Por Mario Wainfeld
Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) desde su implantación nacional en 2011 funcionan como predictivas de las tendencias de las elecciones generales. En general el primero conserva o aumenta la cifra que obtuvo.
Es un piso, conforme la experiencia acumulada en la nación en 2011 y 2013 y en provincias este año. El del Frente para la Victoria (FpV) es altísimo y lo predispone como amplio favorito para mantenerse en la Casa Rosada después del 10 de diciembre.
En trazo grueso, todos los indicadores ayudaron a prever el resultado. Las encuestas, el semblanteo de rostros en los “bunkers”. La fórmula Daniel Scioli-Carlos Zannini salió primera, Mauricio Macri-Gabriela Michetti quedaron segundos y llegaron terceros Sergio Massa-Roberto Sáenz. Macri y Massa vencieron en las internas de Cambiemos y UNA. El primero por amplio margen contra sus dos rivales: Ernesto Sanz y Elisa Carrió. El segundo con luz aunque sin goleada contra José Manuel de la Sota.
La jornada fue política y cívicamente tranquila, a diferencia de las inclemencias climáticas, muy complicantes en buena parte del país. Seguramente eso agravó la lentitud del escrutinio, que también se descontaba de antemano. Esta nota se cierra a las dos y media de la mañana del lunes con datos parciales. Se consignan porque orientan el análisis aunque se reconoce que hará falta ver los totales y su distribución geográfica para hacer lecturas más finas.
Con los números incompletos y faltando escrutar buena parte de los votos en Buenos Aires, San Juan y Entre Ríos, es más que verosímil que el Frente para la Victoria (FpV) a amplíe su ventaja sobre la sumatoria de Cambiemos. En este momento es 36,42 por ciento contra 31,5, o sea 4,9 puntos porcentuales contado el 42,7 por ciento del padrón nacional.
Dejemos de lado, en este párrafo, a los candidatos más taquilleros. Los “tres que fueron a Showmatch”, los únicos que siguen en carrera por la presidencia. Vamos a quienes se alzaron con puñados de votos.
Sanz y Carrió son grandes derrotados de ayer. La UCR cumplió la segunda “menos peor” presidencial de su historia: se arrima al doloroso desempeño de Leopoldo Moreau en 2003, apenas a la salida de la debacle del gobierno de Fernando de la Rúa. Quedar bien por debajo de los dos dígitos, no haber logrado una interna medianamente pareja trasunta carencias de todo tipo que habrá que desgranar más adelante.
Los guarismos de Lilita expresan la asimetría entre la exposición mediática con el aval de Clarín versus la voluntad popular. Lilita es “legítima” en el piso de TN pero no entre los ciudadanos, ni siquiera entre los de su target. Tres o cuatro puntos de rating casi diarios durante dos años no le propician un porcentaje similar de votos.
La diputada Margarita Stolbizer parece haber realizado una cosecha chica. Tal vez quedó comprimida por la preeminencia de las tres coaliciones más poderosas. Pero de todas modas formas podrá ahora intentar pujar con sus ex correligionarios tratando de imantar el voto más fiel al legado alfonsinista o sus arrabales. El tacticismo de Sanz no sirvió para ser alternativa de poder y posiblemente propició que los radicales de derecha eligieran a Macri contra él: el original y no la desleída copia.
El Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) viene superando el piso del 1,5 por ciento de los votos para seguir en carrera en octubre. Y el joven Nicolás del Caño destronando al canónico Jorge Altamira en la primaria. Al cierre de esta nota, da la impresión de ser la única alianza de izquierda que podrá estar en el cuarto oscuro en octubre. Si se corroborara, sería un premio a una construcción más trabajada, perdurable y frentista que la de otros espacios similares. Tres quedaron en el camino, con sumas ínfimas de sufragios.
Adolfo Rodríguez Saá, si se confirman las tendencias a esta hora, será de nuevo estandarte sanluiseño en octubre.
La campaña que se inició ya estará signada por la competencia entre Massa y Macri por concentrar el apoyo opositor. Los dirigentes del Frente Renovador (FR) unificaron discurso: se exhibieron como vencedores. Acaso exageren porque tiene que ver con subidas y bajadas: en 2013 estaban mejor, en 2014 parecido a ahora, a principios de este año peor.
