En el año 2013, el Frente Renovador logró un triunfo histórico sobre el Frente para la Victoria, con casi 6 puntos de diferencia. Se impuso, incluso, en distritos K como Avellaneda, Lanús y Tres de Febrero. Para muchos, el resultado significó el paso previo obvio hacia la presidencia de la nación.
En ese marco, como era de esperar, desde la mesa chica del Frente Renovador comenzaron a organizar la futura gestión de gobierno. Uno de los encargados fue el legislador Jorge D’Onofrio, referente del área de seguridad dentro del partido, quien, con ayuda del operador político Miguel Maldonado, comenzó un paulatino acercamiento con agentes de la ex SIDE.
D’Onofrio se contactó con un minúsculo grupo de espías, entre los que se encontraba Rolando Barreiro, hoy en la escena pública tras el caso del abogado trucho, Marcelo D’Alessio.
Según pudo saber REALPOLITIK, el objetivo principal de D’Onofrio era tender puentes con el ingeniero Jaime Stiuso, para entablar una relación personal y laboral. Como paso previo, el senador provincial explicó la necesidad de un “blindaje” contra posibles operaciones, solicitó “caminar” a algunos senadores y pidió una "investigación" sobre la gestión de Daniel Scioli.
La primera reunión, de la que participó Maldonado, tuvo lugar en una confitería. La segunda se llevó delante en las instalaciones del Senado. Allí, D’Onofrio adelantó que, como especialista en el área de seguridad, iba a ser el elegido por el Frente Renovador para desembarcar al frente de la ex SIDE. Luego, con la promesa de incorporarlos en la gestión, elaboraron informes sobre el delicado caso Candela y el trabajo del ministro de Justicia, Ricardo Casal.
A raíz de información delicada, el FR comenzó a tener injerencia dentro de la Justicia bonaerense. Consecuentemente, habría operado para tener acceso a los hilos del poder judicial, nombrando y sacado funcionarios. Sería a raíz de esa vinculación que el Frente Renovador logró un blindaje para, por ejemplo, el polémico fiscal Julio Novo.
Sin embargo, la relación que comenzó eufóricamente, duró menos de lo pensado: D’Onofrio jamás pagó por los servicios y, como consecuencia, nunca pudo concretar su reunión con Stiuso, quien, dicho sea de paso, no guarda demasiada estima hacia este sector.
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