La última vez que el peronismo K triunfó en territorio bonaerense en los comicios de medio término fue en 2005, con Cristina Kirchner de candidata. El complejo entramado, entre el posible desdoblamiento y la boleta única de papel. Qué quieren unos y otros.
Por: Federico Mayol.
El último triunfo en territorio bonaerense cumplirá, en el 2025, exactos 20 años, y Cristina Kirchner, la protagonista de aquella victoria, podría volver a tener un papel preponderante. Néstor Kirchner se había propuesto derrotar a Eduardo Duhalde en sus primeras elecciones legislativas, convertirse en jefe y empezar a moldear un ambicioso proyecto de país que marcaría un antes y un después en el sistema político. En octubre del 2005, la ex presidente derrotó a Hilda “Chiche” Duhalde con casi el 45% de los votos contra el 37% de la ex “manzanera”, los Kirchner se quedaron con las dos bancas del Senado por ese distrito y el duhaldismo entró en su fase de agonía.
En dos décadas, el kirchnerismo nunca más pudo ganar una elección de medio término en la provincia de Buenos Aires.
En el 2009, la alianza efímera pero eficiente entre Francisco de Narváez, Mauricio Macri y Felipe Solá, Unión-PRO, le ganaría por algo más de dos puntos a Kirchner y a Daniel Scioli, que se habían presentado de manera testimonial para la Cámara baja, que contaban con todo el aparato K de propaganda y la estructura de la gestión nacional y bonaerense pero que, aún así, caerían derrotados en el bastión principal del peronismo. Cuatro años después, en el 2013, el verdugo sería Sergio Massa con su flamante Frente Renovador, que se impondría a Martín Insaurralde, “El Chacal”, por entonces primer candidato a diputado de Cristina Kirchner: sería tanto el esfuerzo fallido de la ex jefa de Estado por popularizarlo que hasta lo llevaría de gira hasta Río de Janeiro para mostrarlo al lado de Francisco -el Papa no olvidaría nunca esa puesta en escena-, de visita oficial por esa ciudad de Brasil con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud.
En el 2017, en pleno gobierno macrista, el kirchnerismo volvió a perder, por tercera vez en una elección de medio término desde aquel triunfodel 2005. Esta vez fue la propia ex presidenta, que cayó en manos de Esteban Bullrich, apuntalado por la gobernadora María Eugenia Vidal, aunque consiguió entrar al Senado por la minoría. Fue clave Florencio Randazzo, que se postuló con una colectora por fuera del cristinismo, furioso con la conducción de la ex mandataria, fogoneado por Alberto Fernández, su jefe de campaña: los votos del ex ministro de Transporte serían claves para dividir al peronismo y sellar el triunfo de Cambiemos en el mayor distrito electoral del país.
Fernández volvería a perder, esta vez como presidente, cuatro años más tarde, en el 2021, en su primera y última elección legislativa, aunque la derrota provocaría, más que para el ex presidente, un temblor interno para Axel Kicillof, el kirchnerismo y La Cámpora en territorio bonaerense. El triunfo sería para Diego Santilli, por escaso margen pero victoria al fin, en la categoría diputados, y la crisis escalaría de tal manera que, tras el fracaso de las PASO, con la pandemia por COVID-19 todavía latente, Cristina Kirchner y su hijo Máximo avanzarían con una intervención quirúrgica en el gabinete de Kicillof.
No hay solo un motivo del por qué de las sucesivas derrotas del kirchnerismo en sus elecciones intermedias. Pero sí hay un dato que, a pesar de su feroz crisis interna, ilusiona al peronismo K. Y es que el año pasado, a pesar de la derrota a nivel nacional, retuvo la provincia de Buenos Aires, algo que no había sucedido en el 2015, cuando el PRO arrasó en el país, en la Ciudad y en algunas provincias, y obtuvo una victoria sorpresiva pero categórica de Vidal contra el PJ. Es lo que resalta Facundo Nejamkis, director de Opina Argentina, que agrega: “Da la sensación, por los estudios que venimos haciendo, de que el lugar donde peor le va a La Libertad Avanza es en el área metropolitana, especialmente en el conurbano bonaerense, donde todavía al peronismo le sigue yendo muy bien”.
