El Gobierno tricéfalo, el acoso a las provincias opositoras y la vuelta de Macri

El Gobierno tricéfalo, el acoso a las provincias opositoras y la vuelta de Macri

El ex presidente regresa a la mesa nacional de Cambiemos. Las presiones a CABA, Mendoza y Jujuy.

 

Compiten en quién está más (des)unido

Miden sus fuerzas oficialismo y oposición para conocer, no tanto cuanto mide el adversario, sino cuán unidos están para enfrentar las batallas que vienen. El Gobierno tricéfalo – los Fernández +Massa- y la oposición de Cambiemos aprovecharon para desfilar armas en esa oportunidad tópica de la sociabilidad política, que es la fiesta de Vendimia de Mendoza. Salvo Alberto, un lote importante de ministros, encabezados por "Wado" de Pedro, se vareó por los diversos saraos que se organizaron para esa celebración en tierra de infieles, gobernada por los radicales y que tiene entre sus dirigentes al mismo jefe de la UCR. Los opositores sumaron al gobernador de Jujuy Gerardo Morales, y a caciques legislativos como Mario Negri y Luis Naidenhoff, para rodearlo al gobernador Rodolfo Suárez, que es el que sigue en la lista de los adversarios a los que el peronismo quiere cercar en sus dominios.

 

La oposición terminó de entender que no sólo hay un plan para achicarle el poder a Morales en Jujuy, con la intervención de la justicia y la defensa de Milagro Sala, y otro para recortarle los fondos a Horacio Rodríguez Larreta. Mendoza sigue en la lista, con el rechazo de la oposición local a aprobarle el presupuesto y el endeudamiento a Suárez, y echando flit sobre proyectos clave de ese distrito, como la represa de Portezuelo del Viento y el desarrollo del yacimiento de Vaca Muerta, que tiene una parte en territorio mendocino. Por estas cuestiones pendientes, que comprometen la suerte futura de Mendoza como trinchera opositora, las miradas de los participantes de la fiesta vendimilla se concertaron para leerle los labios al gobernador y al ministro del Interior en cada encuentro que tuvieron. El último, este domingo en la fiesta del empresario Vila en el paraje precordillerano de San Isidro, a la que asistieron Suárez y De Pedro.

Confrontaciones vendimiales

Llegaron a estas fechas con la ropa chamuscada, desde que hace quince días De Pedro lo llamó a Suárez para reclamarle el apoyo para la postulación de Daniel Rafecas como procurador de la Nación. El gobernador le respondió que él no tiene juego en la estrategia nacional de su partido, y que eso debían hablarlo en niveles a los que él no alcanza.

El ministro, desde entonces, es señalado como responsable del rechazo de la banca del peronismo de Mendoza a la aprobación del presupuesto, del endeudamiento y, encima, de la amenaza que la Nación puede no pagar la tercera cuota del vencimiento de la letra que emitió para financiar las obras de Portezuelo. Es la tercera cuota del pago de estudios previos a la licitación. La primera la pagó Macri y la segunda Alberto. Viene la tercera. ¿Ocurrirá? No pagar sería defaultear la letra, quizás como parte de un default más amplio que nadie quiere. Esa obra depende hoy de un fallo de la Corte, y puede ser el ejemplo de cómo serán en adelante las relaciones entre el Gobierno y los distritos en donde domina la oposición.

Wado se mosqueó porque Suárez le reprochó en público la falta de apoyo del peronismo local, una manera de señalarlo a él como responsable. Es molesto para De Pedro porque en Mendoza todos repiten que la delegada de Cristina es la senadora Anabel Fernández Sagasti y ponerlo a él en el medio lo desautoriza ante todos.

Otra muestra del doble discurso del Gobierno trifonte

La trama es central en el debate interno del Gobierno, pero también de la oposición. Portezuelo del Viento es un proyecto fruto de varias etapas en la relación entre el radicalismo local y los gobiernos nacionales. Será una de las obras más grandes de ingeniería del mundo, que se pensó en los años ’50 con Perón gobernando. Se disparó por las buenas relaciones entre Néstor Kirchner y Julio Cobos para compensar a Mendoza por el juicio que inició para le compensasen la promoción industrial que sí tuvieron otras provincias. Se frenó en los 8 años de Cristina y renació a la luz del romance entre Macri y Alfredo Cornejo gobernador. Macri pagó la primera cuota del compromiso por un total de USD 1023 millones y Alberto la segunda, como si continuase con la línea de cuando era jefe de gabinete de Néstor. Pero los mendocinos ven que en esto también hay bicefalismo y tricefalismo, porque Alberto designó al pampeano Javier Schlegel, un crítico de proyecto, como presidente de comité técnico del Coirco (Comité Interjurisdiccional del Río Colorado), que regula esa obra.

