El Papa dialogó con Joaquín Giangreco y José Liebana, dos curas que integraban la pastoral villera que Bergoglio creó en sus tiempos de Arzobispo, y hoy están en Campo Gallo, Santiago del Estero. "Lo que más daño hace es la crítica destructiva", dijo
Un acontecimiento sencillo, como la llamada de un antiguo arzobispo a dos sacerdotes ordenados por él, y por él también enviados a trabajar en las "periferias", se convirtió en un acontecimiento de resonancia nacional y mundial desde que ese obispo es Papa.
En el estudio de la pequeña radio comunitaria de la parroquia de Campo Gallo, en pleno monte de Santiago del Estero, construida con ayuda de Jorge Bergoglio, dos sacerdotes, ex integrantes de la pastoral villera de Buenos Aires, recibieron el llamado del papa Francisco con quien dialogaron durante media hora sobre la piedad popular –respecto de la cual Bergoglio hizo algunas interesantes precisiones-, el espíritu del encuentro, la misión de la Iglesia, el sentido de la vida cristiana y el modo de despertar vocaciones sacerdotales. Al final, además de la bendición, el Papa no se privó de repetir el eslogan que, en broma, había improvisado uno de los sacerdotes: "Si 666 es el Anticristo, podemos decir que 99.9 nos lleva a Jesús", dijo Francisco, en alusión al punto del dial en que emite la radio de Campo Gallo.
"Tengo la convicción muy grande de que nuestro pueblo no se equivoca y adora solamente a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo -empezó diciendo el Papa-. Adora a Dios pero junto con esta adoración sabe que Jesús dejó a su Madre para que nos cuidara. Nuestro pueblo no adora a la Madre, la quiere, la honra, como todos honramos a nuestra madre. Sabe que Ella nos cuida, que está en el cielo y, adorando a Dios, al único que hay que adorar, también se deja cuidar por la Madre".
Apelando a una de esas expresiones coloquiales y criollas que tanto le gustan, agregó: "Nuestro pueblo no esguacho, tiene madre y es una de las cosas más bellas de la devoción a la Virgen, que no es adoración, sino cariño de hijos a su Madre".
"Este pueblo se une para adorar a Dios y para recordar a su Madre. Ese es el núcleo de la piedad popular latinoamericana", insistió.
"El hijo sin madre tiene el alma mutilada; un pueblo sin madre es un pueblo guacho, aguachado en soledad, en sequedad, sin la ternura que solamente da una mamá. Por eso se unen siempre las dos cosas en nuestra piedad popular: la adoración a Dios padre y el cariño, el respeto y la veneración, que no es adoración a nuestra madre porque no somos guachos", concluyó sobre este tema.
El padre Joaquín Giangreco le pidió entonces disculpas porque lo que iba a ser una llamada privada "se fue de mambo" y le avisó que había mucha gente en el estudio y muchos escuchándolo en la provincia y en el país. Y le pidió un mensaje tanto para los fieles, como para las muchas fundaciones y asociaciones que sostienen su tarea pastoral en la región.
"En la Iglesia, cada uno tiene una función, cada uno tiene un trabajo que hacer, una vocación", dijo Francisco. "A ustedes dos, Dios los llamó a irse allá, a dejar Buenos Aires que es tan linda, a dejar la familia, para acompañar a ese pueblo. Y hay mucha gente que sin vivir allá quiere estar con ustedes. A esa gente le agradezco. La Iglesia se sostiene con la oración de los fieles. Por la plegaria, por la misa", aseguró el Pontífice.
"A ellos mi primer agradecimiento. También a aquellos que se privan de algún bien para dárselo a ustedes". Para todos envió su cariño y saludo.
También dijo que quería mencionar a "dos grupos de personas a las que Jesús mira con gran cariño: los abuelos y abuelas y los chicos. Mi cariño, gratitud y bendición para ellos".
Cuando el padre Liébana le mencionó que hacía poco habían tenido lugar las fiestas patronales a las que asisten fieles no sólo de Santiago del Estero, sino de otras provincias cercanas, como Chaco, Salta, Formosa, Santa Fe, el Papa se explayó sobre el sentido de la peregrinación.
"El peregrino es una imagen de lo que es la iglesia, la iglesia es peregrina, Jesús fundó una iglesia en camino. Cuando la iglesia está quieta deja de ser iglesia: es una asociación civil, una iglesia en salida. Una doble salida: una salida a Dios, con la adoración y la oración, y otra hacia los hermanos para ayudarlos y acompañarlos, para cumplir las sobras de misericordia que Jesús mismo nos enseñó y que están en el capítulo 25 del Evangelio de San Mateo", explicó el Papa.
"El peregrino que visita un templo para gloria de Dios y para honrar a la madre, también subraya la vocación de caminar que tiene la Iglesia", agregó.
Y dijo que la Iglesia no debe cansarse nunca de caminar pero "no sólo a pie sino con el corazón, un corazón pergenio que siempre va más allá de sí misma". "El peregrinar que se hace una vez al año, hay que hacerlo todos los días con el corazón, hacia Dios, hacia la Virgen y hacia los hombres y mujeres más necesitados de nuestro pueblo", dijo.
Los sacerdotes también le preguntaron por la unidad y por la falta de sacerdotes, señalando especialmente que en esa región, donde ellos atienden a fieles dispersos en un radio de 500 kilómetros, la gente pide más curas.
"Siempre va a haber diferencias, va a haber peleas, pero hay que hablarlas. Y hablarlas con Dios. No hay que sacarle el cuero al otro. Lo que más daño le hace a la Iglesia, y a la Nación, es la crítica destructiva. Andar sacando el cuero. Eso no es cristiano", continuó.
Y en cuanto a las vocaciones,respondió: "Les digo lo mismo que dijo Jesús, recen para que Dios mande obreros a la mies; el corazón de Dios no es indiferente a la oración de su pueblo. A los jóvenes les diría que si sienten el llamado de Jesús, no tengan miedo, vean todo el bien que pueden hacer, el consuelo que pueden dar, todo el mensaje cristiano que pueden transmitir... No tengan miedo, la vida es para jugarla, no es para guardarla. Jesús dice que el que cuida demasiado su vida termina perdiéndola. La vida es para darla y así uno es fecundo si alguno siente que Dios le pide dar la vida en el sacerdocio, que no tenga miedo: hay que apostar a cosas grandes y no a pequeñas cosas"
Pero también dijo: "Y si Dios los llama a formar una familia, que sea grande, linda, con muchos hijos".
"Jesús es muy bueno -siguió diciendo Francisco-. Jesús nos quiere. Dios nos ama. Dios nos espera siempre. Dios no se cansa de perdonarnos. Sólo que seamos humildes y pidamos perdón, para poder seguir adelante. Dios nos hizo para que seamos felices. Dios nos acompaña. Cuando pasamos momentos de dolor, él los pasó primero. Y nos comprende de corazón".
"Pido al Señor que a todos los que están escuchando Dios los bendiga mucho, les dé fuerzas, les dé coraje de no dejarse robar la esperanza y sobre todo les dé una caricia y les haga sonreír", fue su despedida. Y a sus dos sacerdotes les dijo: "Que Dios los bendiga y pórtense bien".
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