En ese contexto, la tensión que se apropió del vínculo entre el oficialismo y el PRO en estos meses, y la posibilidad, por ahora muy latente, de que el Gobierno y el partido dirigido por Macri lleven listas separadas el próximo año le abre la puerta al kirchnerismo de un hipotético triunfo en tierra bonaerense. Para eso, de todos modos, el peronismo kirchnerista no debería partirse en dos, un escenario que si podría presentarse es que la disputa entre el cristinismo y Kicillof escala hasta un punto de no retorno.
“La locomotora del peronismo es la provincia de Buenos Aires. Si vamos divididos, y la chocamos, vamos a estar muy complicados”, analizó un dirigente del PJ que habla todas las semanas con la ex presidenta.
Cristina Kirchner y Axel Kicillof estuvieron juntos en un acto con Estela de Carlotto (Aglaplata)
La relación entre el PRO y La Libertad Avanza llega en su peor versión en este fin de año. El viernes pasado, en el hotel Abasto, Macri se refirió al “destrato” que, según él, sufrió en este tiempo su partido por parte del gobierno. En estas horas, desde el entorno del jefe del PRO empezaron a agitar la posibilidad de que éste se postule en el 2025 en la Ciudad, la casa matriz, que según declaró su primo Jorge en la noche del domingo “no es un botín de guerra”. Por la disputa abierta con los libertarios, y por las versiones en torno a los celos históricos que se prodigan los Macri desde que ambos se metieron en política, si no es un botín, se le parece bastante.
Por eso la particular atención que el ex presidente le presta a su distrito, y los dilemas que le quitan el sueño al ex intendente de Vicente López en estas noches: en las próximas semanas, mientras define el futuro de su gabinete -ya hay varios anotados en el Ministerio de la Movilidad que prevé crear en el nuevo organigrama ejecutivo-, deberá decidir el desdoblamiento del calendario electoral, para enfocarse casi exclusivamente a las listas de legisladores. El jefe de Gobierno no quiere pasar más por la situación de la madrugada del pasado viernes: nunca a un alcalde del PRO le costó tanto aprobar un presupuesto.
El dilema del desdoblamiento no desvela solo en territorio porteño: también inquieta a Kicillof, que tiene que decidir qué hace con el calendario bonaerense. Si se separa, tras la implementación de la boleta única de papel, o ata su suerte al cronograma nacional, como planteó Cristina Kirchner en la reunión del PJ bonaerense de hace dos lunes, que confirmó dos cuestiones: que la disputa con su ex ministro es total, y que la conexión con Massa es absoluta.
“No habrá definición hasta que no sepamos si habrá o no PASO a nivel nacional”, aseguraron en estas horas desde el gabinete bonaerense. Fue en respuesta a una consulta de este medio, por una información que daba cuenta de que Kicillof le habría asegurado, días atrás, a un intendente de la primera sección electoral que tenía avanzada su decisión de desdoblar los comicios. El escenario, de todos modos, nunca fue tan incierto en términos de las reglas electorales -con o sin primarias, con boletas separadas, con el calendario sí o no unificado-.
Diego Santilli y José Luis Espert (junto a Horacio Rodríguez Larreta en la anterior campaña) pelean por un lugar en la lista del 2025
A ese laberinto electoral se le agrega la pelea hacia adentro del peronismo. Los intendentes y funcionarios más reacios a tratar de suturar las heridas con el cristinismo, como Jorge Ferraresi o Andrés “El Cuervo” Larroque, quieren que el gobernador presente listas propias, por fuera del ala dura K. Con riesgo de “chocar la locomotora”.
En ese sentido, para el peronismo es clave, como sucedió en el 2023 con Néstor Grindetti de un lado, y Carolina Píparo del otro, que la oposición bonaerense se presente desmembrada el año próximo. Es el escenario que, a priori, se vislumbra hasta el momento.
