En el mercado financiero, todo fue festejo para el Gobierno, que no disimuló su alivio al confirmarse un precio en el punto medio de la banda
Por Fernando Gutiérrez
Como suele ocurrir en el boxeo, el primer round del nuevo tipo de cambio flotante fue "de estudio", con los contendientes tratando de no arriesgar demasiado y ver cómo se acomoda el rival. En la jerga financiera, a ese tiempo de espera se lo llama "price discovery" y es lo que está caracterizando a estas primeras jornadas post cepo.
Se notó ya desde el viernes pasado en el comercio -en especial en los sectores que manejan insumos importados- donde muchos proveedores dejaron en suspenso sus listas de precios hasta ver en qué valor se estabiliza el tipo de cambio. Y otros que habían reajustado sus precios por encima del 20% -lo que implicaba un dólar cerca del techo de la banda- no tuvieron mucha demanda de su producto.
En el mercado financiero, todos fueron motivos de festejo para el Gobierno, que no disimuló su alivio. Como se esperaba, los diversos tipos de cambio tienden al punto medio de la banda, lo cual deja una primera visión respecto de quiénes fueron los ganadores y quiénes los perdedores del nuevo esquema.
Es claro que el primer ganador es el propio Banco Central, que el lunes informó "sin intervención" luego de la jornada del viernes con su récord de u$s398 millones vendidos. Es, desde el punto de vista del gobierno, una potente señal al mercado en el sentido de que terminó la sangría de reservas que se estaba viviendo desde hacía dos meses.
Dado que el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional permite que el BCRA intervenga incluso dentro de la banda cuando se den situaciones de volatilidad no habitual, se había generado cierta expectativa de que Santiago Bausili pudiera echar mano a su nueva billetera de dólares para marcar el nivel en el que pretendía que se estabilizara la paridad. Sin embargo, la convergencia se produjo sin sacrificio de reservas.
Entre el blue a pérdida y el nuevo rulo
El primer puesto entre los perdedores es para los minoristas que el viernes pasado compraron el blue a $1.365. Tras la liberación del cepo, el billete se cotizó a $1.230 en las principales entidades de plaza, lo que implica que sufrieron una pérdida de capital instantánea de 9,8%.
Para los bancarizados que compraban el dólar en su versión MEP, la opción lógica sería ahora comprar al tipo de cambio de los bancos, que cotiza más barata. Quienes el viernes habían pagado $1.333 se encontraron que esa operación les hizo perder un 7,7%. Sin embargo, quedó un consuelo para los más rápidos: aprovechando que se eliminó el "parking" en la operatoria de bonos, quedó margen para hacer un "rulo" consistente en comprar a la cotización bancaria y luego vender en el MEP, con una pequeña ganancia -que en un momento de la jornada llegó a ser del 3% y luego se fue angostando-.
Los analistas prevén que la posibilidad de hacer ese negocio terminará muy rápidamente, por efecto del inexorable arbitraje: el MEP tenderá al mismo valor que el dólar bancario precisamente por el aumento de la oferta que surge del citado "rulo".
El "contado con liquidación" también cae con fuerza, aunque se prevé que mantendrá su tradicional spread por encima del MEP -en situaciones de calma del mercado suele ubicarse en 1%- dado que ese costo es el precio que los inversores están dispuestos a pagar para dejar las divisas en una cuenta bancaria del exterior.
Entre los ganadores, los mayores festejos -al menos por ahora- están entre quienes se habían protegido de una suba del tipo de cambio oficial, cuya cotización respecto del viernes saltó un 11%. Una de esas herramientas había sido el bono dólar linked: aun cuando el título tiene una tasa negativa de 1,98%, igual compensaría a los inversores si para junio se mantiene el dólar mayorista encima de $1.110. Aunque los más entusiastas en el gobierno hablan sobre un derrumbe del dólar cuando empiecen a entrar las divisas del agro, la mayoría de los analistas creen que lo más probable es que la cotización quede estabilizada en un valor no inferior a $1.200.
Milei apura al campo
En el plano del comercio exterior, ocurrió lo previsible: a los importadores se les encareció la operatoria -11% en la primera jornada- mientras que a los exportadores les mejoró el ingreso. En el caso de los del sector agrícola que recibían el tipo de cambio "blend" -que hasta el viernes pasado se ubicaba en $1.128-, hubo una mejora acotada. De momento lo que embolsarán por sus ventas será un 6,2% más alto que la semana pasada.
Por cierto que se trataba de un efecto que todos daban por descontado, y es por eso que en las últimas semanas se había constatado un apuro de los importadores por adelantar compras y asegurarse un stock, mientras que en el campo se daba el fenómeno inverso y las exportaciones se ralentizaron, aun cuando todavía quedan 7 millones de toneladas de soja de la cosecha anterior guardados en los silobolsas.
