto de la Bonaerense. Se sostenía con presupuesto local. En 1974, se disolvió
En 1973, durante una sesión del Concejo Deliberante, el hoy secretario general del Sindicato de Trabajadores Municipales abrió bruscamente la puerta del recinto e increpó en voz alta al público presente. Había escuchado un estruendo. Oyó el tiro del arma de un dirigente del gremio de la construcción que mantenía una acalorada discusión con un cuerpo de ediles por el complejo hotelero del Bristol Center.
Por entonces, y por orden de la jefatura del destacamento que funcionaba en la actual sede de la Dirección de Tránsito, Gilardi era el vigilante encargado del Concejo. Antes había realizado tareas en el Matadero municipal.
El referente gremial relata su experiencia a El Atlántico y ensaya una comparación entre aquel cuerpo de Policía y el proyectado en este nuevo siglo, y en los últimos días, por el intendente Gustavo Pulti.
“No hay punto de encuentro entre aquello y esto. Los momentos son distintos, la situación social es diferente, los niveles de violencia son disímiles. Nosotros teníamos otras funciones de las que hoy se quiere dotar a ese cuerpo de seguridad. Yo creo, sinceramente, que ni como referencia se puede tomar a la experiencia de Policía Particular. Fue, en todo caso, la primera Policía del Estado municipal”, sentenció Gilardi.
Frente a la disolución de los destacamentos comunales, a quien el Gobierno bonaerense de la época calificó de “fuerzas parapoliciales”, en 1974 Gilardi se incorporó a la planta municipal; lo hizo como empleado del área de Tránsito. Otros compañeros optaron por la indemnización o por la integración a la Policía Bonaerense. Hasta 1988 del tema no se volvió a hablar.
Pese a los intentos del Socialismo y de la Unión Cívica Radical, que a fines de la ‘80 y principios de los ‘90 presentaron proyectos para reflotar la operatividad de la Policía Municipal, aunque con otras características, ninguna nueva chance tuvo este cuerpo de seguridad.
PRIMERA y ÚNICA EXPERIENCIA: 1964-1973
Por ordenanza, el 1 de abril de 1964, el Concejo Deliberante autorizó al Departamento Ejecutivo “a convenir con la Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires (que comandaba Juan José López Aguirre) la creación del Destacamento Policial Particular de la Municipalidad, de acuerdo a los términos del decreto 10.872 de 1960”.
En el mismo documento, el cuerpo legislativo aclaraba que el personal contratado “cumpliría las funciones que por esos años tenía la Policía Municipal de Tránsito”, que en 1974, disuelta la Particular, volvería a existir con tal denominación.
El acuerdo con López Aguirre establecía que los efectivos estaban “bajo la directa y continuada supervisión de la seccional Primera de Policía”, pese a que el destacamento funcionara en Libertad casi 20 de Septiembre.
La primera camada de uniformados -que vestía igual que la Policía Bonaerense, según Gilardi- estaba compuesta por 20 agentes, 4 cabos y un oficial inspector. Así consta en la resolución que el 17 de marzo de 1964 rubricaron, a la espera del aval deliberativo, López Aguirre y el Ejecutivo de Lombardo.
A sabiendas de que se convalidaría la creación de la fuerza, el Municipio impulsó, mediante difusión en diarios y radios, la convocatoria de ingreso al cuerpo policial.
Durante marzo, tres publicaciones de El Atlántico especificaron los requisitos para agentes (“35 años como máximo y 6º grado completo”) y oficiales (“mínimo 5 años en servicios de seguridad de la Policía Federal o Provincial, con 50 años de edad como máximo”).
“Altura mínima para ambos casos: 1,65 mts. Inscripción hasta el 31 de marzo de 1964. Demás informes: Dirección de Personal, Planta Baja del Palacio Municipal”, se completaba el aviso de convocatoria a una fuerza que supo tener cinco grúas y un Ford Falcón como flota vehicular permanente.
Para el 12 de junio ya estaban confirmadas las designaciones. Con el correr de los años, más personal se incorporó. La Policía municipal llegó a tener “doscientos y pico de trabajadores”, según recuerda hoy Gilardi.