Massa y Felipe Solá entre otros que fueron desfilando ante las cámaras acentuaron que no hay polarización sino coexistencia de tres espacios con chances. Y, peronistas al fin, se encargaron de describir al PRO como un elenco de chicos malcriados: malos perdedores, incapaces de controlar una elección con fiscales, denunciantes de un fraude que no existió.
Macri sonrió, habló como el neobudista que es, subió al escenario a Sanz y Carrió. Necesita contener, antes que a ellos, a sus votantes. Hay que ver si estos se mantienen fieles a Cambiemos o migran hacia la pertenencia (Stolbizer) o a otro challenger del kirchnerismo, el que alardeó de venir de atropellada. Su devenir, supone este cronista, no dependerá de los mandatos de dirigentes sino del propio olfato de esos ciudadanos.
La cabal medida de su capital político se sabrá con el ciento por ciento del escrutinio provisorio que asimismo dará la talla de la diferencia con Massa. Desde 2003 sólo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sacó más de 25 puntos en una presidencial. Este es un dato para tomar en cuenta al menos para compararlo con otras ofertas opositoras del pasado.
Scioli pronunció disfónico un discurso larguero para sus marcas habituales. Daba la impresión de no encontrar el cierre o de no desearlo. Se esmeró por ser fiel al kirchnerismo y a su propia imagen. Dedicó el resultado a la memoria del presidente Néstor Kirchner y del operador Juan Carlos Mazzón, fallecido recientemente. Es una alquimia extraña que varios dirigentes peronistas sentirán como propia, aunque no suena muy K. Fuera de sus habituales tópicos optimistas y de las ratificaciones de pertenencia y previsibilidad (marcas de fábrica) el gobernador agregó un puñado de palabras o expresiones clave que repite una y otra vez: “desarrollo”, “segunda reindustrialización”, “progreso”. En un trance que no incluye en el programa detallar propuestas, el candidato ganador esbozó los primeros trazos de un relato nacional-popular clásico, con los añadidos de la etapa kirchnerista.
Para Scioli lo esencial es sostenerse y evitar traspiés. Tiene un caudal enorme y adversarios de temer. Los más peligrosos, acaso, no son los que trajinaron en las campañas, para regocijarse o sufrir ayer. Son los poderes fácticos que hace rato eshtán nervioshos. Se verá en estos meses si dejan fluir el veredicto popular o si tratan de desequilibrar el sistema democrático que le es chúcaro e ingrato. Se aceptan apuestas, mientras todos los que quieren continuidad de las instituciones levantan la guardia.
El gobernador bonaerense puntea, la distancia se conocerá en unas horas. Con la precariedad de la mirada noctámbula, el FpV domina Buenos Aires, el Conurbano, empata en Santa Fe, golea en la Patagonia, el NOA y el NEA. Aunque en Jujuy y Tucumán no se disputaron PASO locales, cuesta creer que se reviertan las diferencias logradas contra sus adversarios provinciales. Un mapa clásicamente peronista-ganador, con disparidades geográficas marcadas con relación a la Ciudad Autónoma, Mendoza o por ahí Santa Fe. Seguramente cuando se hile más fino, durante la semana que se inicia hoy, podrá ratificarse la tradicional gravitación kirchnerista en sectores populares.
Habrá, entonces, que recontar cuántas provincias ganó contra las que obtuvo Cambiemos. Da la impresión que UNA solo venció en Córdoba que será un territorio en que el FpV tiene que dedicarse a pescar votos que se inclinaron ayer por De la Sota.
El escenario racional para octubre es un primer puesto para Scioli y sus huestes. No es seguro para nada pero tampoco imposible que pueda evitar el ballottage. En cualquier caso, en octubre se signarán la composición del Congreso nacional y de las gobernaciones. A primera vista, luce como un cuadro factible de amplia hegemonía que le permitiría una base de gobernabilidad si ganara. Y que pondría en figurillas a cualquiera de sus dos adversarios si consiguieran la espinosa hazaña de llegar segundos, evitar el ballottage y ganar en segunda vuelta.
Con los números y la sensación térmica de hoy parece peliagudo. Pero quedan dos meses y medio, lapso que es una eternidad y dan un margen para “hacer política” dignamente. Ojalá se consagren a eso sin articular con la lógica rabiosa y destituyente de los poderes fácticos. Sus candidatos quedaron atrás ayer. También sufrió un revés su incitación a la bronca y el odio, que no sintonizan con el tono de la memorable jornada del domingo, la enésima de convivencia democrática que construyó el pueblo soberano.
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