San Antonio le ganó 104-87 a Miami y liquidó la serie 4-1. Es el cuarto anillo para el argentino, un fenómeno mundial.
Juego 1: San Antonio Spurs 110 - Miami Heat 95 (1-0)
Juego 2: San Antonio Spurs 96 - Miami Heat 98 (1-1)
Juego 3: Miami Heat 92 - San Antonio Spurs 111 (1-2)
Juego 4: Miami 86 - San Antonio 107 (1-3)
San Antonio 104 - Miami 87 (4-1)
No ver otra chance por encima de hoy. Si San Antonio lograba meter en la cabeza de cada uno de los jugadores ese sentimiento, las posibilidades de los Spurs de coronarse esta noche eran altas. ¿Qué pasaría por las cabezas de ellos? El partido lo mostraría rápidamente.
De entrada, lo que se vio fue que San Antonio estaba muy tenso, sintiendo la importancia del partido, como atado. Y que Miami necesitaba empezar bien. Lo hizo, porque defensivamente fue mucho más agresivo que en los juegos anteriores, porque eso le permitió recuperar balones, correr y allí se sintió cómodo, sobre todo James, una bestia en el arranque.
Los Spurs empezaron tirando muy mal (0/5), y anotaron sus primeros puntos recién a los 3m35S, con 2 libres de Duncan, no casualmente por asistencia de Ginóbili, que entró temprano al juego para ver si podía serenarse y pasarse mejor el balón.
El argentino no solo consiguió eso, sino que entró decidido a tener injerencia importante en el ataque. Primero metió un doble y falta y luego un triple, para frenar el ímpetu de Miami, que había sacado 16 (6-22), con un LeBron imparable. Los 6 puntos de Manu iniciaron un parcial de 12-0 que puso a los Spurs en juego, no solo por lo del argentino, sino también por el buen ingreso de Mills y por una mejoría sustancial en el manejo de la pelota y en la defensa.
Miami, muy dependiente de James, empezó a flaquear. Ya no hubo corridas, la agresividad defensiva bajó y San Antonio empezó a meterla. Si bien terminó abajo por 7 el primer cuarto (22-29), de arranque en el segundo cuarto, Leonard empezó a marcar las diferencias con su potencia física y puntería.
A eso se sumó Duncan, que jugó tres veces seguidas en el poste bajo, con éxito, para poner la diferencia en 1 (34-35). Una buena defensa, una corrida de Leonard y un triple mal tirado, solo, a la carrera, de contraataque: entró limpita y San Antonio pasó entonces por primera vez al frente, 37-35.
Los siguientes tres minutos fueron propiedad exclusiva de Manu Ginóbili. Penetración con bandeja pasada primero, dos libres después, volcada en la cara a Bosh de diez años atrás y triple volado. Impresionante. Los Spurs sacaron 10 en un ratito (parcial de 17-0) y parecía que podían quebrarlo.
De alguna manera lo hicieron, porque si bien la racha no siguió, se fueron al descanso largo 47-40, con el animo por las nubes y con su rival mirando a la esquina a ver si tiraban la toalla. El gong del final del período los salvo. Leonard con 15 y Manu con 14, eran los grandes responsables del momentum local.
Cuando empezó el tercer cuarto, Miami tenía que hacer la revolución, porque si no el tiempo iba a empezar a jugarle en contra, sobre todo mentalmente. Y el milagro no ocurrió, porque San Antonio siguió jugando ordenado, ya aplacado emocionalmente, y con todo de su lado: el resultado, el trámite, la gente, la desazón de su rival.
Miami se puso a 8 (50-42), y entonces el juego sufrió un vuelco. Apareció Patrick Mills, otra vez, con su muñeca de oro, para clavar 8 puntos seguidos, incluidos dos triples, que fueron seguidos por otra bomba de Manu y otra de Mills.
Fue demoledor. La diferencia se estiró a 21 y Miami no tenía respuestas, ni siquiera de LeBron, que después de los 17 del primer cuarto, sumó apenas 3 más desde ese momento. La sensación era que Miami no quería más. Pero su estirpe de campeón le impedía darse por vencido. Y acá no se puede tirar la toalla antes de que termine el partido.
Los Spurs se fueron al último descanso con una renta de 19 (77-58), y durante un ratito del último cuarto aflojaron la intensidad. Un par de acciones de Chalmers, Beasley y James le permitieron al Heat soñar, cuando la distancia bajó a 14, pero San Antonio se reordenó rápido yendo a las fuentes: bola en el poste bajo para Duncan (doble más falta) y pick and roll Parker-Duncan para el tiro abierto del francés. Esta vez, el base, que no venía teniendo una gran noche, metió su lanzamiento clásico de 5 metros y le dio otra vez 18 y tranquilidad a su equipo: 83-65, a 9 minutos del final.
Los últimos intentos de Miami fueron en vano. Spoelstra se dio cuenta y, a casi 4 minutos del final, se plantó. James, Wade y Bosh al banco. Había que caer con dignidad, y no era justo que sus máximas estrellas, las que le dieron dos títulos y 4 finales, fueran humillados. El tiempo corrió rápido desde ahí hasta el final. Y fue victoria de los Spurs, y gloria. Fue 104-87, serie 4-1 y campeonato. Manu, figura con 19 puntos, 4 asistencias y 4 rebotes.
San Antonio recupera el título de campeón tras 7 años de sequía, y luego de perder las finales del año pasado ante Miami, tras tenerlo prácticamente ganado en el sexto juego. Esta es la revancha merecida, para los Spurs, para Popovich (que decidió no cortar con falta en aquel partido) y para Manu, que no tuvo una buena serie en el 2013, aquejado todo el torneo por problemas físicos.
Quinto título para la franquicia texana, cuarto con el tridente Duncan-Parker-Ginóbili. Un trío que ya es historia, que quedará en los libros como, quizá, el que mejor básquetbol jugó de todos los tiempos, y el que hizo del concepto de equipo una nueva forma de jugar a esto en la individualista NBA.
¿Y Manu? ¡Qué difícil es ponerlo en contexto! ¿Es el mejor deportista argentino de la historia? Muy probablemente. ¿Es uno de los mejores basquetbolistas de la historia? Probablemente. De FIBA, seguro Top 3. Impensado hace unos años, increíble aún hoy, inolvidable siempre.
Gracias por haber sido contemporáneo.
Fabián García (Enviado especial a Miami y San Antonio, Estados Unidos)
fabiangarcia@basquetplus.com
En Twitter: @basquetplus
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