Un gobierno lento entre empresarios rápidos

Un gobierno lento entre empresarios rápidos

En la suelta de secretarios de Comercio Interior que hizo Cristina Kirchner en Chaco el día del discurso más fuerte contra su propio gobierno, no mencionó al actual, Roberto Feletti.

 

POR JAIRO STRACCIA

Hay que decir que quien llegó con el impulso del Instituto Patria a reemplazar a Paula Español el año pasado, se la llevó bastante de arriba, si uno ve las demoras con las que viene tratando de intervenir para evitar una disparada mayor en el precio del pan, a raíz del aumento internacional del trigo por la invasión de Rusia a Ucrania, que arrancó el 24 de febrero.

Aunque su planteo de fondo siempre fue que hay que aumentar las retenciones derecho viejo para desacoplar los precios internacionales de "la mesa de los argentinos", fue el 3 de marzo cuando anunció que se armaría un fideicomiso del trigo. Se trataba de un fondo financiado con un aumento puntual de los derechos de exportación a derivados de la soja, para subsidiar la bolsa de 25 kilos de harina y llevarlo de los más de $ 2000 que llegó a tocar a alrededor de $ 1200.

Desde entonces, las tropas de Vladimir Putin avanzaron sobre Kiev y se retiraron, el mundo descubrió y condenó las matanzas en Bucha, Volodimir Zelenski habló en todos los parlamentos posibles para pedir ayuda, la batalla volvió a concentrarse en la zona del Donbass y parece que acaba de caer, tras largos combates, Mariupol. Hasta un día, cantó Bono en el subte.

En tanto, acá recién esta semana Feletti pudo acordar con tres empresas molineras -Cañuelas, Florencia y Molisur- que instrumenten el mecanismo que fue rechazado por las cámaras del sector para que finalmente esté a disposición una harina más barata para el lunes que viene en las panaderías.

Un ritmo propio del gobierno de Alberto Fernández, es cierto, que hace dos años y pico trata de segmentar y aumentar tarifas y todavía no se sabe si no va a tener que hacer magia legal para que una judicialización no le frene el asunto. Digamos todo.

La chicana sirve para mostrar una vez más que nada es fácil en la lucha contra una inflación que mete miedo en nuestro país y eso es mucho decir. Ya teníamos un 50% anual bien nuestro, al que le pegó la suba de precios global de la salida de la pandemia y se le suma ahora el impacto en la comida y la energía por el conflicto bélico.

La cosa está tan fea que hoy el éxito sería que todo se estabilice entre 65 y 75%. Mamadera.

Los otros escenarios dan cosquillas en los esfínteres. En un artículo especial para sus clientes, el economista Emmanuel Alvarez Agis escribió este domingo que la puja distributiva está "hiper estimulada" y que el riesgo es que el prefijo "hiper" se le aplique a la palabra inflación.

Antes, Marina Dal Poggetto había escrito que no hay peligro de hiperinflación pero que "se puede construir". Daniel Artana subraya que no hay peligro de una espiralización así si la soja está a u$s 600, pero que no hay que subestimar "la capacidad de daño" de la gestión.

El desafío es más grande, porque la conducción política es un cocoliche que no logra alinear expectativas. La coalición de gobierno se divide entre estabilizadores que buscan anclas y voceros del gatillo salarial, tan necesario como también efímero antes de que los pesos de los incrementos se evaporen de las manos.

MODELOS Y CAMPAÑAS

El cóctel incluye a un sindicalismo on fire, con bases que apuran a la burocracia bajativa, pero también a algunos exponentes del empresariado aprovechadores del río revuelto, que recomponen márgenes de ganancias relegados en años pasados sin mucho pudor.

El que accede al dólar oficial para importar y remarca como si fuera la última vez está en Disney. Las miradas se ciernen sobre los sectores que delata el Indec, porque registran subas bien por encima del promedio.

La indumentaria, con un secretario de Industria que viene de ese palo como Ariel Schale, atrae miradas. También hay preguntas sobre el turismo, reestimulado por el éxito del plan PreViaje pero con un ministro como Matías Lammens del que llama la atención que le preste tanta atención a los problemas de San Lorenzo mientras la remarcación del rubro vuela.

Hay quien se detiene también en la suerte del régimen de promoción de la industria electrónica, que esta semana además recibió el respaldo de María Eugenia Vidal en un video de Instagram.

Industria, protección, impuestos y precios, una discusión muy soslayada por la heterodoxia con tal de ver números de crecimiento pero que con semejantes aumentos puede allanar el camino de una revancha aperturista y ahí te quiero ver.

A propósito, Nicolás Caputo, uno de los popes de Tierra del Fuego y hermano de la vida de Mauricio Macri, está esquivo para definir a quién apoyará económicamente en una eventual campaña 2023, una actitud prescindente ante tantos precandidatos en Juntos por el Cambio.

Cuando lo consultan, responde evasivas de otros temas, como que desde que este gobierno lo bajó de su rol de cónsul de Singapur en el país, no ha habido otra representación económica.

Está lejos, pero las alianzas con grupos empresarios y la financiación de cara a la próxima elección de golpe aparecen como una realidad paralela a la carrera de precios y salarios.

Se ven muchas caras repetidas ya sea en una comida del Cicyp, en el Amcham Summit o en el Malba, con la convocatoria del Grupo Clarín y su plan mayor, con Héctor Magnetto presente.

Ahora, lo que asusta sobre todo dentro de otros aspirantes del PRO, es la omnipresencia del eslógan "La transformación no para" con el que el gobierno porteño tapiza la Capital Federal e inundó todas las tandas, un aviso anticipado de que algunos tendrán más apalancamiento que otros.

Incluso, le pusieron la lona amarilla de obra oficial hasta el emprendimiento de oficinas premium que el desarrollador Pablo Ludmer, de BSD Investments, está levantando en lo que era una cochera frente al Hipódromo de Palermo. Son terrenos concesionados por los que el gobierno local cobrará un canon. El financiamiento del proyecto lo estructura la consultora de Luis Caputo.

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