La competencia política está lanzada, obviamente, porque las PASO serán más una encuesta que una confrontación, en la mayoría de los distritos, aunque en Neuquén se de la maravillosa paradoja de que fue el oficialismo nacional, Cambiemos, el que no consiguió una lista única, como los demás se esforzaron en hacer.
La maravillosa paradoja, dicen, no es tan maravillosa ni paradoja, sino una consecuencia de la habilidad del gobernante MPN de fomentar (literalmente) las divisiones en el campo contrario. El partido provincial no hace alharaca, pero no faltan quienes, desde sus filas, se atribuyen la escisión que se registró entre Ramón Rioseco y el kirchnerismo, así como la reciente presentación de la lista de Alejandro Vidal y Beatriz Kreitman en Cambiemos, para competir con la liderada por David Schlereth.
Como sea, llegar a las PASO y presentar competencia no está mal, ni debe deslegitimizarse. Para eso, precisamente, se inventaron las primarias, aunque después, la política argentina, que juega siempre al truco buscando engañar al adversario, se las haya arreglado para convertirla en una costosa encuesta que pagamos todos.
Igual, la competencia real se juega en las gestiones de gobierno, que van más allá de las palabras y suscitan mucho más preferencias o condenas entre el electorado que los discursos, que la gente escucha y lee cada vez menos. Esa competencia real se juega en Neuquén entre el gobierno de la provincia y el gobierno de la ciudad capital, fundamentalmente. El tironeo común es por el dinero que aporta el gobierno de Mauricio Macri, que va para uno y otro en proporción a la importancia. Cuando va para el lado del MPN, es Cambiemos el que rezonga mientras aplaude públicamente el hecho de que “por primera vez” hay un gobierno nacional que pone tanta plata en Neuquén.
Lo concreto fue que Omar Gutiérrez pudo hacer un anuncio muy fuerte, una inversión en escuelas y hospitales por más de 1,1 mil millones de pesos. Hacer 10 escuelas simultáneamente, con 70 por ciento de presupuesto aportado por Nación y 30 por ciento restante por el gobierno propio, es algo que no se había visto hasta ahora mismo. La intensidad por la gestión que ha distinguido a este gobernador de la “nueva camada” emepenista se confirma con estas cuestiones, y se observa también en las encuestas, donde el Gobernador aparece muy bien posicionado, liderando en imagen y en gestión de Gobierno.
Horacio Quiroga anda en los mismos menesteres. Concretará en un año más el Metrobus, que será un cambio trascendente para el transporte capitalino, un “subte a cielo abierto”, como le gusta decir a Guillermo Monzani. Y además, lo construirá adjudicando la obra a la empresa CN Sapag, que aunque no tenga vinculación formal con el MPN, se identifica por el solo nombre con ese sector partidario de larga hegemonía en el poder político y económico de la provincia.
Antes de fin de este año, además, sonará fuerte una propuesta concreta, que surgirá del Colegio de Ingenieros, y que se presentará como proyecto científico para conseguir el “vertido cero” de efluentes cloacales en los ríos. Esa propuesta concreta ¿será capitalizada por el quiroguismo o se la disputará el MPN, que suele dar batalla hasta en lo que no ha creído?
Quiroga también piensa avanzar rápidamente con la prolongación de la avenida Argentina hasta Centenario, para ofrecerla como opción de ingreso a Neuquén y que no colapse la ruta 7 a partir de la contribución de tránsito que le dejará el tercer puente, que se prevé inaugurar más o menos para la fecha de las elecciones, con fuerte pompa para el lado de la eficacia de Cambiemos con la obra pública demorada por años por el kirchnerismo.
Mientras todo esto suceda, el gobierno de Gutiérrez seguirá anunciando y presentando más obra pública, y además, inversiones en el área petrolera. El MPN ha trabajado duro para conjurar embates tramposos canalizados por la interna de la UOCRA, sustentados en la ansiedad social que despiertan las nuevas fuentes laborales que se abren a partir de las inversiones de la industria del sector de hidrocarburos en Vaca Muerta. Consiguió dominar esa movida, con paciencia, trabajo y alguna ayuda del propio Macri.
Ahora le espera otra temporada brava por el lado de los petroleros, con cierta inquietud ante la certeza de que Guillermo Pereyra enfrenta un problema serio de salud, y que es altamente probable que el sindicato deba ser conducido por la sucesión en la que juegan Marcelo Rucci, Ricardo Astrada, Daniel Andersch. Es un desafío también para el MPN garantizar que la coyuntura sea contenida y el río de pasiones por el poder no se desborde.
Metido como una cuña entre las movidas de gestión de gobierno de estos dos contendientes principales, aparece, con un tesón comunicacional notable, Ramón Rioseco. Su movida está clara: por el momento, estar pegado al MPN, para funcionar como su contracara. Allí donde va Chani Sapag, está o estuvo antes Rioseco con Mansilla. Para decir, generalmente, lo opuesto.
Así, se va llegando a la hora concreta de las campañas. Las que se harán con publicidad pagada por el Estado, distribuida proporcionalmente, con obligación de difusión en los medios audiovisuales.
Aún así, será raro que el pueblo se contagie con alguna pasión. Hace rato ya que la política no lo consigue, y este año, no parece ser la excepción.
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