La ordenanza 2151, del 9 de abril de 1964, creó el presupuesto de gastos para la habilitación del Destacamento Policial Particular. En moneda nacional de la época, se convino “una asignación 3.000.000 de pesos”.
Con el personal seleccionado, los recursos garantizados y el aval del Concejo Deliberante, el intendente socialista, recientemente fallecido, firmó el decreto 1131. En él especificó las funciones del flamante organismo comunal: “Vigilar todos los inmuebles de propiedad de la comuna -plazas y paseos públicos-; fiscalizar el estricto cumplimiento de las disposiciones relacionadas con el tránsito dentro del Partido; prestar concurso cuando lo requieran las distintas dependencias de la Comuna, especialmente aquellos procedimientos de clausuras y notificaciones que revisten carácter de excepcional”.
Tareas similares, sino iguales, son las que ejecutan los agentes de las áreas que componen actualmente la Subsecretaría de Control, dependiente de la Secretaría de Gobierno.
De todos modos, como señala la reglamentación, “los efectivos no se limitarán a un horario, sino que su deber de prevenir y reprimir el delito será permanente”. “Tendrán las mismas obligaciones y derechos que el personal policial de carrera con excepción de la estabilidad”.
Este régimen del personal de Policía Particular rigió para los 114 destacamentos que supieron funcionar en toda la provincia de Buenos Aires hasta agosto de 1974. En ningún caso, los efectivos de estas fuerzas estuvieron sindicalizados.
DADAS DE BAJA
Fue en 1936 que la Provincia creó por ley los destacamentos de Policía Particular. Lo hizo ante la aparente escasez de personal que impedía poder cumplir en forma normal los servicios de vigilancia en las dependencias municipales.
Así que por decreto provincial (10.872 del 21 de agosto de 1959) se ordenaron estos cuerpos armados “para la prestación de servicios de seguridad”. Por entonces, entre los argumentos bonaerenses, sobresalía el de “mantener estos destacamentos para redundar en beneficio de la Comuna, por cuanto se podrá contar con personal uniformado y armado en medida de las necesidades”.
En Mar del Plata, mediante la ordenanza 2141, se creó en agosto de 1964. Se especificó que el cuerpo reemplazaría al de inspectores de tránsito y paulatinamente también al de los serenos que vigilaban las oficinas municipales y al de los guardianes de las plazas.
Como el del Partido de General Pueyrredón, a nivel provincial funcionaban 114 cuerpos policiales. Todos desaparecieron a mediados de los ‘70.
Por “abusos en los destacamentos”, que fueron calificados por el Gobierno provincial de turno como “grupos parapoliciales”, en 1972 la ley 7934 “modificó el estatuto de la policía de la Provincia y en el artículo 85 se dispuso la disolución”. Por entonces, al mando de la gestión bonaerense estaba el gobernador de facto Miguel Moragues. Tras varias prórrogas concedidas por dos líderes peronistas, que gobernaron los dos años siguientes, dejaron efectivamente de operar el 31 de agosto de 1974.
En virtud de no dejar sin trabajo a los efectivos, se dispusieron tres modalidades de reubicación: el personal podía optar por incorporarse a la planta municipal, formar parte de la Policía Bonaerense o cobrar una indemnización por los casi diez años de servicio.
Frente a la disolución del destacamento, el Concejo Deliberante impulsó la creación del cuerpo de Policía Municipal de Tránsito. En el artículo 3 obligó al Ejecutivo a que la organizara “tomando como base de personal al de la Policía Particular”. Así fue que Antonio Gilardi, actual secretario general de los Trabajadores Municipal, llegó al área vial e inicio su carrera gremial.
INTENTOS FALLIDOS: 1988-1992
Casi 25 años después de su disolución, la Policía Municipal volvió a ser tema para la agenda política local de la mano del radical José Alberto Fernández y de los socialistas José Anastasía, Julio Alfredo Benítez y Juan Carlos Albert.
La primera acción, de una serie fallida, fue en febrero de 1988. El bloque radical, conducido entonces por Reinaldo José Cano, pidió “declarar la necesidad impostergable para el Partido de General Pueyrredón de crear un Destacamento de Policía Particular” con el objetivo de “custodiar el patrimonio municipal, el ordenamiento y control del tránsito vehicular y la apoyatura a los procedimientos municipales de fiscalización del uso de la vía pública”.
