La entidad renovará autoridades en mayo y hay puja por el perfil que tomará. Las grandes empresas son hostiles con el FdT y las pymes defienden el modelo.
Por Ariel Maciel
La Unión Industrial Argentina (UIA) deberá resolver quién será su presidente antes de que se desate la carrera electoral en el país para elegir al sucesor de Alberto Fernández. Si bien será parte del calendario habitual de renovación de autoridades, el hecho toma trascendencia debido a que se trata del sector más dinámico en la economía del Frente de Todos (FdT) y que, también, se reflejará como oferta en las urnas en torno al modelo económico. Lejos de una posición unívoca, la continuidad de Daniel Funes de Rioja o su eventual reemplazo comenzó a generar tensiones adentro y afuera de la entidad centenaria.
Si se mantiene el cronograma habitual, el presidente será elegido en mayo de 2023. Si bien cuando termina la conferencia industrial suele comenzar la danza de nombres y las conversaciones veraniegas para acercar las posiciones, el propio Funes de Rioja pidió, esta vez, un alto al fuego hasta marzo. El contexto es diferente al habitual porque en los papeles ya no existe ni el Grupo Industriales ni la lista Celeste y Blanca para negociar una opción de consenso, en torno al acuerdo de alternancia que existió durante la década kirchnerista.
El acuerdo en desuso sirvió para zanjar las disputas por el poder de la entidad empresaria más poderosa del país. Por un lado, estaba el Grupo Techint y el grueso de las pymes industriales; por el otro, la poderosa Coordinadora de Industrias de la Alimentación (Copal) y las grandes firmas como Ledesma, Coca Cola y Aceitera General Deheza (AGD), entre otras. La gran cantidad de votos que cuenta la Copal hacía inviable una competencia electoral y fue, entonces, que el expresidente Néstor Kirchner mandó enviados para lograr un consenso, de modo de evitar fricciones en las relaciones con el gobierno. Ese entendimiento se disolvió con la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada.
Las diferencias de intereses se mantienen, aun sin división de grupos, pero con protagonistas que cambiaron de vereda, como el caso de las grandes empresas Techint y Arcor, que ahora caminan de la mano de Ledesma, y que fueron determinantes en la elección de Funes de Rioja en 2021. Del otro, están las pymes que pujan por condiciones que, en muchos casos, chocan contra el poder de lobby que tienen los gigantes multinacionales. Si bien las grandes lo niega, las chicas confirman. Allí hay tensiones políticas que se mantienen de fondo, ya que el primer grupo mantiene una confrontación subterránea con el Gobierno o, al menos, con la pata kirchnerista del Frente de Todos; mientras que el segundo espacio es ferviente defensor de las medidas más vinculadas con la protección del mercado interno, la asistencia del Estado a las condiciones productivas y el contrapeso en las negociaciones en contexto de posición dominante.
El sector que representa a las grandes empresas logró, también, quedarse con el poder territorial de dos provincias clave: Córdoba y Buenos Aires. La Unión Industrial de Córdoba (UIC) y la Unión Industrial del la provincia de Buenos Aires (Uipba) endurecieron el discurso contra el Gobierno y un ejemplo quedó estampado en la última convención que se realizó en la provincia mediterránea, cuando hubo críticas a la intervención estatal, incluso con la presencia en la platea del secretario de Industria y hombre de la casa industrial, José Ignacio De Mendiguren, quien supo presidir la UIA durante las gestiones de Eduardo Duhalde y de Cristina Fernández de Kirchner. El funcionario, luego de ese mal trago, fue hasta la terminal de autos de la empresa Stellantis, en donde buscó contrarrestar la imagen. “¿Hay quejas por la ayuda del Gobierno?”, preguntó, irónico.
Entre los sectores de poder concentrado, el diálogo con referentes de Juntos por el Cambio (JxC) es habitual. Allí confían en que un retorno del macrismo, con o sin Macri en la Casa Rosada, sea con la industria adentro, saldados los viejos rencores que había entre la patria contratista de los ’90 que tuvo como figura indiscutible a Franco Macri, padre de Mauricio.
El grueso de las pymes, aunque con el guiño de algunas grandes como Aceitera General Deheza (AGD), que supo poner a Miguel Acevedo al frente de la entidad durante dos períodos, o la textil TN&Platex, de la familia Karagozian, recuperaron poder con el proceso de reconstrucción productiva desde la llegada de Alberto Fernández al gobierno en diciembre de 2019, luego de una crisis atravesada durante la gestión de Cambiemos.
Con ese empresarioscenario dividido entre reproches y respaldos a la gestión nacional, la UIA deberá definir su perfil de los próximos dos años en las elecciones que se realizarán poco antes de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). La forma en que la central fabril decida atravesar sus relaciones con la gestión albertista, en su último tramo que promete profundizar las urgencias económicas y productivas, será debatida desde marzo, aunque esas internas ya se hayan activado en el cierre de este año. La incógnita gira en torno a si se sostendrá el esquema de unidad, que se prometieron mantener luego de la caducidad del acuerdo de alternancia, o volverán a las urnas con planteos diferenciados. El Libro Blanco que promocionó Funes de Rioja intentó ser una señal de unidad.
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