Luego de las manifestaciones y la represión del último fin de semana, el Gobernador se presentó en Balcarce 50. Esperaba un gesto de apoyo y resolver en privado una salida de la crisis política e institucional pero en Casa Rosada le cerraron las puertas, se le advirtió que debe hace cambios en su Gabinete y se recordó los casos de Ramón Saadi y Carlos Juárez
El lunes a la madrugada Gildo Insfrán partió rumbo a Buenos Aires en un vuelo privado imaginando que sería recibido por Alberto Fernández. Sabía de la dificultad de conseguir una foto institucional luego del cuarto día consecutivo de protestas en Formosa, pero pretendía ostentar que contaba con el respaldo del Presidente.
El gobernador siempre tuvo buena sintonía con Alberto Fernández. En Casa Rosada el nexo entre ambos lo articula el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro. En la mayoría de los casos, Insfrán se retiraba de Balcarce 50 con sus reclamos satisfechos.
Por ello, si bien su llegada a la Capital Federal se enmarcó dentro de la firma de un acuerdo contra la violencia de género, que encabezó el Jefe de Estado con el resto de los mandatarios provinciales, el formoseño abordó el Learjet 60 de la empresa Baires Fly S.A, esperando ser recibido a solas por Alberto Fernández y luego, como era habitual, pasar por el despacho de Wado de Pedro para coordinar la resolución del conflicto.
La peor imagen de la crisis política/institucional en Formosa se vio el pasado viernes cuando el Gobierno provincial ordenó retroceder a la fase 1 de la cuarentena luego de la aparición de 17 casos de COVID-19. Cientos de personas salieron a las calles a manifestarse en contra de la decisión de Insfrán y la respuesta que tuvieron fueron palazos, balas de goma y gases lacrimógenos de parte de la fuerza de seguridad local.
Alberto Fernández, junto al gobernador formoseño, Gildo Insfrán, en un acto donde anunció la firma de un convenio para el otorgamiento de fondos para la ejecución de obras públicas en la provincia (Foto Télam)
Cuando comenzó a desatarse la represión, Wado de Pedro se comunicó con el gobernador. Palabras más, palabras menos, le refrescó el caso del atroz crimen de María Soledad Morales en Catamarca que motivó la caída de la dinastía Saadi, con la renuncia del gobernador Ramón Saadi, y la intervención de la provincia por orden del presidente Carlos Menem. También le mostró similitudes con la intervención de Santiago del Estero en 2004, que terminó con otra dinastía: la de los Juárez, dueños del poder provincial durante medio siglo. Bajo el argumento de “grave deterioro institucional”, Néstor Kirchner envió al Congreso el proyecto para intervenir la provincia que fue respaldado por todo el arco político de ese entonces. Pese a haber sido electos con casi el 70% de los votos, Carlos Juárez y Mercedes “Nina” Aragonés tuvieron que dejar la gobernación de Santiago del Estero. Luego serían acusados por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura.
En ambos casos, el ministro del Interior le citó a Insfrán dos casos testigo de presidentes peronistas que determinaron el final de dos caudillos peronistas en medio de graves crisis políticas y sociales. Para ser la excepción, Wado le arrojó un salvavidas a quien gobierna Formosa desde hace más de 33 años. “Tenés que institucionalizar, nosotros te vamos a bancar pero tenés que hacer un cambio”, le habría dicho el funcionario kirchnerista según allegados de Casa Rosada.
Jorge González es el funcionario con más poder dentro del gobierno de Insfrán
Las manifestaciones se intensificaron a lo largo del último fin de semana y el sector más radicalizado de la oposición, encabezado por Patricia Bullrich y un puñado de legisladores de Juntos por el Cambio, no solo se apropió mediáticamente de la defensa de los derechos de los formoseños sino que incluyeron en su jugada oportunista arribar a la provincia para ser parte de las manifestaciones. En este contexto, el gobernador ensayó dar de baja a su jefe de Gobierno, Jorge Abel González, uno de los ministros más poderosos de Formosa que además acapara en simultáneo las carteras de Justicia, Seguridad y Trabajo; y al jefe de la policía provincial, el comisario Walter René Arroyo.
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Pero fue la propia interna desatada en su Gabinete la que le trabó la salida del superministro que debería ser reemplazado. El desgaste del conflicto institucional se dio no solo puertas adentro de la casa de Gobierno provincial, sino también en Casa Rosada. Alberto Fernández está molesto, lamenta tener que poner la cara y pagar el costo político originado por un gobernador de su propio espacio que fue elegido por el 70% de los formoseños y que ostenta el índice de mortalidad por coronavirus más bajo de todo el país.
Públicamente Alberto Fernández se limitó a expresar su “preocupación” por la “violencia institucional” sucedida el último fin de semana, y aclaró que desde el Gobierno ya han “expresado nuestro malestar por la forma en que se han desarrollado los actos que no compartimos en lo más mínimo”. Pero ayer le negó a Insfrán una reunión privada. “No vengas porque no te voy a recibir”, le transmitió el Presidente a través de Wado de Pedro. El ministro le trasladó el mensaje pero también le cerró la puerta de su despacho.
Desahuciado, Insfrán utilizó su último recurso. Este lunes en el acto que se realizó en el Museo del Bicentenario, donde los mandatarios provinciales suscribieron al “Acuerdo Federal para una Argentina Unida contra la violencia de género”, el formoseño aprovechó el medio minuto que duró su firma del documento para estrechar un escueto saludo de cinco segundos con el Presidente. Una foto oportuna que Insfrán se llevó de regreso para demostrar dentro de Formosa que Alberto lo sigue respaldando. Fernández sabía que no podía cancelar su invitación al evento ni mucho menos evitar ese gesto.
Insfrán continuó sobrevolando Casa de Gobierno intentando rescatar su reunión con Wado de Pedro, pero el rechazo fue contundente. El gobernador de Formosa antes de partir tuvo un cruce con Santiago Cafiero. El jefe de Gabinete le reiteró que haga los cambios necesarios en la cúpula de su gobierno y en la policía, lo instó a evitar la represión y le volvió a recordar los antecedentes de Saadi y Juárez, haciendo hincapié en que el final de este último ocurrió durante el gobierno de Néstor Kirchner, cuando Alberto Fernández era Jefe de Gabinete.
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