La salida del director de Inspección General, Adrián Coali, marcó una nueva baja en el gobierno municipal. Entre escándalos, renuncias y funcionarios echados, el intendente no logra consolidar a su equipo de gestión.
“Lo que han visto es una respuesta para todos aquellos que pensaban que no teníamos equipo de gobierno”. El 10 de diciembre del año pasado, el Teatro Colón estaba repleto cuando el recién asumido intendente Carlos Arroyo pronunció esa frase rodeado de los funcionarios que acababan de jurar como integrantes de su gabinete.
Exultante, el jefe comunal juraba tener funcionarios de primer nivel. “He hablado con todos en forma individual, sabemos qué queremos y a dónde vamos, algo fundamental en cualquier viaje que se inicie”, dijo en su discurso.
A once meses de ese día ya casi no quedan rastros de los integrantes: en medio de escándalos, renuncias y despidos, 29 funcionarios de distinto nivel se fueron de la gestión municipal.
El primer golpe llegó sólo una semana después del 10 de diciembre, el día que Arroyo asumió y se comprometió a orientar su administración “a lo social”. El jueves 17, inesperadamente, renunció el secretario de Seguridad, Julio Razona. Dijo que en el área había “hechos de corrupción” y que la gestión no respaldó ni a él ni a sus colaboradores para combatirlos. Con el abogado también se fue la directora de Políticas de Seguridad; Alejandra Rubianes; el director general de Coordinación en la Secretaría de Seguridad, Eustaquio Masachesi; y el director de Coordinación y Logística en la Secretaría de Seguridad, Fernando García López.
La salida de Razona tuvo repercusión nacional porque fue la primera de un funcionario de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires.
El miércoles 24 de febrero llegó el segundo escándalo. Ese día, según él mismo contó más tarde, Arroyo leyó el diario LA CAPITAL y de inmediato convocó a su despacho al presidente del Ente Municipal de Vialidad y Alumbrado (Emvial), Miguel Angel Guzmán. Dijo que lo quería como un hijo, pero que no tuvo más remedio que echarlo.
Según reveló este diario, Guzmán había mentido sobre el uso de una camionera oficial, que utilizó para hacer un viaje particular con su hija y volcó en una ruta de San Luis.
Trece días pasaron desde que se develó la mentira de Guzmán hasta que el presidente del Ente de Turismo (Emtur) y coordinador de las áreas de Deporte y Cultura, Emiliano Giri, fue detenido -luego sobreseído- en una causa en la que se investigan contratos truchos en el astillero Río Santiago.
Aunque la investigación comenzó en 2013, cuando Giri no era funcionario, su detención y posterior renuncia significó un golpe al corazón de la administración de Arroyo. Giri no sólo había sido su jefe de campaña, sino que, con tres áreas bajo su supervisión, era una especie de supersecretario.
Después del escándalo de Giri, Arroyo sufrió la baja de uno de sus funcionarios más respetados: el 28 de marzo, el secretario de Cultura, Sebastián Puglisi, presentó su renuncia. Su excusa para salir del gobierno municipal fue que había recibido una oferta laboral que implicaba viajes al exterior y que “era imposible compatibilizar las dos cosas”. Su lugar fue ocupado por Silvana Rojas.
Tan sólo dos días después, el secretario de la Producción, Horacio “Toty” Flores, fue echado del cargo por Arroyo. El intendente argumentó que el gabinete debía ser reestructurado, pero la realidad fue que el hombre cercano a Elisa Carrió era uno de los funcionarios más cuestionados. Flores estaba más en Buenos Aires que en la ciudad y con el paso de los días las críticas a su falta de presencia en el territorio fueron creciendo. Al final, el intendente lo separó del cargo.
En el mismo día que Flores se alejó del gabinete, Arroyo sufría un nuevo golpe: esta vez fue en Salud. Julio Tuseddo, director del CEMA, renunció luego de mantener discrepancias con las políticas impulsadas en el área.
La versión que se dio a conocer es que Tussedo decidió dar un paso al costado al sentirse “responsable” por algunas irregularidades detectadas en el CEMA, donde se comprobó que en los últimos tiempos varios pacientes -muchos de ellos de condición humilde- habían sido sometidos a estudios de resonancia sin contar con los turnos y las derivaciones médicas correspondientes. Del CEMA también se fue el director coordinador Héctor Cuviller.
El 4 de abril fue el turno de salir del gobierno de la mano derecha de Emiliano Giri: el subsecretario de Cultura, Cristian Rabe, se alejó del cargo.
El 13 de abril un nuevo escándalo sacudió al Emtur. La directora ejecutiva Natalia Behr denunció que el nuevo presidente del Ente, Mario Marchioli, le pidió la renuncia por estar embarazada. En medio de fuertes declaraciones cruzadas, Behr terminó yéndose del cargo. En esa etapa también dejó su cargo la directora coordinadora Angeles Maiz Casas.
A fines de mayo, el director general en la subsecretaría de Salud y Protección Sanitaria, Germán Giles, también presentó su renuncia.
