El ex barón duhaldista hizo un desastre en la política del Municipio que gobierna Ferraresi. Armó una emboscada contra Barrueco y le salió mal. Esto produjo temblores internos en el PRO, en la UCR y hasta en el mismo oficialismo que ganó el campeonato y tiene que jugar la Libertadores, pero no tiene recambio para afrontar las dos competencias.
Por Ricardo Carossino
El distrito al que se lo conoce como el patio trasero de la Capital Federal, hoy gobernado por uno de los dos intendentes cristinistas que existen, Jorge Ferraresi (el otro es Patricio Mussi de Berazategui), es hoy un hervidero de traiciones, desencuentros, peleas, amenazas y todo tipo de trapisondas políticas, pero no solo entre oposición y oficialismo, también dentro de cada fuerza política está el germen de esta avellanedense forma de hacer política.
El fallecimiento del histórico gremialista, futbolista y Defensor del Pueblo, Wildo Roa, fue quizás el hecho que corrió el telón para dejar al descubierto los intereses en juego en Avellaneda por la toma del poder, por la batalla de los espacios internos y por las conveniencias personales de actor en este sainete criollo (género teatral humorístico que retrataba la vida de los conventillos).
Política del Sur trató de hacer una radiografía de lo que pasa en este distrito en particular que tiene la característica de ser declarado por algunos “la capital de la resistencia K”, donde todo pasó a ser digo del Reino del Revés porque tanto el panperonismo como el panradicalismo negocian y se traicionan entre sí, sobre todo desde que el ex “todo” Baldomero Cacho Álvarez de Olivera escribió este sainete criollo.
Con la reaparición del ex intendente duhaldista como la “pata” peronista del PRO, se generó en la política de Avellaneda un ardiente escenario en el que hay peleas en el Ejecutivo, en el PRO, en Cambiemos, en la UCR, en el Frente Renovador y si apuran al autor de la obra, se escribe hasta una pelea con en el GEN donde hay un solo concejal (Rubén Conde) con él mismo y su conciencia de qué hacer: ir para el PRO, ir para el massismo, ira para la UCR, ir para el oficialismo o perecer en las urnas el año que viene.
Cambiemos sino perdemos
Con la muerte de Wildo Roa, Cacho Álvarez vendió su talento autoral a la diputada nacional del PRO Gladys González, y armó el sainete para la toma del poder del Concejo Deliberante y el posterior copamiento de la Defensoría del Pueblo. Hay que decir que el viejo barón del conurbano había escrito un excelente guión, pero lo que no se entiende que alguien tan conocedor de la política haya pasado por alto un detalle que se aprende en el primer manual del intendente bonaerense: el Ejecutivo maneja la caja.
El PRO sintió en un momento que se iba a quedar con todo, que se repetía la revolución libertadora en el distrito más “K” del mundo, que el poder estaba al alcance de la mano, que después de esa “jugada magistral” digna de un Bobby Fischer o Garry Kasparov, los macristas tenían el Municipio servido para poner contra las sogas a Ferraresi que en 2017 (parece que se va de diputado), y quedarse con el distrito en 2019 como si le sacaran un caramelo a un chico de cinco años. Bueno, nada de eso pasó.
Ferraresi, que quizás no mueva las fichas como los ajedrecistas antes mencionado no se hizo ningún problema, directamente se metió en el juego y pateó el tablero mandando todo al demonio e impidiendo que Cacho y Gladys siguieran jugando la partida.
En el origen del 2016 , el FPV tenía 10 concejales, un socialista aliado, y posiblemente la concejal López; Cambiemos por su parte tenía seis concejales (cuatro del PRO, uno de la UCR y otro del GEN), mientras que el Frente Renovador, eran y son seis deliberativos (tres del espacio de Armando Bertolotto y tres de José Alessi).
A pesar de que el PRO le había hasta robado una concejal al intendente K (la ex de Cacho Álvarez, Mary Balbuena) y que intentaron reclutar a Carmen López, el bloque PRO se rompió con la salida de Daniel García, que puso a su mujer como Defensora del Pueblo, y el interbloque Cambiemos (que en realidad nunca se llegó a serlo formalmente) , perdió el apellido de “bloque”, y sólo se quedó con el nombre de pila “inter” (de interna).
Propuesta Republicana
Al fallar la toma del poder, la salida de Daniel García causó intensas peleas y hasta denuncias dentro del macrismo. El concejal conocido como “el loco”, desnudó algunos manejos de la diputada en Avellaneda y el sainete pasó de ser una comedia a convertirse en drama. Cobró intensidad e intervinieron “los de arriba”.