En esa época, según los fundamentos radicales, se habría multiplicado “la ocupación ilegal de vendedores callejeros con parada fija” y habría sido tangible “la falta de control vehicular y la inseguridad en la custodia de los bienes del patrimonio municipal”.
Para eso, Fernández propuso pedir a la Legislatura provincial la adecuación normativa pertinente. Esta iniciativa se archivó en mayo del mismo año.
Sin embargo, el debate se mantuvo en pie con el proyecto que a fines de abril ingresaron los socialistas. Ellos también le exigían al Congreso a través del Ejecutivo local. Según consta en el expediente 1193, pedían a la intendencia que solicitara a la Provincia que reconozca a los municipios de más de 100.000 habitantes la atribución para crear destacamentos propios de Policía.
Entre los argumentos, subrayaron el “incremento de los problemas de tránsito, la ocupación de la vía pública y la falta de custodia del patrimonio comunal”. “A pedir su creación nos empujan las consecuencias de no tenerla y las opiniones casi unánimes de que se debe reconocer a los municipios plena vigencia de una autonomía de segundo grado”.
Para agilizar los trámites, Benítez, Anastasía y Albert hasta le redactaron el proyecto de ley a Legislatura. Sin embargo, la propuesta socialista corrió la misma suerte que la radical; fue archivada en mayo de 1989, con dos reaperturas sin éxito: una a principios del ‘90 y otra a mediados del ‘91.
EL ANTEPROYECTO SOCIALISTA
A continuación se detallan sólo algunas de las características de la Policía Municipal que el Bloque Socialista de 1988 plasmó en un anteproyecto de ley sobre Destacamentos locales para toda la Provincia:
-Para ciudades con más de 100.000 habitantes o que certifiquen disponibilidad presupuestaria y organización.
-Los efectivos portarían armas y tendrían autorización para hacer uso de la fuerza, concretar allanamientos y proceder a la detención de personas y ponerlas a disposición de la Justicia
-Entre sus funciones, se le asignaba: custodiar patrimonio; ordenar el tránsito; realizar fiscalizaciones; velar por las buenas costumbres; colaborar con las policías nacionales y provincial y asesorar al Ejecutivo en estudios viales.
-Las Municipalidades se harían cargo de las cárceles locales de detenidos por orden de los jueces de Falta.
-Los uniformes y distintivos serían exclusivos de las policías municipales y bien diferenciados de las nacionales y provinciales.
-El presupuesto de la fuerza sería íntegramente municipal.
EN CONTEXTO
Juan Carlos Cordeu es un archivo viviente de la historia política municipal. A los 25 años, tras cumplir con el servicio militar, llegó al Concejo Deliberante de la mano de Jorge Lombardo, de quien fue secretario en el Bloque Socialista.
Hoy, y a días de cumplir 75, sigue frecuentando los pasillos del Palacio. Y ahí fue de hecho que Cordeu contó a El Atlántico las causas por las que el exintendente habría impulsado la fuerza Particular. Describió además el contexto para interpretar la diferencia “entre aquella seguridad y la de hoy”.
“El viejo Lombardo tenía la idea y convicción de que nada excedía al Gobierno municipal. Entonces, todas las áreas las podía desarrollar dentro de la gestión local. Él pensaba que había que incorporar tránsito y vigilancia en servicios municipales a través de una policía municipal. Por eso firmó el convenio para hacerlo dentro de las normas de la Policía. Pero ojo que el conflicto por la seguridad era muy distinto”, advirtió Cordeu.
En tal sentido, comentó que Mar del Plata “tenía una sociedad completamente distinta a la actual”. “No había más de 300.000 habitantes. Y descontá que los problemas sociales eran de otro tipo. Era una ciudad consolidada, no existían las villas, los barrios de emergencia, no había el boom de extensión actual en la periferia de la ciudad. Era otra cosa. No lo de ahora”, deslizó, mientras pispeaba “Mar del Plata 70”, el libro de las acciones políticas de las gestiones de Lombardo.
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