El 2 de mayo, el gabinete original del Carlos Arroyo sufrió otro fuerte golpe. El secretario de Economía José Cano anunció que el 1 de junio dejaba el cargo. Arroyo y Cano habían cultivado su relación política en la Agrupación Atlántica y fueron compañeros de bancada en el Concejo Deliberante. Lo que en el pasado había sido un tándem para atacar al gobierno de Gustavo Pulti desde lo político y lo económico, se había desvanecido al calor del poder. Con la llegada al gobierno la relación entre el intendente y su secretario de Economía se fue deteriorando hasta volverse insostenible. Entonces Cano decidió pegar el portazo. Lo hizo de una manera elegante: con una carta dirigida a Arroyo aseguró que su tarea ya estaba cumplida y que había decidido volver al Concejo Deliberante para ocupar su banca para ayudar a la gestión desde ese lugar.
La ayuda duró poco: también se alejó del bloque oficialista cansado de las diferencias con el intendente.
Dos semanas después del anuncio de Cano de que se iba de Hacienda, el intendente también le aceptó la renuncia a la directora coordinadora del área, Lorena Abud.
Sólo tres días después de que Gustavo Schroeder asumió en la secretaría de Economía y Hacienda, el gabinete sufrió otro golpe. Esta vez, el portazo vino del ala radical de Cambiemos: Eduardo Abud renunció a la presidencia del Ente de Obras y Servicios Urbanos (Enosur). Junto al funcionario también abandonaron sus cargos otros integrantes de su equipo: Guillermo Abud, Marcelo López, Juan Carlos Szpyrnal y Gustavo Alfano.
Abud se fue del cargo tras una extensa reunión de más de tres horas con el intendente. Pese al esfuerzo por convencerlo, el funcionario no aceptó seguir en el cargo. Pegó el portazo luego de que por medio de un decreto Arroyo le quitó al área el manejo de la obra pública.
Antes de terminarse mayo hubo otra baja: el director general en la subsecretaría de Salud y Protección Sanitaria, Germán Giles, también presentó su renuncia.
Una sangría que no para
La sangría de funcionarios continuó el 12 de septiembre. Esta vez, el Emtur perdió a su titular: Mario Marchioli presentó la renuncia. El intendente decidió alejarlo del cargo y poner en su lugar a Gabriela Magnoler, una contadora proveniente de la consultora Management & Fit. Pese a que hubo esfuerzos por desmentirlo, la mano de la gobernadora María Eugenia Vidal estuvo detrás de la medida. “Quiero aclarar que de ninguna manera el intendente Arroyo está disconforme con mi gestión. De hecho me ofreció otro cargo que es muy atractivo”, dijo Marchioli antes de abandonar su despacho. Durante un mes había desmentido que iba a dejar el cargo. En la gestión de Arroyo cuando el río suena, agua trae. Con la salida de Marchioli no tardó en llegar la del director general del ente de turismo, Matías Frati.
El siguiente funcionario en irse del gabinete de Arroyo fue el secretario de Coordinación de Gestión y Modernización de la Municipalidad, Agustín Cinto. El hombre enviado por el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta para poner en marcha el tablero de control cumplía un rol clave en la gestión de Arroyo. En medio de una fuerte interna y luego de la caótica visita del presidente Mauricio Macri a la ciudad, Cinto decidió presentar la renuncia y volver a Capital Federal. Pocos días después también pegó el portazo el subsecretario de Desarrollo de Gestión y Tecnologías, Fernando Unzué. Luego fue el turno de Miguel Ángel Capilla, director coordinador de la Laguna de los Padres.
El asesinato de Lucía Pérez (16) también tuvo coletazos en la gestión municipal. El director general de Control y Supervisión de los Servicios de Seguridad Privada, el abogado Cristian Prada, asumió en un primer momento la defensa de uno de los acusados por el asesinato, Juan Pablo Offidani (41). Con el correr de las horas y al conocerse la brutal manera en que mataron a la adolescente, Arroyo tuvo que echarlo del cargo.
La última baja en el gabinete ocurrió la semana pasada cuando el intendente le pidió la renuncia al director de Inspección General, Adrián Coali, al no estar conforme con su desempeño en el cargo. Su lugar fue ocupado por Emilio Sucar Grau.
En 11 meses de gestión, Arroyo sufrió la baja de 29 funcionarios. Pero todo indica que la sangría aún no ha llegado a su fin. Desde el gobierno de María Eugenia Vidal cada vez son más fuertes las presiones para que Arroyo deje de ser mal influenciado por su “mesa chica”. Sobre todo apuntan al subsecretario Técnico y Administrativo y yerno del intendente, Mauricio Loria. Pero también la mira está puesta en el secretario de Gobierno, Alejandro Vicente. El escándalo que lo tuvo como protagonista con Marta Montero, la mamá de Lucía Pérez, erosionó aún más su desgastada imagen.
Desde la gobernación recomiendan el 10 de diciembre -fecha en que se cumple un año de gestión- para avanzar con las modificaciones y “airear” el gabinete. Es que para el año que viene la Provincia y la Nación enviarán una importante cantidad de fondos a la ciudad y quieren que haya buena sintonía con la Municipalidad.
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