Condenado a 15 años por abuso de menores. El cura está acusado de hacerse llevar al penal donde está alojado donaciones que eran de su fundación.
Más de nueve horas estuvo sentado ayer Julio César Grassi (59) frente a la fiscal Adriana Suárez Corripio en los Tribunales de Morón. El cura está acusado de desviar donaciones de la Fundación Felices Los Niños y trasladarlas al penal de Campana, donde cumple una condena de 15 años de prisión por abuso de menores.
En esa extensa declaración indagatoria, Grassi respondió preguntas de Suárez Corripio, se defendió y apuntó contra el actual presidente de la Fundación, Juan Manuel Casolati, quien era director de Hogares de la misma institución en 2014, cuando realizó la denuncia.
Grassi, de 59 años, arrancó a declarar a las 11 de la mañana. Según confirmaron fuentes del caso a Clarín se refirió fundamentalmente a la administración actual y marcó supuestas irregularidades que ocurren hoy bajo la dirección de Casolati. “Se hicieron denuncias muy graves respecto de la administración y argumentó todo lo que dijo. Además lo acompañó con elementos de prueba”, contó la fuente consultada.
Esta nueva causa que enfrenta nuevamente a Grassi con la Justicia de Morón comenzó el año pasado tras una denuncia difundida el programa de Jorge Lanata.
De acuerdo a la investigación periodística, aunque estaba preso desde 2013, Grassi manejaba la Fundación Felices Los Niños e incluso desviaba hacia el penal de Campana parte de los alimentos donados.
“La verdad es que acá pasaba de todo. La comida desaparecía y mucha estaba en mal estado. Era un descontrol total”, dijo a Clarín Casolati.
En la indagatoria de ayer, el cura habría presentado pruebas que, según él, demuestran que el informe televisivo fue “tendencioso”. “El dice que la Fundación estaba preparada para 400 chicos y hoy hay 50 y es cierto que hay lugares en desuso. Pero en el programa de TV sólo se mostró eso y no los que se mantienen activos”, explicó una fuente. En ese sentido, los abogados del cura entregaron pruebas acerca de cómo estaba, según ellos, Felices Los Niños al momento del informe periodístico.
Además, Grassi contó que algunos de los alimentos que hizo llevar al penal de Campana eran donaciones que recibía él personalmente, como chorizos o lentejas. Y que los que pasaban por las donaciones y salieron efectivamente de la Fundación eran alimentos que se recibían, por ejemplo, del Mercado Central, y que se iban a pudrir porque sobraba para darle a los 50 chicos alojados allí.
Según su argumentación, cuando llegó a la cárcel, Grassi se impactó por la “desgracia, la pobreza y el hambre” que vio entre los presos allí y comenzó a cumplir la misma función que tenía afuera, adentro del penal.
El cura no fue el único en responder sobre una serie de irregularidades. También declararon en indagatoria otras diez personas, entre ellas el chofer de Grassi, el portero de la Fundación y dos religiosas.
Todos están acusados de los delitos de “malversación y peculado”, delitos que contemplan una pena de hasta seis años de prisión.
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