Por: Nancy Pazos. Mientras Casa Rosada sigue de festejo en festejo (ahora organizan el Día de la Democracia con Lula da Silva en Plaza de Mayo), Juntos por el Cambio pelea a brazo partido por los cargos partidarios y en el Congreso.
28 kilos de carne. Con un salario mínimo en la Argentina de hoy se pueden comprar 28 kilos de carne a precio promedio. En febrero del año que viene serán 29. Siempre y cuando se cumpla una utopía: que la carne no aumente. Ponderémoslo de otro modo. Hay personas en nuestro país que trabajan ocho horas diarias en un empleo formal y que disponen de sólo 933 pesos por día para vivir. Esta es la lupa con la que la gente de a pie pondera el ritmo de la dinámica política-económica argentina. Cuánta carne por mes o cuánta plata por día pueden llevar a sus respectivas casas.
Pero la dirigencia política está sintonizando otro canal.
El Gobierno se embriaga con los datos macroeconómicos, navega de fiesta en fiesta (del Día del Militante al Día de la Democracia con Lula da Silva en el escenario el próximo 10 de diciembre) y los ministros, que antes de las elecciones se sentían cerca del cementerio, ahora se muestran exultantes en los cócteles típicos de fin de año. Están viviendo en Narnia.
La oposición no se queda atrás. Ganaron la elección de medio término y ya disputan poder interno como si hubieran llegado nuevamente al gobierno. Chicanas, traiciones, hirientes declaraciones públicas y cualquier otro método poco amigable están a la orden del día para conseguir cargos partidarios o presidencias de bloques o interbloques en el Congreso. La escena parece transcurrir en una jaula de UFC. O, para que entiendan quienes ya tienen carnet de PAMI, en el cuadrilátero de Titanes en el Ring.
La portavoz presidencial, Gabriela Cerruti
El jueves pasado fue un día casi ideal para el Gobierno. Empezó con la conferencia semanal de la portavoz Gabriela Cerruti, quien anunció con pompas y platillos el incremento del empleo formal. El dato es real e incontrastable. 1% por encima del trabajo registrado en noviembre del 2019 implica haber superado el estancamiento de la pandemia y empezar la recuperación. Tan cierto como que el costo laboral argentino en dólares, y en términos mundiales, cayó tan bajo que hoy ya ni es negocio negrear empleados.
Por la noche le tocó al Presidente dar buenas noticias. Después de dudar si ir o no a la 27 conferencia de la UIA, Alberto Fernández fue y, a decir de propios y extraños, se lució.
Con un discurso en el que profundizó su compromiso industrialista, anunció el plan productivo 2030 y ratificó que van camino a cerrar el acuerdo con el FMI, el Presidente logró que el auditorio aplaudiera en público y aprobara por lo bajo.
También habló para los que no estaban ahí. “El crecimiento debe llegar a todos, no debe concentrarse en algunos. Debe ser un crecimiento con inclusión que ponga fin a la cultura del descarte”, dijo Fernández, cuyas palabras terminaron siendo ponderadas en el propio Instituto Patria.
Roberto Feletti y Débora Giorgi
Claro que el Gobierno dista de ser un lecho de rosas. Ese mismo día había estallado por los aires la interna en el ministerio de Desarrollo Productivo. Débora Giorgi, una de las subsecretarias de Roberto Feletti, se iba finalmente a su casa. Esa tarde en la UIA a Matías Kulfas casi le saltaban los botones de la camisa por lo henchido de su pecho. Está claro que Kulfas no había elegido a Feletti y menos a Giorgi. Pero la funcionaria se fue porque quien se negó a firmar su designación fue el propio Presidente. ¿La razón? Un empresario le contó a Fernández que Giorgi en una reunión había afirmado algo así como que su única jefa era Cristina Kirchner o que ella respondía a las ordenes de Cristina.
Ahora bien. Si fuera por ese tipo de manifestaciones deberían irse a su casa muchos otros funcionarios que consideran a la vicepresidenta la Jefa Política de la coalición. Empezando por el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, quien lo dejó en claro el día que presentó su renuncia, sin embargo sobrevive y, muy bien plantado, en el gabinete.
Enterada de los dimes y diretes la vicepresidenta prefirió no meterse. Lo cierto es que ahora los empresarios y lobistas encontraron el Talón de Aquiles. Con cualquier chismerío real o inventado pueden llegar a voltear al funcionario que los incomode…
Más allá de eso y más acá de la foto que, como equipo mancomunado, se sacaron después Kulfas, Feletti y el propio Martin Guzmán, lo cierto es que la convivencia está asegurada hasta el 7 de enero cuando culminen los precios cuidados. Después se verá.
Feletti se siente artífice de que este mes la inflación volverá a tener una mínima tendencia a la baja. Y trabaja a destajo en otra lista de precios cuidados para todo el próximo año. Pero está claro que su filosofía dista de la de Kulfas.
El ex presidente de Brasil, Lula da Silva (Europa Press)
El tiempo dirá. Por lo pronto el Gobierno tiene en el horizonte un factor de unidad. La visita de Lula volverá a poner en el escenario y como oradores principales a Alberto Fernández y Cristina Kirchner. El entusiasmo es tal que ayer fue el propio Máximo Kirchner quien se aventuró a lanzar la convocatoria a la fiesta de la democracia. El próximo viernes la columna de La Cámpora seguramente llegará a tiempo a la Plaza. Imaginar un Lula nuevamente Presidente de Brasil está como uno de los máximos anhelos del Frente de Todos. Ahí no hay grieta interna.
