El gobernador de la provincia fue el único orador en un Congreso tranquilo, casi desconocido para la ‘tribu’ peronista.
Con pocos bombos, sin interrupciones ni críticas, el desarrollo se dio tal cual lo pensó la experimentada maquinaria del vernismo. Verna habló de unidad partidaria, de la relación con Nación y los conflictos con Mendoza, a quien criticó sin ningún tipo de filtro.
Pico fue sede ayer del 34º Congreso Provincial del Partido Justicialista, con un desarrollo tranquilo, y una orden del día que ya se había anticipado: escuchar el informe político del gobernador provincial. Verna llegó al salón de fiestas del club ‘Verde’ con la comitiva habitual, casi a las 15:00, cuando el calor arreciaba en el interior y en el aire se respiraba la marcha peronista. Desde hace rato lo aguardaban los dirigentes y funcionarios locales, una modestísima barra de Empleados de Comercio y una ruidosa representación de la UOCRA, todos entretenidos hasta allí con el aliento del locutor Juan Ramón García.
Un total de 482 congresales sobre los 555 dio el quórum necesario para habilitar el congreso partidario que, ayer, sesionó en recordación del recientemente desaparecido exgobernador, Néstor Rufino Ahuad, y al menos una decena de militantes y dirigentes que fallecieron en el transcurso del año. Voceros de la mesa directiva presidida por Fabián Bruna leyeron el orden del día, y dieron paso casi inmediatamente al discurso del gobernador que, en esta ocasión, utilizó una tarima para vocearlo.
Poco más de una hora le llevó al ingeniero ofrecer su informe político, que tuvo mucho impacto lingüístico, metáforas y hasta refranes tomados del Martín Fierro. Mientras en primera fila el presidente del Partido Justicialista, Rubén Hugo Marín, observaba el acontecimiento sin sacarse sus anteojos oscuros, Verna disparó con munición gruesa al gobierno de la Nación y también al de Mendoza, con quien mantiene un tironeo por el río interprovincial.
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