Carlos Arroyo sostiene que disputa una guerra con Aldrey Iglesias y reduce al empresario todos sus males. Sin embargo, la gestión atraviesa una crisis institucional que ya suma tres escándalos en 90 días.
“Toda mi vida estudié estrategia militar. Esto es una batalla, no la guerra. En las batallas siempre hay bajas”. El intendente Carlos Fernando Arroyodefinió con estas palabras la situación que vive por estas horas, tras la detención y la renuncia de Emiliano Giri al Ente Municipal de Turismo, involucrado en un escándalo de corrupción. Para Arroyo, todo se resume a esto: de un lado, está la nueva gestión municipal; del otro, Florencio Aldrey Iglesias. Ambos desataron una guerra que, cree, se extenderá a lo largo de los 4 años de mandato.
Hay algunas cuestiones de forma en el caso Giri que despiertan interrogantes. Pero el tema de fondo es concreto. Y grave. A juzgar por lo que figura en el expediente, los hechos de corrupción en el Astillero Río Santiago existieron. Y los testimonios de los presuntos beneficiarios de esos jugosos sueldos que jamás cobraron lo identifican a Giri como la persona que los contactó. No uno, ni dos: más de una decena.
Es raro que Giri haya sido detenido a las 2 de la mañana en su casa, sin que antes lo hayan citado a prestar declaración indagatoria. Es extraño que lo hayan exhibido por todos los medios, esposado. Llamativo, también, que los medios nacionales centren su atención solo en él cuando además están detenidos exfuncionarios y la cúpula del Astillero Río Santiago. Pero eso –al menos por ahora- no lo exime de la culpabilidad de los hechos que se le imputan. Harán falta pruebas contundentes para desligarlo de la causa en la que un fiscal lo señaló como partícipe necesario del delito de peculado y un juez de Garantías convalidó esa hipótesis con la orden detención.
Arroyo y su equipo le achacan todos sus males a Florencio Aldrey Iglesias. El dueño del multimedios La Capital hace todo lo posible para desgastar al gobierno de Cambiemos, que decidió combatir su poder establecido y tomó medidas concretas en su contra. En el municipio ya no hay tapujos y le apuntan con nombre y apellido.
La historia comenzó en la campaña, pero hasta allí las respuestas del candidato a intendente a los ataques de Aldrey eran meras cuestiones declarativas. Una vez en el poder empezaron los golpes concretos, de menor a mayor. Primero, obligarlo a señalizar el sector cultural del Paseo Aldrey con el nombre que debe llevar por la concesión. Luego, le sacaron la exención de tasas que tenía el Hotel Provincial y le clausuraron locales comerciales. Finalmente, este fue compartido con la Provincia, le quitaron los tragamonedas del Casino del Provincial y dispusieron su cierre.
Pero al tiempo que el intendente disputa esa “guerra”, como la definió,cometió equivocaciones suficientes para facilitarle el trabajo al multimedios La Capital de desgastar su gestión.
En menos de 100 días, el intendente ya perdió a tres funcionarios. En mayor o menor medida, todos envueltos en un halo de escándalo. El primero fue Julio Razona, secretario de Seguridad. El abogado penalista renunció en medio de denuncias de corrupción cometidas presuntamente por la gestión anterior y falta de apoyo del actual intendente para desentrañar esa red turbia que existía en el área.
Arroyo argumentó que había integrantes del equipo de Razona que no eran de su agrado y el funcionario no aceptaba seguir sin su equipo. Esos funcionarios habían jurado el 11 de diciembre en un acto en el Teatro Colón. Arroyo les tomó juramento sin saber quiénes eran. Cuando se enteró, una semana después, los quiso correr. Y lo hizo, pero no pudo evitar el escándalo.
El segundo fue Miguel Guzmán, presidente del Emvial. El funcionario, “casi un hijo” para Arroyo, usó una camioneta oficial para ir a buscar maquinaria a Córdoba y, de paso, llevar a su hija a San Luis. Volcó y destrozó la camioneta. Es una falta grave, pero lo peor fue su intento decubrir su trampa con una mentira sin pies ni cabeza, un mes y medio después de que ocurrió el hecho. Y justamente en una entrevista con La Capital. Arroyo reaccionó rápido y lo echó, pero la sangre lo salpicó de nuevo.
El tercero llegó ahora y es el de mayor impacto. Emiliano Giri apareció por todos los medios nacionales, esposado, y signado como “el primer funcionario de Cambiemos detenido por corrupción”. Es el queverdaderamente hace temblar al gobierno de General Pueyrredon.
Los medios nacionales se hicieron eco por estas horas de la preocupación que existe en el macrismo por la realidad de Mar del Plata. Esa preocupación no es solo por el caso Giri, ya venía de antes. Desde loslaboratorios de Cambiemos en La Plata y la Ciudad de Buenos Aires lehabían “sugerido” a Arroyo que nombrara una especie de jefe de Gabinete para coordinar la política del municipio. El intendente rechazó la propuesta.
Luego, llegaron dos enviados a General Pueyrredon, asesores del jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta. La versión municipal es que vinieron para cumplir con el acuerdo de hermanamiento firmado durante la campaña entre el jefe de Gobierno porteño y el entonces candidato a intendente. La versión capitalina es que desembarcaron para “auditar” la gestión y tener un mayor grado de certeza de la realidad del municipio.
Este miércoles por la mañana, en la entrevista que dio a Radio Brisas, Arroyo siguió con su analogía bélica. “Hemos bajado en Normandía, sufrimos algunas bajas, pero ahora comienza el avance sobre ‘la capital’ enemiga”, dijo con picardía. En esos ataques, dicen desde el municipio, también incluyen los constantes paros que realizan los recolectores de residuos impulsados en la falta de pago de salarios de la empresa 9 de Julio, históricamente vinculada a Aldrey, entre otras cosas.
En esa misma charla se atrevió a remarcar que Vidal “tendrá que ayudar o ser espectadora” de la batalla que está librando para desterrar a quienes se creen “dueños de Mar del Plata”. Arroyo reduce todos sus problemas a la figura de Aldrey Iglesias. Pero la realidad es que hoy su gobierno atraviesa una fuerte crisis institucional, a solo 90 días de haber asumido. Y que su futuro, en buena parte, dependerá del respaldo que tenga –o no- de los gobiernos nacional y provincial.
Comentá la nota