Gustavo Barrera tiene varios frentes abiertos que complican su estadía en la Comuna. La interna Scioli-Randazzo es la raíz de un enfrentamiento que involucra al ex intendente Rodríguez Erneta y a empresarios fuertes del distrito
La guerra está desatada. De un lado, el intendente; del otro, el Concejo Deliberante, el ex jefe comunal y empresarios fuertes. A priori, la pelea parece despareja. “Pero yo tengo el apoyo de los vecinos de Villa Gesell”, desafía Gustavo Barrera, el alcalde que asumió en abril, en reemplazo del renunciante Jorge Rodríguez Erneta, con el cual está en trincheras separadas por varias razones.
Los motivos del enfrentamiento, si bien involucran a cuestiones que van más allá de la política partidaria, tienen además el componente de la interna del Frente para la Victoria entre Daniel Scioli, con quien juega Barrera, y Florencio Randazzo, de quien es soldado incondicional Rodríguez Erneta y, por ende, su tropa.
Desde el primer día, Barrera le dio a su gestión una impronta distinta de la de su antecesor, sacó funcionarios, revisó contratos y rescindió prestaciones con empresas que habían acordado durante la estadía de Rodríguez Erneta. La tensión subió el último mes y se agravó la semana pasada.
Barrera sacó del Municipio a las empresas Supay y Madaki (que habían llegado gracias al Plan Federal de Viviendas y, además, hacían obras viales para la Comuna), le cortó la tercerización del cobro de tasas a GCM y rescindió con las prestatarias Rosarito y Plumey, entre otras. Ahora entabló una pelea con el empresario Gustavo Pereyra, dueño de la empresa de micros local El Ultimo Querandí y Ecoplata, la encargada de recolectar los residuos en el distrito.
Pereyra jugó siempre con Erneta, y tiene de su lado, por las empresas, a la UTA y la CGT de Moyano. No obstante, en la Comuna avanzan en la idea de cambiar la concesión de los colectivos a partir de un pliego de condiciones que El Ultimo Querandí no podría cumplir, y luego irían por la municipalización de la recolección de residuos.
En paralelo al reclamo de los trabajadores de la UTA, encabezado por el propio empresario, el intendente decidió adelantar las salidas del Municipio de la secretaria de Cultura, Mabel Llompart, y el director de Asesoría Legal y Técnica, Atilio Roncoroni. Ambos responden a Erneta y habían anunciado que volverían al Concejo Deliberante en diciembre, pero Barrera los echó. Una de las razones esgrimidas en la Comuna tras el despido de Roncoroni es que su estudio de abogados tiene como cliente a las dos mencionadas empresas de Pereyra.
Las llegadas al Concejo de Roncoroni (reemplazará al edil Alberto Guglielmini) y Llompart (entra por Candelaria Alonso) no cambiarán el panorama adverso para el intendente, incluso amenazan con complicarlo más en el Deliberante. Barrera dijo que ninguno de los catorce integrantes del cuerpo le responde luego de la discusión por dos ordenanzas, una vinculada al Ente de Turismo y la otra por la zonificación del predio El Salvaje. Pero eso le sirvió también para abrir puertas a posibles negociaciones con ediles para sumarlos a su redil.
Barrera inició charlas con Sebastián Alvarez, Adriana Migliorizi y Adriana Molina. En el Municipio aspiran a tener aunque sea un minibloque propio, para evitar, al menos, que las votaciones sean 14 - 0.
El jefe comunal juega políticamente con el ex alcalde Roberto Taboada, quien fue jefe de Erneta (lo nombró director del hospital), pero luego se enemistaron políticamente y se enfrentaron en las internas de 2013. Ahora Barrera llevó como secretario de Gobierno a Roberto Taboada hijo.
El joven funcionario reafirmó lo que había insinuado el intendente sobre un posible pacto entre Randazzo y el jefe de la bancada radical, Jorge Martínez Salas, presuntamente para perjudicar al alcalde y llevarlo a la renuncia. Martínez Salas, quien sueña con la intendencia, niega rotundamente la especie y aduce que el único trato que tiene con el ex mandatario “es a través de carta documento”.
El concejal Acebal atribuye a Taboada hijo una presunta insinuación a la edil Candelaria Alonso sobre “cuánto costaba yo”, dijo el titular de la bancada del FpV. En el Ejecutivo niegan la acusación, pero al ernetismo le sirvió para marcar la cancha.
Casi solo y con varios frentes abiertos, Gustavo Barrera confía en resistir apoyado en la candidatura presidencial de Scioli, tras la cual también encolumnará su postulación a la intendencia. Igual, sobre Gesell parece sobrevolar el “fantasma Pinamar”, en referencia a los avatares políticos del vecino distrito costero. Barrera confía en que la mayoría opositora no pueda doblegar “el apoyo que tengo de la gente”.
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