Y, como siempre, la gran interrogante en el mercado es si con el nivel de dólar que se vio el lunes los productores verán un atractivo para la venta o si aguardarán a ver un tipo de cambio más alto. El presidente Javier Milei recordó que la rebaja temporaria de las retenciones -que en enero bajaron del 33% al 26% para la soja- mantiene su fecha de finalización en junio, por lo que resulta conveniente no demorar las ventas.
La afirmación del presidente generó críticas entre los productores, que consideraron esas declaraciones como una presión similar a la que sufrían durante las gestiones peronistas y que se dedicaron durante toda la jornada a poner en cuestión la vocación liberal de Milei.
Son esos mismos productores que reaccionaron ofendidos cuando en febrero pasado desde el propio gobierno les dieron la sugerencia de que había que aprovechar los precios relativamente altos del mercado internacional para vender toda la soja y colocar los pesos a "hacer carry trade", aprovechando la tasa alta.
La nueva cuenta de la soja
En todo caso, lo cierto es que en el campo son momentos de rehacer las cuentas. Por motivos estacionales, los expertos dan por descontado un incremento de las liquidaciones, dado que se está levantando la cosecha gruesa y hay dificultades logísticas para el acopio.
Además, en esta época del año están venciendo obligaciones financieras de productores que habían tomado financiación para sobrellevar los momentos de sequía.
No hay un consenso entre los expertos del negocio agrícola sobre cuál sería la cotización ideal para vender. El factor clave a considerar es que, así como los productores tienen ingresos dolarizados, también tienen costos que se rigen por el dólar, como la urea, los herbicidas y la maquinaria. O sea, no necesariamente un dólar muy alto implica una mejora en la rentabilidad.
Hasta la semana pasada, la brecha del 25% existente entre el tipo de cambio oficial y el "contado con liqui" impactaba sobre la ecuación de negocio del agro. Una vez descontadas las retenciones, liquidados los dólares el cambio oficial y luego recomprados en el paralelo, el resultado era que el productor apenas lograba retener un 62% del precio internacional que cotiza en Chicago. Ahora, esa diferencia cambiaria entre el cambio oficial y el CCL comprimió, de manera que lo que le queda al productor es un 70% del precio Chicago.
Entre los factores que pueden incentivar la venta, además, está el factor internacional, dado que el "efecto Trump" por la disputa arancelaria está golpeando los precios de las materias primas. Como el mercado asiático es el principal comprador de soja y sus derivados, podría haber una presión bajista sobre los precios. De hecho, hace meses que los consultores del sector agrícola intentan convencer -no con mucho éxito- a los productores de asegurarse el precio ante la perspectiva a una baja a futuro.
La pulseada por las tasas
Hay todavía algo de incertidumbre respecto de cómo evolucionará el mercado de las tasas en pesos, ahora que se abandonó oficialmente el congelamiento de la base monetaria amplia.Los analistas, tras los anuncios del viernes, habían insinuado que debería haber una suba de tasas como para rearmar el carry trade y asegurar un atractivo a las inversiones en moneda nacional para que no se repita una presión desmedida sobre el techo de la nueva banda.
Un reporte de la gestora de fondos SBS afirmaba que en el contexto de relajamiento de las restricciones cambiarias "esto implicará una mayor tasa de incremento de los stocks de deuda en pesos del Tesoro".
Por su parte, la consultora Analytica pronostica que "el crédito se encarecerá, ya sea por suba de los encajes bancarios o por un aumento de la tasa de interés".
El primer efecto se vio en las remuneraciones a los ahorristas de plazo fijo, con el Banco Nación tomando la delantera: llevó la tasa nominal anual desde el 29,5% hasta el 37%. Y la decisión se interpretó no sólo como una respuesta al nuevo esquema cambiario, sino también al sorpresivo repunte inflacionario después del 3,7% que dejó el IPC de marzo.
Sin embargo, desde el gobierno dieron a entender que tienen la expectativa de una caída en el mediano plazo. Por ejemplo, Felipe Núñez, uno de los ideólogos del plan de "las tres anclas", opinó: "con la recapitalización del BCRA y el nuevo esquema cambiario, es de esperar que las tasas reales y nominales compriman fuertemente".
Desde ese punto de vista, la nueva banda cambiaria debería disipar los temores a una devaluación brusca -que era lo que reflejaba el mercado de futuros la semana pasada- y por lo tanto las tasas de cobertura deberían reflejar ese nuevo escenario de estabilidad. Además, la expectativa es que los bonos soberanos suban su cotización, llevando así a una caída en el índice de riesgo país.
Pero, de momento, ese escenario de tasas en declive está por verse. De hecho, el mercado de futuros mostró aumentos de los contratos hasta junio, con caídas de tasas para el segundo semestre. La posición a octubre -la primera posterior a las elecciones legislativas- cayó hasta una cotización de $1.410. Implica una expectativa de suba del dólar de 17% acumulado en un período de seis meses teñidos por la campaña electoral.
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