El titular del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) forzó el ingreso de numerosos militantes y ahora las oficinas se encuentran abarrotadas de empleados sin una función que cumplir ni escritorio en donde sentarse a trabajar. Desayunos para algunos dióxido de carbono para otros.
Todos los jueves, el director del OPDS, Juan Brardinelli, invita a un nutrido grupo de trabajadores de su cartera a un coqueto desayuno con té, café y medialunas. Instaurado como costumbre, el titular del organismo busca acercar posiciones en una cartera por demás convulsionada.
Desde su arribo al organismo, el alfil del ex jefe de Gabinete, Carlos Bianco, sumó numerosas quejas y denuncias de sus propios subordinados, quienes lo acusan de protagonizar una serie de bochornosas irregularidades. Entre ellas, el haber incorporado a una gran cantidad de militantes sin preparación alguna en la materia para cobrar contratos por el OPDS y mudar a todo un sector de la sede a una locación sin ningún tipo de cuidados sanitarios. A esto se le suman las crudas internas que atraviesan los trabajadores tras la vuelta al trabajo presencial. En gran medida, la causa es la superpoblación generada por la nueva gestión a partir de la incorporación indiscriminada de familiares, amigos y conocidos y las preocupantes irregularidades que continúan marcando la agenda diaria del organismo en cuestiones sanitarias.
Recientemente, los propios trabajadores filmaron al sensor de dióxido de carbono que funciona en las oficinas, que marcaba una preocupante falta de aire en las premisas del OPDS. De acuerdo a las denuncias, los funcionarios se pasean sin barbijos e importantes directivos, que a diario entran en contacto con numerosos trabajadores, sostienen una postura anti vacuna y no se inocularon contra el COVID-19.
Mientras Brardinelli recorre los pasillos con dos asesores corriendo con medialunas y café detrás suyo, los empleados del OPDS aún carecen de computadoras para trabajar, no pueden sostener la distancia social por el abarrotamiento de gente y la falta de agua en los baños despide un olor nauseabundo.
La gestión continúa haciendo agua y ya nadie se pregunta cuándo va a mejorar. La duda que aqueja a los trabajadores, es cuándo va a termina
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