El gobernador de Chubut, Ignacio Torres hizo enroques en su equipo de trabajo a pocos meses de terminar el primer año de gestión. Tirones de orejas para algunos, reconocimiento para otros. El año electoral y la impronta política que viene.
El gobernador, Ignacio Torres, volvió a hacer retoques en su equipo de trabajo. Desde que comenzó la gestión, en diciembre pasado, realizó varios cambios importantes además de enroques como ocurrió en esta última oportunidad.
Fuentes del Gobierno indicaron a La Tecla Patagonia las decisiones de cambios responden a momentos y circunstancias determinadas y tienen que ver con una especie de “premio y castigo” para los que están.
La primera modificación importante que hizo Torres tuvo lugar en julio pasado cuando removió al entonces ministro de Economía, Facundo Ball que pasó al directorio del Banco del Chubut. En su momento, tras un primer ordenamiento técnico - ya que Ball es un catedrático reconocido y ortodoxo-, el Gobernador consideró necesario dotar de un mayor vuelo político al área y por eso designó al todoterreno, Andrés Meiszner. La segunda etapa del año se presentaría más compleja en términos de negociaciones paritarias y en general, y necesitaba allí a un ministro halcón.
En este momento también relevó a la ministra de Familia, Elba Willhuber que llegó al cargo mediante un acuerdo promovido desde Esquel con el exintendente, Rafael Williams. El perfil y el desempeño de Willhuber no terminó de cerrar para lo pretendido por Torres. La exdiputada, por una cuestión generacional tiene una concepción vieja de la forma de hacer política que no va de la mano con la impronta de “hacer y moverse” que busca imprimir Torres. En su lugar llegó Florencia Papaiani, peronista de alto perfil en el Valle con una marca personal muy similar a la de Torres. También desembarcó Victoriano Parodi, radical de Trelew, como ministro de Gobierno, Laura Mirantes en Producción y Ramiro Ibarra en la presidencia de Lotería. Un dato a tener en cuenta, salvo Meiszner que promedia los 50 años, todas figuras jóvenes.
Otro cambio se cristalizó hace pocos días cuando Torres envió al Instituto de Seguridad Social y Seguros, recién normalizado, a su alfil en salud, Sergio Wisky, que además fue legislador nacional y provincial en Río Negro y tiene manejo político para ese nuevo rol en un Instituto con presencia gremial fuerte en el directorio como la de Guillermo Quiroga de ATE.
En las últimas horas, el Gobernador decidió avanzar con más cambios, pero en esta oportunidad tuvieron que ver con una especie de “reordenamiento interno” y también con el famoso “premios y castigos”. Los objetivos no son los mismos que a principio de la gestión, y por eso se desplegó artillería “más pesada” en los puestos de mayor relevancia política porque si hay algo que hicieron estos meses fue evidenciar que Torres no puede estar en todos lados y ponerle el cuerpo a todo lo político.
En este sentido, hay funcionarios que jerarquizaron su presencia en el equipo y otros, que pasaron a cargos menores. ¿Un llamado de atención? Es inevitable hablar entonces de ganadores y perdedores en esa segunda etapa de cambios que encaró Ignacio Torres.
Una figura que emerge con fuerza – y cada vez más – dentro del Gabinete del chubutense, es la de Guillermo Aranda, amigo y mano derecha de Torres. El que tiene la confianza ciega del mandatario y también uno de los pocos que puede decirle de frente las cosas. No de esos amigos del campeón que ahora abundan.
Aranda tuvo además de su rol administrativo en la secretaría general, el lugar político más importante del Gabinete. “Hablalo con Guille”, es una respuesta habitual del Gobernador cuando está sobrepasado. Más allá de esto, Aranda se puso al hombro la difícil tarea de juntar los pedacitos rotos de varios espacios políticos y armar el espacio provincial que se lanzará en breve y que será el trampolín de Nacho ya sea para su reelección como para alguna otra intención a nivel nacional. Además, a nivel legislativo el año que viene se daría el primer paso acaparando las bancas disponibles en el Congreso, lugar que Torres maneja tranquilo y desde donde negoció con Nación muy cómodo.
Aranda ocupará en esta etapa la jefatura de Gabinete, algo en rigor ya venía haciendo solo que ahora fue reconocido formalmente.
El que se va cabizbajo a la secretaría de Articulación Ciudadana es Guillermo Almirón, el peronista de Comodoro que llegó como parte de un acuerdo con Ana Clara Romero. Almirón no se lució en la jefatura de Gabinete y este pase es de alguna forma un tironcito de orejas. Tendrá una segunda oportunidad en un área creada por esta administración que busca tomar protagonismo.
En el área de Infraestructura Torres también materializó cambios. Nicolás Cittadini, el eterno ministro del área se hará cargo de Energías Renovables, un espacio que no es menor para todo lo que viene con el tema del hidrógeno verde, GNL, etc, pero ya no estará al mando. En su lugar asumió Hernán Tórtola, quien estaba en Vialidad Provincial. Tórtola tuvo un alto perfil en Vialidad, con un impronta activa y acorde para esta segunda etapa en la que Torres quiere darle una mayor trascendencia a las obras. Consiguió además varias reactivaciones importantes en Nación y esto le sumó porotos.
El resto de las figuras que asumieron en nuevos roles comparten la característica de tener una impronta joven y pujante con lo que Torres termina de delinear un equipo con una marcada característica generacional, con figuras con predominio de personalidades proactivas.
Se trata de Macarena Acuipil, politóloga y docente que venía desempeñándose en la subsecretaría de Relaciones Institucionales, sobre todo en lo concerniente al censo de empleados públicos encargado por Torres. Federico Drescher, es ingeniero y trabajaba en Vialidad en Obras por Contrato. Ahora será el titular. En tanto, María José Pögler, asumió en la secretaría de Relaciones Institucionales, mientras que Magalí Volpi lo hizo en Turismo.
Con estos cambios, Torres busca reafirmar su impronta para lo que viene que tendrá un fuerte corte político ya que el próximo año será electoral y lo que se pondrá en juego son mucho más que bancas en el Cámara baja.
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