Sonó mal en los oídos sindicales el martillazo que pegó sobre su estrado el juez neoyorquino Thomas Griesa, obligando a la Argentina a pagar 1.300 millones de dólares a un elenco de fondos buitre. Casi todos se apuntan para salir a pegarle al octogenario magistrado del distrito sur de Nueva York, encasillado en el papel del malo de la película que funciona a control remoto del sistema financiero internacional.
En cualquier caso, con su sentencia, Griesa lo hizo: las cinco centrales de trabajadores han encontrado un motivo para hacer causa común. Previsible, la CGT de Caló se despachó con una solicitada en defensa del Gobierno en la que hasta "los monopolios mediáticos" aparecen en el banquillo, acusados de priorizar la especulación por sobre la producción y el trabajo. Las dos CTA, en su línea, ponen en duda la legitimidad de la deuda y hasta la misma conveniencia de pagarla.
Incluso el espacio opositor que comparten Moyano y Barrionuevo se mostró contrariado con las novedades made in USA. El camionero también prometió una solicitada propia, que se demora como la cocción a fuego lento. En un punto se entiende la tardanza: se hace complicado sacar una declaración de apoyo a una administración a la que quieren hacerle un nuevo paro general de actividades, el mes próximo, por su intransigencia a corregir el impuesto de Ganancias sobre los salarios.
"Primero que nada está la Argentina. Yo no digo unirnos, pero sí debemos estar todas juntas las organizaciones gremiales en una instancia tan delicada como esta". Esto dijo a Infobae el jefe del gremio de conductores de locomotoras (La Fraternidad) , Omar Maturano, que tiene la particularidad de ser una pieza determinante de la CGT opositora, aunque nunca abandonó formalmente su espacio en la central kirchnerista. Idéntica situación a los colectiveros de Roberto Fernández, de la UTA.
"La Asociación Bancaria está con la unidad", es la posición oficial del secretario general, el radical Sergio Palazzo, para darle pelea a los intereses carroñeros. Se trata de un gremio que el Gobierno computa como propio, pero que hoy está en alerta naranja por, entre otros motivos, la negativa del Ministerio de Trabajo a reincorporar a 34 trabajadores de la Caja Popular de Ahorros en Tucumán y a otros dos de Buenos Aires por "razones estrictamente gremiales".
Los que más se entusiasman con la unidad agitan el parche con la oportunidad que les presenta la cita del 26, 27 y 28 de mes, en Mar del Plata, en ocasión de la Semana Social que organiza la Pastoral Social Nacional. "Lo único que va a dejar ese encuentro es una foto, sólo eso", pincha el globo uno de los dirigentes que más influyen en las decisiones del camionero.
Cualquier paso en serio para ver concretada la idea de una sola CGT –como alientan las jerarquías de la Iglesia Católica– demandaría la renuncia automática de Moyano y Caló a continuar al frente de los dos centrales, como ya anticiparon en vano los involucrados decenas de veces. Pero ya se sabe: es más fácil que renuncien a sus coronas monarcas y pontífices a que lo haga un sindicalista argentino atornillado a un sillón.
Pero habrá que darles un crédito a los que imaginan una intervención manifiesta del papa Francisco, dicen, en favor del reagrupamiento. Si Bergoglio logró juntar a rezar en los jardines del Vaticano a los líderes políticos de Israel y de Palestina, la unidad sindical podría ser una empresa más factible. Está por verse.
Lo que está visto es que ninguna de las cinco centrales tiene nada previsto para rememorar el primer día de julio el 40 aniversario de la muerte de Juan Perón, el hombre que caracterizó al sindicalismo como "columna vertebral" de la Nación, además de darle contenido y participación.
Las muestras de solidaridad se dan de cabeza cuando aflora el malestar de todos los sectores por "el impuesto al trabajo"; un reclamo que la administración K ignora olímpicamente, vista la inexistencia de señales por elevar los mínimos imponibles de Ganancias. La protesta es unánime, pero la conclusión –también unánime– es que "el Gobierno necesita los fondos" para sostener sus arcas más o menos saludables. La Asociación Bancaria, que también pelea por no ver fagocitados aguinaldos enteros, propone una reforma tributaria, que ponga blanco sobre negro.
"Del país se fugaron unos 200 mil millones de dólares, plata con la que se podrían hacer algunas cositas... Tiene que terminarse esto de que se salvan siempre sólo los grandes capitales", dicen en el gremio bancario que está semana tendrá un congreso nacional ordinario, donde se debatirá el endurecimiento de un plan de lucha, hoy en vigencia.
También se espera para esta próxima semana una definición de la paritaria de los camioneros. Las cámaras patronales, que se resisten a convalidar el 40 por ciento que exige Moyano, se mantienen en la tensa espera de posibles medidas de fuerza por parte del gremio que conduce uno de los candidatos a la presidencia de Independiente. Seguro que Barrionuevo puede contarle cómo le resultó a él la experiencia de seguir ligado al sindicalismo mientras presidía Chacarita.
En cambio, la sangre no llegó al río en la negociación salarial del gremio de la Alimentación, que al final cerró en un 35 por ciento; de los mayores porcentajes que se hayan conseguido hasta acá. Los cuatros gremios ferroviarios, que negocian en equipo, siguen sin ponerse de acuerdo con Noemí Rial, la número dos de Trabajo.
El barómetro, mientras, indica vientos huracanados en el gremio de Luz y Fuerza, una organización obrero-patronal que estuvo siempre en la vidriera, junto con Comercio y con Sanidad, hasta que vivió Oscar Lescano, el más gordo de los ex gordos. El estilo prolijamente silencioso de su sucesor Rafael Mancuso, parece haber encontrado oposición en la figura del independiente Guillermo Moser, secretario general del Sindicato de Luz y Fuerza de Mercedes y actual subsecretario general de la Federación lucifuercista. En octubre, cuando el gremio renueve autoridades, podrían protagonizar un inédito duelo electoral.
Comentá la nota