Es cierto que Lula estuvo en Francia y fue recibido por Emmanuel Macron con honores. Pero, en términos diplomáticos, una cosa es una entrevista y otra protagonizar un acto político y masivo.
Hoy, el Brasil de Jar Bolsonaro volvió a ser nuestro principal socio y con una balanza comercial favorable. Daniel Scioli deberá triplicar sus esfuerzos para evitar que el actual presidente de Brasil monte en cólera como ya lo hizo con Macron.
Y del mundo Narnia del Gobierno pasamos al Titanes en el Ring de la oposición. Hoy Juntos es el universo del poroteo. Los reflectores se posaron esta semana en el radicalismo. Enfrentados los dos sectores internos en una guerra despiadada que no parece tener quien ordene, el primer round se libró el viernes y fue para alquilar balcones.
Los principales dirigentes del radicalismo, entre los que se encuentran Gerardo Morales y Martín Lousteau
El enfrentamiento general es entre Gerardo Morales, quien quiere presidir el partido convencido de que el radicalismo tiene que ir con candidato presidencial propio en el 2023 a la interna de Juntos, y el sector de Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti quienes plantean una renovación partidaria generacional pero que se muestran más proclives o funcionales a la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta.
El viernes se reunió el plenario de la Juventud para elegir Presidente. Se enfrentaban los chicos de la “Cantera” (Lousteau-Yacobiti) con los de la “Causa” (Morales, Negri y el Correntino Valdez entre otros). La Cantera venía imponiéndose hacía 18 años. Pero esta vez perdió y no se quedó para presenciarlo. En un intento por dejar sin quórum la Asamblea huyeron todos los delegados —incluso los tres del, hasta entonces, “imparcial” Cornejo— y ganó la presidencia de la Juventud la Correntina Valeria Pavón.
Al parecer alguien hizo mal los cálculos. El quórum no se perdió gracias al santiagueño Facundo Quiroga (vaya nombre para ser radical) quien en su paso como candidato a vice gobernador de su provincia empezó a sentirse más representado por el discurso federal del Gerardismo que de la centralidad porteña del otro bando. Las aguas están claramente divididas.
La lucha seguirá esta semana en diputados y en el Senado. Con la ayuda de Morales y otros, aunque haya perdido las PASO en Córdoba, Mario Negri, sigue teniendo el numero para conservar la presidencia del Bloque. Yacobitti amenaza con romper. Pero posiblemente la UCR se doble al máximo en las próximas horas pero no se rompa.
Mario Negri. El radical seguirá al frente del interbloque de Juntos por el Cambio
La otra pulsada se dará en el Senado. Agigantados por el triunfo del viernes, el sector de los históricos está dispuesto a darle la vicepresidencia segunda del Senado que ahora ostenta Lousteau, a Carolina Losada. Santa Fe ya reclamó el lugar y los números, al parecer si van a votación, ya están.
Con menos maniqueísmo partidario y más muñeca firme a Cristian Ritondo le costó menos abortar un intento de pulseada por su puesto entre los PRO. El interbloque de Juntos, de todas maneras, tendrá cuatro bloques. PRO, UCR, Coalición Cívica y un mix de históricos heridos y recién llegados que liderarán Emilio Monzó y Margarita Stolbizer, entre otros.
Pero el dato político en el PRO esta semana fue la llegada de Jorge Macri a la ciudad. Pagador generoso, Horacio deja que el primo de Mauricio se siente en el lugar de armador político del AMBA, lo deja olfatear la CABA a quien ostenta apellido histórico entre el empedrado porteño y le abre, a la vez, la posibilidad de su reelección en Vicente López (al pedir licencia más de dos años antes de terminar su mandato como hicieron en estos días otros 15 intendentes del conurbano). No todos los horacistas están contentos con esta jugada. El futuro dirá.
Horacio Rodríguez Larreta y Jorge Macri
A la oposición, de todas maneras, le queda poco tiempo para seguir mirándose el ombligo. En unos días más llegará al Congreso el Plan plurianual y el pre acuerdo con el FMI que los obligará a definir posiciones ante el crucial tema de la deuda.
En la misma encrucijada está el oficialismo.
Las aguas no son lineales en ninguno de los dos bandos. “El FMI ya tiene los 116 votos de Juntos en este Congreso. Seguramente se sumarán tres más de los liberales, así que están a 11 votos de que el acuerdo se vote a libro cerrado”. La irónica frase llega desde la bancada del Frente de Todos. Está claro que a ellos aún no les llegó ni un borrador de lo que se está discutiendo.
Tan claro como que para los sectores más progresistas se viene un dilema existencial. La responsabilidad de sostener el gobierno propio en el presente versus no perder por izquierda el electorado propio hacia el futuro.
La respuesta la tendremos dentro de un año. Cuando sabremos cuantos kilos de carne vacuna podrá comprar con su sueldo un argentino que gane el salario mínimo. Ahí sabremos la verdad.
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