Grecia amenaza con provocar un nuevo terremoto en la UE

Grecia amenaza con provocar un nuevo terremoto en la UE

Como ocurre a menudo desde hace cinco años, Grecia se balancea otra vezante el abismo y Europa entera contiene la respiración.

Los comicios anticipados en los que se elegirá mañana el próximo gobierno del país tienen en alerta a los mercados, reavivan la incertidumbre sobre el futuro del euro y alimentan la expectativa de un giro político de impacto continental, con el posible ascenso al poder de fuerzas que resisten las recetas que se dictan en Bruselas y Berlín.

Los focos apuntan a Alexis Tsipras, líder del partido de izquierda radical Syriza, al que todas las encuestas colocan como favorito, con un apoyo de entre 30 y 35%. El actual primer ministro, el conservador Andonis Samarás, se ubica entre 5 y 10 puntos por debajo.

"La democracia vuelve a donde nació. Necesitamos autonomía para terminar con las órdenes extranjeras", dijo anteanoche Tsipras al cerrar su campaña. A su lado se paró el español Pablo Iglesias, líder de Podemos, uno de los partidos que sueñan con imponerse este año con la promesa de "impulsar un cambio de paradigma en Europa". También lo acompañaron delegados irlandeses de Sinn Fein, otra fuerza que se juega la posibilidad de gobernar en un país deudor del bloque comunitario.

A quien asuma el mando tras los comicios griegos de mañana, le espera una agria negociación antes del 1º de marzo para extender el programa de rescate financiero que mantiene a Grecia a flote desde 2010 a cambio de cumplir durísimas medidas de ajuste exigidas por la troika de acreedores formada por el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Tendrá un peso decisivo el nivel de apoyo del ganador. Los sondeos dejan abierto el escenario de un gobierno de coalición. El sistema electoral griego otorga un bonus de 50 bancas al partido más votado, por lo que la mayoría absoluta puede alcanzarse con poco más del 35 por ciento.

Syriza planteó en su campaña la necesidad de reestructurar la deuda (supera el 175% de su PBI), lo que incluiría una quita y ampliación de plazos, y terminar con los recortes sociales. "No respetaremos acuerdos firmados por predecesores -advirtió ayer Tsipras-. Aceptamos las obligaciones que derivan de la participación de Grecia en las instituciones europeas, pero la austeridad no forma parte de los tratados."

La troika descarta cualquier condonación y condiciona futuras ayudas a que se cumplan los compromisos de reducción de déficit, subas de impuestos y achicamiento del Estado.

En ese pulso, se concentra la expectativa de los mercados y de los gobiernos europeos. ¿Es posible una ruptura, que implique la salida de Grecia del euro, con sus impredecibles consecuencias para el resto de los socios? ¿Puede haber un acuerdo que suavice el costo social de la crisis?

"El apoyo al euro entre la población todavía es muy alto. Nadie quiere salir, y Tsipras, que se ha moderado, ya no habla más de ir por ese camino", señaló el politólogo griego Evangelos Liaras. "La cuestión no es si los griegos van a salir del euro, sino si los alemanes los van a echar."

El economista José Carlos Diez apuntó que el margen de rebeldía que tendrá el próximo gobierno será mínimo, más allá de la retórica electoral.

Por un lado, las autoridades europeas no tienen interés en otorgar una quita que abra reclamos de deudores de mayor tamaño. Por otro, una reestructuración unilateral llevaría a la quiebra al sistema financiero griego.

"Si el BCE les retira la financiación a los bancos, Grecia dura en el euro 24 horas. Una semana como mucho si se pone a emitir patacones como hizo la Argentina en 2001. Entonces empezaría la crisis de verdad", opinó.

Los analistas de mercado ven muy poco probable el famoso "Grexit" -la salida del euro- que tantos miedos despertó tres años atrás.

Ahora ven, en cambio, una moderación en los discursos más radicales de la política helena y también una leve ola de simpatía en los acreedores hacia una relajación de la austeridad.

Las autoridades comunitarias creen que el euro está ahora más firme que hace tres años para evitar un contagio si todo falla, pero presumen que las consecuencias de una ruptura tendría un impacto impredecible e indeseado.

El gobierno alemán -en un intento de debilitar a Syriza- llegó a filtrar que estaba dispuesto a dejar que Grecia se fuera de la eurozona. En Bruselas, causó estupor.

El BCE buscó inyectar confianza anteayer con el anuncio de un plan masivo de compra de deuda soberana de los países del euro. Sin embargo, decidió no incluir a Grecia, a la espera de las negociaciones del rescate.

LA ASPIRACIÓN DE PODEMOS

Con esa presión, un eventual gobierno de Tsipras no tendrá las mejores cartas para negociar la quita de deuda y el fin de los recortes. Entre otras cosas, porque en los organismos europeos tienen peso países como España, Irlanda o Portugal, cuyos gobiernos enfrentan en su casa a partidos de ideología similar a Syriza.

Podemos, por caso, deposita su fe en un éxito de Tsipras que le permita consolidar su liderazgo en las encuestas españolas. Y, a la vez, teme que un fracaso en la rebeldía griega contra el consenso europeo diluya sus opciones de llegar a la Moncloa.

"España es la cuarta economía del euro y Grecia representa apenas el 2%. Además es un país sometido a un rescate. Más allá de las afinidades, no puede pensarse en que lo que pase allí se replique en otros países", dijo a LA NACION Carolina Bescansa, que pertenece a la cúpula de Podemos.

Las miradas más optimistas sostienen que Tsipras podría obtener concesiones de los acreedores a cambio de aplicar estrictas reformas políticas, una de las graves cuentas pendientes del poder griego.

Para muchos analistas, la fragilidad institucional del país condenó al fracaso los intentos por revivir la economía griega pese a las inyecciones de más de 200.000 millones de euros en los dos tramos que tuvo el rescate.

Ayudaría a acercar posiciones el hecho de que el gobierno de Samarás cumplió en 2014 los objetivos de déficit y la economía salió de la recesión.

Lo hizo, eso sí, con tasas escuálidas para remontar la situación de un país que había llegado a registrar un 23% de desempleo y que, en los últimos cinco años, batió el récord de incremento de la pobreza y la desigualdad..

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