García, ahora ex hombre del intendente Jorge Macri (según una fuente muy cercana al intendente de Vicente López), quedó con un monobloque al que los ediles del bloque PRO acusan de ser socio y funcional a Ferraresi, y a partir del 2 de octubre será expulsado del partido por lo que dijo a Política del Sur la diputada González.
En realidad, la interventora del PRO aceptó el pedido de expulsión y ese pedido se presentó dos veces en el HCD, pero de acuerdo a lo charlado con uno de los concejales PRO, el Ejecutivo cajonea la prohibición de usar la sigla PRO para el “loco” García.
Pero no es García el único polémico dentro del PRO. Algunas movidas de la actual conductora del espacio (Gladys González empiezan a ser cuestionadas), por empezar por no haber sabido contener al concejal que se fue. Claro, la pregunta del Olimpo M es ¿el loco se fue por loco o porque la jefa no supo manejar la situación?
Esto condice con algunas críticas que empiezan a filtrarse por la manera en la diputada está llevando la relación con los radicales de Cambiemos que se dividen en dos bandos como en toda la provincia de Buenos Aires ante la interna que se viene para elegir las autoridades del Comité Provincia, aunque se descarta que habrá lista de unidad.
Adelante radicales
En la toma del poder que había ideado Cacho Álvarez, los radicales tenían un papel secundario, pero no quedaban afuera. Quizás, si González le hubiera ofrecido a Juan Manuel Casella la Defensoría del Pueblo (y esto corre por exclusiva opinión del autor de esta nota), la historia hubiera sido otra, más triunfalista si se quiere.
Los concejales radicales que responden a Casella se abrieron del sainete y optaron por denunciar “un intento golpista contra el titular del HCD, Hugo Barrueco”. Con este inapelable argumento desde la lógica de lo políticamente correcto, Gladys González vio como además se diluía la relación Cambiemos. Recordemos que el edil Rodrigo Galetovich decía sueltamente de cuerpo allá por julio de 2015 a un medio llamado El Vigía: “No me imagino al PRO gobernando el Municipio”, y que no querían a González.
Hoy la diputada nacional (allegada a Horacio Rodríguez Larreta, un rival directo de la gobernadora María Eugenia Vidal en la carrera por el 2019) eligió inclinar su predilección por el radical del Daniel Salvador en el distrito, Fernando Landaburu, que en realidad es la minoría radical en el distrito y esto hace que los juanchicasselistas sigan enojados porque no le dieron ni la recepción de la gobernación bonaerense.
Frente para la Victoria, peronista y cristinista
Si bien Ferraresi salió bien parado del sainete de Álvarez de Olivera, el hombre tiene otros problemas que no son menores porque en principio se ha peleado con el líder de la FESIMUBO, nada menos que el poderoso Rubén “Cholo” García, líder absoluto de los municipales bonaerenses, luego de la caída estrepitosa de Humberto Bertinat (Hurlingham) y la soledad en la que quedó Oscar Ruggiero (Tres de Febrero).
Ferraresi intentó dividir para reinar y creó otros sindicatos paralelos para tratar de licuar el poder de García, pero no lo logró. Consiguió sí, hasta ahora, frenar la paritaria de la nueva ley, pero se compró un enemigo que ni el mismo diablo querría tener.
El otro gran problema lo tiene en el HCR. Ferraresi no puede darse el lujo de perder un solo concejal (ni uno), porque de esa manera quedaría como el rey desnudo frente a Cacho Álvarez que volvería a tratar de invadir el recinto con su escasa tropa de uniformes amarillos para derrocar a Barrueco.
Hoy el “Ferraresi Futbol Club” es un club chico que ganó el campeonato y tiene que jugar la Libertadores, pero tiene los mismos problemas de todos los chicos: sencillamente no tiene recambio para afrontar las dos competencias. Las demás fuerzas, ni siquiera tienen un equipo formado, pero el campeón tiene que revalidad títulos.
Así Ferraresi tendrá que apelar a todos sus “recursos” de mariscal para impedir que la tropa se le rompa, contener a los radicales, sostener a García como aliado circunstancial y manejar la relación con Armando Bertolotto para no haga la “gran Russo” en Lanús, y se pare de manos contra el kirchnerismo que gobierna.
El conventillo que está por ahora calmado, no se oyen los gritos de hace un mes atrás, pero adentro de las habitaciones todos se pelean en voz baja porque la gente está cansada de oír tanto alboroto que no aportada nada a la mediocridad general de una política cada día más despolitizada.
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