Cuando brinden por el 2025 en las próximas semanas, Javier Milei y Macri no habrán siquiera acercado posiciones en favor de un acuerdo electoral que en las últimas semanas quedó aún más lejos que antes. “Nosotros nos estamos preparando para presentar candidatos propios en todo el país”, insistió en estas horas un alfil del ex presidente. Por algo se agitó, con más fuerza, la posible candidatura del jefe del PRO, a pesar de que ya manifestó que no quiere saber nada con postularse y menos con volver al Parlamento. “Si no te aburre una sesión del Congreso sos un anormal: discursos de una hora sobre temas que ya están definidos y que nunca cambian nada”, le dijo en el 2006, mientras era diputado, al diario Clarín. No cambió de idea. Más aún ahora que, por su rol en la fundación FIFA, y por su condición de ex jefe de Estado, viaja a cada rato por el mundo.
Hace algunos meses, cuando el vínculo todavía no se había resentido tanto como ahora, el ex presidente intentó forzar un acuerdo público para encarar el 2025 con una estrategia conjunta con el Gobierno. Que contemplaba, según trascendió, que el PRO liderara las listas en los distritos que gobierna y, por el contrario, liberara a LLA para encabezar en el resto de las provincias.
Por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, por los últimos trascendidos, Karina Milei y Santiago Caputo empezaron a trabajar con una hoja de ruta unilateral, a la espera de una definición futura del presidente, el único que puede inclinar la balanza para uno u otro lado. La delegación de Macri de las negociaciones con la Casa Rosada en Cristian Ritondo nunca llegaron a buen puerto. Esa hoja de ruta unilateral es, por ejemplo, el plan al que por ahora está circunscripto Sebastián Pareja, el armador de la secretaria General de la Presidencia en territorio bonaerense. La hermana del presidente está a cargo del scouting de candidatos y de todo lo relacionado con el sello partidario. En sus planes no figura postularse. Más aún después de su primer -¿y por ahora último?- discurso público de Parque Lezama, de fines de septiembre, que resaltó por lo errático.
Milei quiere como cabeza de lista en la provincia de Buenos Aires a José Luis Espert. Es una promesa que le hizo por entonces, y que divide aguas internas. En el PRO se ilusionan con que, al final, no sea el candidato porque, según dicen, no termina por convencer a Karina Milei.
Cristina Kirchner le ganó a "Chiche" Duhalde en el 2005, la última victoria K en elecciones de medio término en PBA
Ese lugar lo quiere Diego Santilli, que propicia un entendimiento entre LLA y el PRO y que desde hace rato manifestó su deseo, público y privado, de ser la prenda de unidad, por ahora sin éxito. El diputado -renueva el año próximo- mantuvo una comida hace ya varios meses con la secretaria General, fuera de Casa Rosada, en la que le mostró todas sus cartas. Pero cerca de “El Colorado” se mostraron pesimistas en las últimas horas. Lo mismo sucede en otros distritos, no solo en Buenos Aires, en torno a la posibilidad de ir separados con el gobierno. En el PRO creen que es un error. Y que, en territorio bonaerense, le abriría la puerta a un triunfo del kirchnerismo que podría poner en riesgo los mercados y el programa económico del Ejecutivo. Más aún, si una hipotética victoria del kirchnerismo se da en manos de Cristina Kirchner. Caputo, el principal asesor de Milei, lo tiene en cuenta.
Por eso en el laboratorio estratégico de la Casa Rosada trabajan, en caso de no acordar con el PRO, en la construcción de una alternativa peronista que le reste votos al kirchnerismo y que no vuelva a ganar en una elección de medio término, veinte años después del último triunfo. Fue lo que sucedió, por caso, en el 2017 con Randazzo. Es un plan que, según confiaron, querrían multiplicar en otras provincias. Es lo que intentaban hacer con Edgardo Kueider en Entre Ríos hasta que el ex senador no tuvo mejor idea que intentar cruzar a Paraguay con una mochila con 211.000 dólares sin declarar.
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