El ex presidente avanzará hacia un esquema de colaboración con Javier Milei y diseño de una nueva alianza de derecha. Presencia en el gabinete, doble comando y gobernabilidad, entre los dilemas del fundador del PRO en la nueva etapa
Por Ricardo Carpena
Mauricio Macri comenzó el año con un gesto de renunciamiento político y lo terminará involucrado a fondo en la nueva etapa que viene en la Argentina. Para el ex presidente, el triunfo de Javier Milei en el balotaje tiene un sabor a revancha personal y a la revitalización de su liderazgo político en una oposición que quedó a un paso de oficializar su ruptura desde se confirmó la victoria libertaria.
Quedó muy lejos la renuncia a su candidatura, el 27 de marzo, con un mensaje en el que rechazó los “liderazgos paternalistas” y resaltó “la importancia de los equipos” para explicar su gesto. Hoy, tras haber asumido una actitud más paternalista y adoptado decisiones como su pacto con los libertarios de manera casi solitaria, el ex jefe del Estado se llevará parte del rédito político de que Milei se convierta en Presidente, aunque también quedará expuesto a otros riesgos: ¿irá hacia un esquema de cogobierno con La Libertad Avanza? ¿Zafará de la sensación de que habrá un doble comando en el poder? ¿Podrá darle garantías de gobernabilidad al nuevo mandatario? ¿Asumirá el costo de los eventuales problemas que habrá para materializar los cambios profundos que se proyectan?
Lo cierto es que el ex mandatario fue el gran ganador de este balotaje. Terminadas las elecciones generales, el 22 de octubre, Milei era un dirigente sin rumbo y Macri lo direccionó y encaminó para que pudiera conseguir el triunfo de hoy. El Pacto de Acassuso dio resultado.
Hay muchos interrogantes con eje en Macri que comenzarán a instalarse en las próximas horas y, sobre todo, cuando Alberto Fernández le ponga la banda presidencial a Javier Milei. Pero ninguno opacará la certeza de que el fundador del PRO se puso al frente del operativo que desplazó al kirchnerismo del poder y ayudó al encumbramiento de una figura política nueva, que le da más seguridad que la propia Patricia Bullrich de que será implacable para arrasar con el status quo.
La otra certeza es que desde hoy se disipará cualquier esperanza de unir los fragmentos de Juntos por el Cambio que se esparcieron a partir del pacto Milei-Macri-Bullrich. Si la consigna que viene es “Milei al gobierno, Macri al poder”, el PRO quedará fracturado antes que la coalición opositora. El ala moderada que encarnan Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal no quiere saber nada con atar su destino al líder libertario. Y Macri y Bullrich tendrán una segura participación en el próximo gobierno, además de avanzar sin complejos hacia el armado de una nueva alianza de derecha piloteada por el PRO y La Libertad Avanza, sin el lastre “populista” de la UCR y de la Coalición Cívica.
La victoria de Milei simboliza la derrota definitiva de Juntos por el Cambio tal como estaba estructurado desde 2019. Para Bullrich, JxC “era un envase que ya estaba muy destruido”. Este momento representa el triunfo intelectual de Macri: desde el 28 de abril de 2022 que se mantenía lejos de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio, justamente el día en que la mayoría de sus líderes decidió cerrarle las puertas a Milei. Diez días después, el ex presidente reclamó a los máximos referentes del PRO que el partido “no se deje manejar por la UCR en el Congreso, como sucedió en las últimas votaciones” (por el proyecto que fijaba el marco regulatorio del cannabis medicinal) y advirtió: “Tenemos que diferenciarnos y no seguir cayendo en la trampa del radicalismo”.
Desde entonces, Macri entró en un estado de fricciones permanentes con el titular de la UCR, Gerardo Morales, y con la fundadora de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, la primera que alertó sobre los coqueteos del ex mandatario con el libertario y que ahora le apuntó de manera directa: “Siempre jugó para Milei y para la destrucción de Juntos por el Cambio, la verdad histórica es esa”.
Mauricio Macri fundó Cambiemos con Ernesto Sanz y Elisa Carrió y ahora está a punto de romper la coalición
Para terminar de romper la coalición, Macri se reunió en secreto con Milei dos días después de que Bullrich quedara tercera en las elecciones generales, con el 24% de los votos, e incluso lo elogió de una manera que sonó como crítica a sus ex socios políticos: “Es una incógnita, pero nunca me mintió”.
¿El primer gabinete de Milei tendrá la marca de Macri en el orillo? El presidente electo necesitará dar la imagen de un aval explícito del líder del PRO para poder gobernar con menos sobresaltos, sobre todo en el Congreso, aunque, a la vez, su desafío será evitar que parezca que el ex jefe del Estado es quien maneja todo desde las sombras. Macri, al mismo tiempo, requerirá rediseñar su liderazgo político dando la clara idea de que volvió al poder. “Nunca más tendremos una marioneta como presidente”, dijo Macri cuando renunció a su candidatura en alusión Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Ahora, esa frase será un boomerang si amplía su influencia en la gestión del libertario.
Antes del triunfo de La Libertad Avanza, arreciaban las versiones sobre candidatos macristas en un gobierno mileísta. Los nombres incluían a Federico Sturzenegger, Guillermo Dietrich, Francisco Cabrera, Javier Iguacel y Joaquín de la Torre, entre otros, pero había dos que se relativizaron, como los de Leandro Cuccioli para la AFIP y Germán Garavano para el Ministerio de Justicia. Milei no quiere ceder el control de algunas áreas clave, pese a que está dispuesto a consensuar con el ex presidente.
El ex presidente también cargará con la responsabilidad de auxiliar a Milei para que se modere y abandone sus posiciones más polémicas: ese universo de líderes democráticos de todo el mundo con el que Macri se relacionó desde su gobierno mira con desconfianza a una figura más asociada con Donald Trump y Jair Bolsonaro. Por más que el fundador del PRO esté en la antípodas de Luiz Inácio “Lula” Da Silva, entiende que preside un país clave como Brasil y que es un disparate haber advertido, como hizo el libertario, que es un “comunista” y “corrupto” con el que rompería relaciones. La mayoría de los “halcones” tampoco quiere suscribir la sesgada mirada de Milei y Victoria Villarruel sobre la violencia de los años 70, sin rechazo a la dictadura militar ni al terrorismo de Estado.
Con Milei en la Casa Rosada, muchos creen que tendrá un frente más despejado para lograr su regreso a la conducción de Boca Juniors en las elecciones del 2 de diciembre, donde secunda a su ex ministro Andrés Ibarra como candidato a vicepresidente. En la visión del ex presidente, Juan Román Riquelme es una suerte de versión futbolística de Sergio Massa, su máximo enemigo luego de Cristina Kirchner.
Desde ese sillón, quienes lo conocen mejor imaginan que intentará otra fase de sus múltiples jugadas para acumular poder: la presidencia de la FIFA. El mandato de Gianni Infantino vencerá en 2027, el mismo año en que habrá elecciones presidenciales en la Argentina. ¿Macri irá sólo por la FIFA o se tentará también para tratar de volver a la Casa Rosada, esta vez despegado de Milei? Falta demasiado para vislumbrar semejante escenario: nadie sabe qué pasará en la Argentina al día siguiente del balotaje. Lo único claro es que ganó Milei y que Macri hizo una apuesta exitosa, que le seguirá dando dividendos si el libertario gobierna bien, pero le explotará en las manos si la gestión es mala.
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