Cristina Fernández fue protagonista de una jornada a la que los presidentes definieron como “histórica”. Recordó a Kirchner y a los “miles y miles de americanos del sur que, como él, soñaron y dieron su vida por una Patria mejor”.
“El, que llegó a gobernar la Patria desde el sur, desde el fin del mundo casi, hoy está aquí en el centro junto a ustedes”, reflexionó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ayer sobre Néstor Kirchner, luego de descubrir la escultura que recordará de ahora en más al ex presidente en la entrada de la moderna sede de la Unasur, que además lleva su nombre, en la ciudadela de mitad del mundo, en las afueras de Quito. En la jornada, varias veces mencionada como “histórica” por los presidentes, prevaleció la idea de un relanzamiento del bloque regional, estancado en los últimos tiempos de crisis económicas. La Presidenta tomó el recuerdo de Kirchner y el de “miles y miles de americanos del sur que, como él, soñaron y dieron su vida por una Patria mejor, para que terminara la brecha de la desigualdad, para que la democracia fuera también igualdad”.
Luego de dejar la Presidencia, Kirchner había comenzado a imaginar la posibilidad de ocupar un cargo en la diplomacia regional. Le había aprendido a tomar el gusto a la política internacional de a poco, especialmente a partir de la Cumbre de las Américas de Mar del Plata. Después de algunos contratiempos para su designación, finalmente asumió como secretario general de la Unasur en 2010. A los pocos meses, falleció. Lo que seguramente jamás imaginó en ese escaso tiempo fue que recibiría un homenaje como el de ayer.
Cristina Kirchner comentó que la situación le producía “sentimientos encontrados”. “Se entremezclan en mí profundas convicciones políticas, pero también recuerdos históricos e imborrables y fuertes emociones personales”, explicó. La Presidenta habló en el escenario levantado en un predio lateral, donde más de mil personas esperaban desde hacía algunas horas. Hubo un acto con los mensajes de los presidentes, al que siguió un espectáculo musical. Antes de eso fue la sesión del bloque, a la que se fueron sumando los jefes de Estado a medida que iban llegando. Luego salieron a la explanada del edificio para una ceremonia formal de apertura que incluyó un coro infantil, suelta de globos y el descubrimiento de la estatua.
“Esa imagen suya, con el saco desabrochado al viento, la corbata, casi desaliñado como le gustaba andar a él y sus mocasines, acá en el centro del mundo, resulta casi una paradoja. El, que nunca le gustaba estar en el medio en política porque decía que solo los tibios están en el medio, bueno, ha terminado en el centro del mundo”, comentó Cristina Kirchner sobre la escultura. Su autor, Gerónimo Villalba, hizo casi una réplica de la que realizó en Río Gallegos para el primer aniversario de la muerte del ex presidente. Imita el gesto de la mano izquierda levantada –“representa los ideales”, explicó Villalba– y la idea que va caminando –“Néstor era un caminante, un precursor”–. Está hecha en bronce y mide 2,25 metros.
La Presidenta sostuvo que la sede de la Unasur no era una construcción nueva. Habló de los jóvenes en la política y de las víctimas de las dictaduras en el continente. “Por eso digo que este edificio representa algo más que la Unasur, representa la historia sufriente de nuestros pueblos”, consideró. También repasó los logros del bloque desde 2008. Recordó cómo había servido para conjurar los golpes a Evo Morales y a Rafael Correa y, gracias a la primera intervención de Kirchner como secretario general, pacificar la relación entre Colombia y Venezuela. Y mencionó como un histórico antecedente aquella recordada Cumbre de Mar del Plata, en 2005, cuando Kirchner junto a Hugo Chávez y Lula pararon la ofensiva por el ALCA que impulsaba George Bush. “El ordenamiento político, económico y social lo decidimos aquí, quienes gobernamos por mandato de nuestros pueblos”, afirmó.
En un día repleto de homenajes a Néstor Kirchner, la declaración final de los presidentes también le dedicó uno de sus apartados. Lo consideró “gran constructor y reparador de los sueños del pueblo suramericano” y destacó “su fundamental contribución a la concreción de nuestra unión”.
La sede
El edificio Néstor Kirchner es una especie de base galáctica en medio de un enclave andino, donde antiguamente los incas adoraban al dios Inti, como marcó el anfitrión Rafael Correa, que ayer vivió su gran día. Se jugó una carta brava al gastar 43 millones de dólares –con los imaginables cuestionamientos a nivel local que eso trae aparejado– para construir la sede permanente de un bloque que desde su creación, en 2008, dio significativos pasos políticos pero le cuesta poner en marcha proyectos concretos.
El edificio se construyó en poco más de dos años bajo la dirección del arquitecto Diego Guayasamin, que se inclinó por una construcción de vanguardia, con frente en blanco y negro de metal, hormigón y vidrio, formas irregulares, espejos de agua y plazas públicas. Tiene tres “volados”, como brazos que se separan de la construcción principal. “Una metáfora de libertad”, lo explicó Guayasamin. Uno de esos volados tiene 55 metros de longitud. En el extremo está el despacho del secretario general, hoy a cargo del colombiano Ernesto Samper. “Está muy contento porque aquí tiene una oficina espectacular. Yo le digo ‘vamos a ver cuando haya un temblor, a ver si estás tan contento’”, bromeó ayer Correa. En realidad, no es chiste. Contó que a cinco kilómetros de la sede se puede ver el cráter de un volcán en actividad. El edificio, además, tiene construcción antisísmica.
A medida que llegaban hasta la entrada de la sede, los presidentes bajaban de sus vehículos y se maravillaban ante la construcción, de cinco pisos de alto y dos subsuelos. Una guardia de honor de soldados de cascos con penachos los custodiaba a lo largo de la extensa escalera. Arriba los esperaba Correa, siempre sonriente, y los invitaba a pasar. Cristina Kirchner debía limitar su visita a Quito a lo mínimo indispensable para evitar sufrir los rigores de los 2800 metros de altura y complicar su recuperación de la infección intestinal que sufrió días atrás. Por eso llegó más tarde y evitó la escalera, haciendo la subida en auto. Además, detrás iba una ambulancia. No hizo falta.
Los llevaron a hacer una recorrida por las instalaciones. Hubo una sesión en la que se hablaron algunos temas (ver aparte), pero lo fundamental fue que pudieron estrenar el nuevo salón de los presidentes que, entre otras novedades, mostraba una pantalla gigante con el nombre del país de quien hacía uso de la palabra. “Necesitábamos una sede que esté a la altura”, sostuvo Correa. “Desde aquí, la mitad del mundo, la Unasur se proyecta al mundo entero”, consideró.
La localidad donde se encuentra ubicado se llama San Antonio de Pichincha, un pueblo andino ubicado unos 20 kilómetros al norte de Quito por donde pasa el Ecuador geográfico, dato marcado por un monolito, hasta ayer la principal atracción turística. Aunque los caminos están bien, llegar desde el aeropuerto lleva más de una hora y un poco menos desde la capital. Los diplomáticos deberán acostumbrarse también a los cambios de temperatura. En lo que duró la ceremonia de ayer alternó el sol y el calor con el frío y la lluvia. Para cuando terminó, indudablemente hacía frío, mientras en el cielo explotaban los fuegos artificiales que marcaron el cierre de los festejos.
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