La Pampa se opone a la obra y los mendocinos ven que se repite la trama jujeña: el Gobierno avanza en el Senado con el proyecto anti Morales, para intervenirle la justicia en su provincia, y la vez el Presidente dice que no tiene nada que ver. Un método clásico: el doble discurso amplía el margen de discrecionalidad para que el decisor elija en función de su conveniencia.

Lejos de la finca de los Vila, adonde convivían el gobernador Suárez con el oficialismo de De Pedro, Sergio Massa, Mariano Recalde, Julián Domínguez, José Luis Espert y algún invitado extraterritorial como Emilio Monzó, los opositores se reunieron en un restorán de Vistalba para diseñar lo que será una semana beligerante. Se sentaron allí Morales, Negri, Facundo Suárez Lastra, el exembajador en Bolivia Normando Álvarez García y Luis Borsani. Mientras devoraban las delicias del cocinero de moda Alfredo Vigil, responsable del local República de Chachingo, cerraron la agenda que comienza hoy con el encierro de los diputados del interbloque opositor en la Usina del Arte, que despertará del aturdimiento por los festejos de Boca campeón.

Seguirá el martes con una visita de Morales a la comisión del Senado que tratará el proyecto de intervención judicial de su provincia. A la misma hora, han citado en algún lugar de Buenos Aires a la mesa de Cambiemos, incluyendo la presencia de Mauricio Macri. Los llama la necesidad de mostrarse juntos, aun postergando un debate sobre quién manda en el arco opositor, de manera de que no les ocurra lo que pasó con el peronismo después de 2015.

El acoso sobre provincias opositoras

Después de la derrota electoral, el gobierno de Macri prosperó por la división del peronismo en el Congreso, que culminó con la aprobación del desafuero de Julio de Vido. El camino elegido por el peronismo que gobierna con Alberto es aprovecharse de la división que existe entre los partidos y dirigentes de Cambiemos, cada cual con ideas, proyectos y necesidades distintas. Esto persigue el doble o triple discurso del Gobierno sobre la política judicial y la economía, y es ahora cuando el Gobierno muestra los dientes sobre las provincias que controla la oposición, en donde libra una guerra sin cuartel.

Sabe que en la CABA está un Larreta que quiere ser candidato presidencial. Morales en Jujuy tiene aspiraciones semejantes. Y Mendoza es una usina legislativa y política central para los proyectos de la oposición. Estamos a un año del debate sobre las listas para las PASO de 2021, la oposición le ganó las elecciones en la categoría presidencial al peronismo en cinco de los siete distritos más grandes del país y retuvo un 40% de los votos, lo que le da una fuerza legislativa que ha condicionado las tres sesiones de Diputados que hubo desde el 10 de diciembre. El Gobierno busca explotar estas divisiones que siempre existieron en Cambiemos, aun durante el gobierno de Macri. Golpear en las partes blandas puede convencer a algunos opositores de que no vienen por ellos. El lawfare del oficialismo despunta en el envión de Carlos Zannini sobre la familia Macri por el caso del Correo. El expresidente teme que sea una presión sobre sus hijos, en vindicta de una presunta incriminación del anterior gobierno, a través de los jueces, sobre la familia Kirchner. Ahora Cristina carga sobre las obras que mandó a hacer Gabriela Michetti en el Senado. Y Massa dio a conocer resoluciones en las que dice que va a revisar las designaciones de Monzó en Diputados.

El realismo mágico a Cambridge

Si eso no es lawfare, el lawfare donde está, diría Cristina. Igual, pocos son quienes defienden a esos funcionarios señalados y que no tienen fueros, como Michetti o Macri. La exvicepresidente está comprometida para viajar esta semana a Gran Bretaña junto a un lote de políticos RAP, es decir que pertenecen a la ONG Red de Acción Política, que extiende un certificado de normalidad republicana a quienes se ajustan a determinadas pautas de corrección. Van a escuchar un seminario en la universidad de Cambridge sobre política internacional Brexit, etc., pero seguramente serán interrogados por las rarezas del realismo mágico latinoamericano. Es más lo que puede enseñarle un argentino a un inglés de Cambridge de lo que éste puede aportar.

