Repaso de causas y consecuencias en las localidades más importantes de la provincia.
Luciano di Nápoli: logró convertirse en el primer intendente reelecto en lo que va del siglo, en la siempre esquiva Santa Rosa, sabiendo que la gestión es siempre desgastante y contra un rival de fuste. Lo hizo, además, como cabeza de una lista de unidad. A futuro le quedan dificultades, pero aun con limitaciones respecto de otros triunfos del peronismo en la provincia, su gestión fue aprobada con creces.
Fernanda Alonso: la intendenta de General Pico es una de las grandes ganadoras de la jornada, a partir de la diferencia con la que venció a su contrincante, que desde ya no era la mejor candidata que podía poner la oposición. Desde los severos cuestionamientos que mereció en 2021 por su ausencia en campaña, tejió con paciencia, se arrimó a Verna, gestionó y construyó. Ahora es una de las posicionadas para buscar la Gobernación en 2027.
Francisco Torroba: su situación es similar a la de Berhongaray, con el detalle de la diferencia generacional a la que pertenece. En general, dejó la sensación de que en la elección hizo lo que pudo: nunca fue favorito, aunque trabajó en el intento de presentarlo como realidad. Perdió decorosamente y por una cuestión de edad ya está en retirada, aunque es ahora su hijo el que merced a los pactos de distribución de cargos tendrá una banca en la Legislatura provincial.
Ariel Rojas: pisó fuerte en Toay, recuperó algún entusiasmo que el justicialismo creía haber perdido, hizo una apuesta contundente para dejar la Legislatura y volver al municipio cuando la lógica implementada por el oficialismo era en general apostar a las reelecciones de sus intendentes. Todavía es temprano para mirar el futuro, pero ya lleva experiencia gestionando ejecutivos y nadie le quita el sueño -que ya tuvo- de hacer el intento de ser candidato a gobernador.
Jorge Cabak: uno de los intendentes peronistas derrotados. Gobernaba la localidad sureña desde 2003 y consideraba que tenía "la vaca atada". Cuestionado por algunas políticas públicas, condenado por el delito de trata de personas, se confió y se aburguesó en la campaña y el triunfo se lo llevó la oposición, que puso a jugar a un reconocido vecino de la localidad.
Abel Sabarots: uno de los intendentes radicales mejor posicionados reafirmó con su desempeño electoral lo que la gestión como jefe comunal de General Acha venía mostrando entre pares e incluso ante el gobierno provincial. Tiene trayectoria, buen diálogo hacia el interior de su partido donde ha sido un sistemático generador de consensos, y también llegada con el gobierno provincial aunque sea de otro signo partidario. Su proyección está en el radar del sistema político pampeano.
Mónica Curutchet: otra intendenta opositora que pisó fuerte, fue respaldada por el voto de su población e incentiva desde hace tiempo a los partidos no peronistas a que muestren una mayor vocación de poder. También tuvo en estos años una mirada satisfactoria de la gestión de Ziliotto, aunque se permitió cuestionarle que nunca la hubiera recibido en una reunión cara a cara. La dirigente, que no está afiliada a ningún partido, también aparece con proyección hacia el futuro dentro de la oposición.
Hugo Kenny: ratificado en Victorica una vez más, y esta vez con una ventaja más clara respecto de la que había cosechado en 2019, cuando ganó en tiempo de descuento y contando hasta el último voto. Su gestión es avalada por quienes habitan en una ciudad donde la grieta está presente y donde el justicialismo tiene referencias de importancia. Si se lo propone, tiene derecho a tener incidencia en el armado provincial de su fuerza.
Eduardo Pepa: otro referente opositor que sale muy bien parado del proceso electoral, porque recuperó una intendencia como la de Alvear, que estaba en manos justicialistas y que además quedó en el centro de las disputas con algunas chicanas de las últimas semanas. Pepa es uno de los pocos dirigentes del PRO que tiene resultados concretos en su lugar, aunque a veces en su propio partido no le den protagonismo.
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