El intendente transita un momento más calmo de su gestión y eso despertó las divisiones dentro de su equipo. La influencia de su gente de confianza, los enojos con los Pro y el papel del radicalismo.
El “mejor equipo” que presentó el 10 de diciembre en el Teatro Colón el intendente Carlos Arroyo sufrió en estos seis meses de gestión una purga importante y muchos ajustes. En estos meses el intendente tuvo que enfrentar crisis profundas por funcionarios envueltos en escándalos, renuncias y críticas feroces de la oposición.
Los malos momentos, dicen, sirven para unir a los equipos. Si no es así, al menos, sirven para disimular algunas diferencias cuando enfrente se vislumbra un adversario común y más importante. Hoy todos coinciden en que el peor momento de Arroyo y su gestión quedó atrás. Si bien todavía está lejos de lo que él mismo prometió durante la campaña, por estos días Arroyo encontró cierta armonía con varios movimientos en el gabinete y, sobre todo, con una relación más cordial con los gobiernos superiores que se traduce en ayuda directa para obras.
Así, después de estos seis meses, el municipio navega por aguas (un poco) más calmas y la tensión pública aflojó. Sin embargo, una vez que comienza a transitar ese camino surgen otras situaciones: las internas son cada vez más indisimulables.
Agustín Cinto llegó a Mar del Plata con rumores de intervención por parte del gobierno provincial y nacional. Lógicamente, siempre se desmintió esa versión, pero la idea sigue dando vueltas. El desembarco del joven del Pro, cercano a Horacio Rodríguez Larreta, coincidió con el nombramiento deGustavo Blanco como coordinador de Gabinete, y el empoderamiento deJuan Aicega, como hombre fuerte del macrismo en Mar del Plata, tras la caída en desgracia de Emiliano Giri.
Entre los tres, conformaron un bloque fuerte en el Ejecutivo municipal. Consiguieron imponer a Silvana Rojas en la Secretaría de Cultura (una decisión muy cuestionada) y a Ricardo De Rosa en Producción. Ganaron terreno y siguen incrementando su influencia en el gobierno municipal.
En las últimas horas estuvieron cerca de dar un nuevo paso sobre una de las áreas más cuestionadas por propios y extraños: la comunicación.Eugenio Dimier ya tenía las valijas armadas y les había anunciado a varios allegados en Mar del Plata que desembarcaba en la ciudad para asumir un rol clave en la comunicación. De hecho, mantuvo una reunión con el jefe comunal. Sin embargo, a último momento, su nombramiento entró en un impasse.
Fue el primer revés del grupo Pro en el Ejecutivo municipal desde que comenzaron a ocupar cada vez más casilleros. Y ese freno exhibe algo que en los pasillos municipales era un secreto a voces: otro sector del gabinete, muy cercano al jefe comunal, no está contento con el poder acumulado por Cinto y compañía.
Sin embargo, esos mismos que por lo bajo susurran críticas saben que hoy por hoy es indispensable mantenerlo adentro: Cinto abre las puertas en los gobiernos nacional y provincial que hoy le permiten al intendente Arroyo hacer anuncios y planificar obras para el municipio.
El núcleo duro del arroyismo hoy no ostenta cargos de relevancia, pero sí es en el que el intendente más se apoya a la hora de tomar decisiones, encabezado por su hijo Guillermo y su yerno Mauricio Loria. Y a pesar de no tener rol en las principales secretarías lograron ocupar una importante cantidad de cargos en segunda y tercera línea.
El radicalismo tampoco explota de alegría por el avance del Pro en el gabinete. De entrada, el partido histórico, con fuerte presencia en Mar del Plata, apostaba a convertirse en la pata principal de la gestión. Hoy, la presencia de los radicales en el gabinete parece firme: Alejandro Vicenteen Gobierno (aunque corrieron rumores de renuncia la semana pasada),Vilma Baragiola en Desarrollo Social, Guillermo De Paz en Planeamiento yEduardo Abud (Enosur). Sebastián Puglisi (Cultura) fue la única baja entre los correligionarios, mientras que el 1º de junio se incorporó Gustavo Schroeder, aunque el exsecretrio de Hacienda de Daniel Katz cuenta con el apoyo del núcleo duro del Pro.
En ese sentido, los radicales no corren mayor riesgo de perder los lugares que consiguieron en este tiempo. Sin embargo, su plan expansionista parece haber quedado trunco. Mario Rodríguez, desde su banca en el Concejo Deliberante, se armó de una buena cantidad de piedras que arroja de tanto en tanto al despacho principal para pedir diálogo y participación dentro del esquema de Cambiemos.
Hay otro factor que agranda la grieta en el gobierno municipal: Aldrey Iglesias. A pesar de que bajó el nivel de conflicto y tensión, Arroyo mantiene fuertes diferencias con el dueño del multimedios La Capital. En su entorno aseguran que el intendente mantiene una visión negativa acerca de la influencia que el empresario tiene en Mar del Plata. Y está dispuesto a recortar esa influencia. Sin embargo, cada vez son menos los que lo apoyan en esa patriada. Algunos nunca estuvieron de acuerdo en el modo en que el jefe comunal encargó esta disputa, pero todavía se mantienen a su lado. El grupo Pro, en cambio, optó directamente por desairar a Arroyo y mantiene un trato fluido con Aldrey y su multimedios, algo que se evidencia en las páginas.
“Aunque ellos (no los nombran) tengan una buena relación con el ‘Gallego’ jamás será al mismo nivel de lo que era con Gustavo (Pulti)”, se defienden cerca del intendente. Pese a la justificación, las miradas de reojo y los celos están a la orden del día en un palacio comunal en el que las internas cada día se filtran más por sus pasillos.
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