El grupo lo completan, entre otros, estrellas como Nicolás Massot, Luis Betnaza, Dalmacio Mera, Marcelo Figueiras, Teddy Karagozian, José y Juan Manuel Urtubey, Rogelio Frigerio, Ricardo Buryaile y Fernando Sánchez.

Sin pertenecer a Cambiemos, el más ocupado en convencer a la oposición de cerrar filas en defensa mutua de sus dirigentes es Miguel Pichetto, que, solitario busca construir un peronismo disidente. Quizás donde es más difícil, pero donde lo entienden mejor. El viernes sorprendió con una aparición en uno de los más rancios cenáculos del radicalismo porteño, la fundación Sarcerni Jiménez, que anima el exlegislador Humberto Bonanata. Dice estar convencido de que el peronismo viene por las cabezas de los dirigentes opositores, usando el mecanismo de la división intrínseca de Cambiemos.

No fue difícil convencer al auditorio, entre quienes estaban Ricardo López Murphy, Waldo Wolff, Jorge Enríquez, Luis Brandoni, Pablo Clusellas. Ese temperamento lo tiene a Pichetto en la duda para aceptar una silla en la Auditoría General de la Nación, aunque no sea la presidencia. Como baquiano de la política, Pichetto suscribe el axioma que dice que “Toda carta tiene contra, y toda contra se da” (verso de Francisco Gorrindo, autor del tango Las Cuarenta). Fatalidades de la política y para las que hay que estar preparado. En esto se dividen las experiencias. Hay generaciones que han aprendido a respirar bajo el agua en tiempo de oposición. Otras, nacieron cerca del poder y no saben lo que es transitar por ese desierto en donde lo único que te ofrecen es una sardina salada, y nunca agua. Una tercera especie es la de quienes no pueden vivir sin estar al calor de quien manda y hacen de su biografía un muestrario de alas chaquetas que han cambiado a lo largo de su vida.

Las cuentas de inversión, el enemigo silencioso

El trámite sigue abriendo amenazas de contaminación para los protagonistas. La responsabilidad de los contables de un presidente es, ante todo, cerrarle las cuentas en orden, para cuando venga la soledad del llamo, y nadie atienda los celulares para defender al que se fue. Los presidentes de la democracia se ocuparon de que les aprobasen las cuentas de inversión antes de salir del cargo. Carlos Menem se ocupó, y para eso lo llamó a Saúl Bouer, que había sido intendente de Buenos Aires. Este político trabajó todo el año 1999 en cerrar aquellas cuentas. Sólo le quedó el año final, que logró le aprobasen después de su salida. Ya existía la AGN, creada con la reforma constitucional de 1994, como órgano legislativo bipartisano, y organizada por una de las leyendas jurídicas del peronismo, Héctor Masnatta.

Intentó lo mismo Cristina de Kirchner, pero su salida del poder en condiciones de alto deshilachamiento le impidió tener aprobado el último año de su segundo mandato, 2015. El nuevo oficialismo de Cambiemos lo advirtió y conversó un acuerdo político: le aprobaría en tiempo y forma ese año que le quedó a revisión, a cambio de que la AGN y el Congreso le aprobasen las cuentas de inversión de los dos primeros años de la presidencia de Macri, 2016 y 2017. El mundo parecía, entonces, normal, pero enloqueció en 2018 y la crisis subsiguiente arrastró ese acuerdo, que nunca se cumplió. O sea que no sólo Macri tiene los números de sus cuatro años sin aprobar. También Cristina tiene pendiente los dos últimos. El título: dame el vale, tomá la pizza, 2014 te lo cambio por 2016-2017. Un cierre completo del túnel del tiempo, que se pone delicado en el ejercicio 2016, porque contiene el acuerdo con los bonistas, una obra de orfebrería financiera en la que colaboró el peronismo republicano.

La judicialización de la política pone a todos los protagonistas en una perpetua libertad condicional. Dilma Rousseff, que fue elegida presidente de Brasil cuándo tenía el 77% de apoyo del público, y ranqueaba como la segunda mujer más poderosa del mundo después de Ángela Merkel, perdió el cargo en 2016 cuando la denunciaron por desprolijidad en el manejo de la contabilidad de su administración, y no por corrupción. Perdió el paraíso por una cuestión de auditorías.

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