Desde 2009 está aprobado un proyecto que permitiría evitar la degradación del lugar que está prácticamente abandonado y en manos de vándalos y desaprensivos.
Hoy sólo se preservan algunos restos de paredes y el predio, al final de calle Las Heras de la Villa 25 de Mayo, en la orilla norte del río Diamante. El histórico fuerte luce prácticamente abandonado y algunos sectores muestran que es utilizado como baño público.
Salvo en algunas oportunidades, estas ruinas son visitadas por los turistas guiados por expertos designados por la Asociación Fuerte San Rafael del Diamante, también encargada del museo Histórico de la Villa. Pero, en la mayoría de los casos, los visitantes lo hacen libremente y hasta las mismas empresas prestadoras de servicios turísticos irrumpen en el sitio tras abrir portones o sobrepasar alambrados.
De acuerdo a la directora del Museo, Marisol López, desde 2009 está aprobado un proyecto por la Dirección Nacional de Monumentos para realizar obras con el objeto de preservar lo poco que queda de este hito histórico del sur mendocino que data de 1805.
Ya en la década del 50 y hasta la del 70 y a instancias del doctor Humberto Lagiglia, se observó la necesidad de preservar este lugar que ya había sido arrasado en una tercera parte por las crecidas del Diamante, en esa época todavía no regulado por el sistema hidroeléctrico Agua del Toro-Los Reyunos-El Tigre.
Todos los restos levantados en esa época se encuentran en exposición en el museo "Narciso Sosa Morales", cercano a las ruinas arqueológicas.
Esta tarea marcó en ese entonces una serie de trabajos arqueológicos a lo largo de toda la línea de fortines de esa época.
López indicó que se esperaba que este último 25 de mayo, el gobernador anunciara la llegada del dinero para ejecutar el proyecto de preservación, que debe venir de la Nación, pero "nos quedamos esperando una vez más", dijo.
También destacó que la custodia del lugar es compartida con la municipalidad de San Rafael "pero, en realidad, no se puede ejercer tal tarea sin el presupuesto correspondiente y el sitio es depredado constantemente", observó.
"Colocamos candados, rearmamos los alambrados, pero todo es en vano porque hasta los prestadores turísticos llevan contingentes por cuenta propia sin pedir autorización a la Asociación o a la comuna y hasta rompen alambrados para ingresar", señaló con un dejo de resignación.
La historia del fuerte
En enero de 1805 el virrey Sobremonte nombró a don Miguel Telles Meneses con el cargo de teniente coronel de caballería y comandante de frontera asignándole un sueldo mensual de $ 50, con órdenes de avanzar hacia el sur. En marzo de ese año, se concentró en el fuerte San Carlos y marchó durante 17 días hasta llegar a su destino.
El 2 de abril de 1805 Telles Meneses fundó el fuerte denominado San Rafael en honor y reconocimiento a su gestor, el marqués Rafael de Sobremonte, en un terreno ubicado al suroeste de lo que hoy es la pintoresca Villa 25 de Mayo.
"El fuerte tenía una estructura cuadrada de unas 60 varas de lado con 4 torreones de tierra maciza en cada ángulo. Tanto las paredes como el torreón se elevaban algunos metros de altura para evitar el paso de los indígenas en sus malocas", relata el doctor Lagiglia en uno de sus escritos sobre el sitio patrimonial.
Pisos interiores
En el mismo relato, el investigador destaca que "la limpieza del piso perimetral, como así también de las habitaciones y del reborde del patio interno del fuerte, demostró que habían sido confeccionados mediante piedras o tejos, es decir, piedras aplanadas, las que se disponían formando figuras cuadradas, algunas de las que ostentaban ser cruzadas por hileras de tejos que iban de ángulo en ángulo.
"Interiormente, -sigue Lagiglia-para configurar el piso se colocaban otros rodados que se distinguían del cuadrado de unos 50 a 60 cm de lado, dejando la apariencia de mosaico. Estos se disponían unos a continuación de otros, siendo asentados los rodados del piso sobre una pequeña capita de arena y muy compactados entre sí, de tal suerte que se fortificaba el piso con los sedimentos que compactaban los intersticios entre las piedras.
"Este interesante modelo de piso también se lo ha encontrado en otros lugares históricos de la ciudad de Mendoza por el arqueólogo Horacio Chiavazza. El estudio del sitio señala que eran pocas las habitaciones que se conservaban. Una era un depósito pequeño al lado del muro del oeste, junto a la habitación de la comandancia. Ésta, en los últimos períodos del funcionamiento del fuerte, había sido cubierta con un piso de ladrillos.
"A continuación estaba, -agrega Lagiglia en el escrito-, la habitación correspondiente al calabozo, luego vendría el pasillo de entrada, una habitación de la guardia y otras piezas para la administración del fuerte; finalmente, el torreón del este estaba conformado por los cuarteles, y el del oeste por alrededor de cuatro habitaciones".
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