Cuatro intensos días de gira por el oeste provincial bastaron para que Gildo Insfrán ratificara no solo su condición de líder del partido gobernante en Formosa, sino que quede plasmado que tal condición no deriva en el cargo que ocupa sino en su fuerte vínculo personal con el formoseño de cada pueblo o paraje que visitó.
Miles de formoseños fueron testigos de un diálogo directo y sin filtros entre Gildo y la gente, una característica de gobierno del cual pocos gobernadores en Argentina pueden jactarse. Esos intercambios dejaron sobre la superficie el crecimiento de la provincia ya que las demandas de estos días fueron muy diferentes de aquellas primeras recorridas de Gildo en su carácter de gobernador.
El primer mandatario no solo escuchó las inquietudes de los vecino y líderes comunitarios, sino que dio respuestas concretas a cada planteo transmitiendo un fuerte mensaje de que es el momento de la aplicación del siguiente paso planificado en el Modelo Formoseño: la hora de la explosión productiva y desarrollo de las regiones según sus potencialidades. Las obras esenciales están a la vista y las históricas imposibilidades quedarán en el archivo.
Desde lo estrictamente político la gira por decenas de localidades fue una cátedra de conducción y refrescó en la memoria de algunos olvidadizos aquella verdad máxima del peronismo que es su esencia netamente popular. El pueblo también le renueva en cada contacto esa confianza a la conducción de los destinos de la provincia y todos dan por hecho que la única garantía de que el crecimiento no se detenga lleva el nombre y apellido de Gildo Insfrán.
Con las elecciones en la puerta del calendario, el mandatario sabe que desoír lo que el pueblo quiere no es una opción cuando lo que está en juego es el interés colectivo y si bien Gildo ya ha dado demasiadas muestras de escuchar al pueblo en forma directa, este momento no es uno más porque a nivel nacional las condiciones de aparición de nuevos actores que empujan a la derecha hacia la Casa Rosada hace encender las luces de alerta.
Histórico bastión peronista, Formosa no puede darse el lujo de permitir que un gobierno de derecha vuelva a ocupar el sillón de Rivadavia. Las consecuencias del macrismo aún la estamos pagando los formoseños que de no haber sido mitigado por una administración impecable desde lo económico y financiero, hoy estaríamos hablando de otra cosa.
Su condición de líder de elite hace que Gildo en estos momentos no solo tenga que abocarse a la elección local sino que también debe poner su conocimiento y experiencia en el PJ porque su voz es una de las más escuchadas dentro del justicialismo, que le reclaman una decisión de “jugar en el plano nacional”, aunque todos saben que Insfrán jamás abandonara el lugar que le asignó la historia y el pueblo en su provincia.
Lejos de tomarlo como una ventaja electoral, la desorientación de la oposición local preocupa al gobernador que no ve en el horizonte un real proyecto político que confronte ideológicamente con el Modelo Formoseño, sino ve en las cabezas del radicalismo y los partidos emergentes una misma característica de posicionarse partidariamente para poder pelear las candidaturas legislativas, el fin que persiguen desde hace años los mismos apellidos de siempre y que ahora también se posicionaron como los jueces y parte de los nombres que integrarán las listas.
La efímera posición de Francisco Paoltroni como una opción dentro de la oposición parece desvanecerse por estas horas ante la presión de Luis Naidenoff, Ricardo Buryaile y Gabriela Neme que lo tientan con el famoso privilegio de las “listas” y le venderán espejitos de colores (apoyo, financiamiento, etc) para soltarle la mano a último momento como es moneda corriente en la oposición formoseña. Si Paoltroni deja seducirse por los regalos, entrará en el juego de la “vieja política” que siempre criticó y herirá de muerte a un proyecto colectivo para pasar a ser parte de la elite personalista de los cuatro apellidos que manejan y designan a dedo a los candidatos.
Lic. Omar Dario Navarrete
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