La Secretaría de Energía mantuvo reuniones este fin de semana con las comercializadoras de gas para moderar los precios que están pidiendo para el invierno
El sábado al mediodía no fue uno más para la Secretaría de Energía, que organizó una reunión con las comercializadoras de gas para tratar los precios que les están pidiendo a las empresas para el invierno. Ese mismo día por la noche, la cartera que dirige Darío Martínez envió un comunicado en el cual afirma que “solo el 3 o 4% de las industrias del país aún no cerró sus contratos de compra de gas o tiene problemas para hacerlo”. Sin embargo, en el sector privado todavía hay preocupación por el suministro y señalan que es uno de los factores que incidirá en la actividad económica este año.
Cada vez hay más analistas económicos que pronostican una desaceleración económica para este año, como estimó el economista Ricardo Arriazu o la consultora Equilibra, que fundaron Diego Bossio y Martín Rapetti, aunque indican que al arrastre estadístico del año pasado dejó un piso de crecimiento que podría maquillar la contracción.
En la industria ven un segundo semestre más complicado por factores en contra en la demanda y en la oferta. Por el lado del consumo, creen que la aceleración inflacionaria y el alza de tasas de interés impactarán en las ventas, mientras que la producción estará atada a la disponibilidad de divisas y de gas.
Hasta este viernes, todavía hay varias empresas que buscan cerrar sus contratos de suministro de gas. El año pasado, el precio promedio cerró en US$3,7 el millón de BTU (medida inglesa que se utiliza en el sector). Para este invierno, hay comercializadoras que solicitaron entre US$7 y US$10, pero la Secretaría de Energía aseguró que los precios que cerraron la mayoría de los grandes usuarios van desde los US$3,51 hasta los US$5,5. Estas cifras son relativizadas entre los industriales, donde creen que todavía hay mucha “comportamiento especulativo” por parte de las comercializadoras frente a un escenario de costos más altos y potencial faltante.
En el Gobierno buscan llevar tranquilidad a las empresas y aseguran que no faltará gas, ya que indican que la producción de Vaca Muerta este año comenzó antes y que estará al tope del máximo de capacidad del gasoducto para principios de junio. Además, en la Secretaría de Energía explican que el Banco Central y el Ministerio de Economía les aseguraron los dólares disponibles para las importaciones de gas natural licuado (GNL) por buque.
Al momento, la empresa estatal Ieasa (exEnarsa) licitó ocho buques de GNL a un precio promedio de US$40 (pagó casi US$800 millones en total) y esta semana se hará la compra de otros 12 buques más. En el Gobierno creen que se podrá conseguir precios de GNL mucho más bajos, en torno a los US$27, ya que el confinamiento extendido en China hizo caer la demanda de gas. Aun así, estarían muy por arriba de los US$8,33 el millón de BTU que se obtuvo en promedio el año pasado. Esto explica por qué, con la licitación de esta semana, solo se llegará al 50% de los buques que se había comprado a fines de abril en 2021.
“Las menores compras de GNL afectarán el suministro en forma relevante, con mayor consumo de combustibles en generación termoeléctrica y cortes a industrias. Si Cammesa [la compañía con control estatal encargada de los despachos de energía eléctrica] no apela a importaciones eléctricas o elevado consumo de gasoil, los cortes a industrias pueden duplicar los históricos si se adquiere el 50% del GNL necesario. También puede darse una situación favorable de temperaturas templadas que mitigue el inconveniente”, dice el especialista en energía Daniel Gerold.
El escenario más negativo será aquel en donde se combinen cuatro factores: que el invierno sea más frío del esperado, que siga sin recuperarse la generación hidráulica, que Bolivia no entregue todos los volúmenes de gas a los cuales se comprometió y que el Gobierno no consiga todos los buques de GNL que se necesitan. En la Secretaría de Energía señalan que este escenario no ocurrirá, pero por las dudas en la industria piden armar un sistema de monitoreo de la situación. Los sectores que más dependen del gas son la química, petroquímica, minería, industria textil e insumos para la construcción.
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