"Solo hace pensar que buscan desalentar cualquier reclamo con el escarnio y la persecución, además de generar miedo a cualquier forma de participación", lo cuestionó el líder del Frente Amaya, Orlando Vera.

Casi todos saben, después de dos períodos en la Legislatura y dos años, casi, como ministro de Gobierno, que la relación de Javier Touriñán con la política es, por decirlo de manera elegante, algo lejana.

Por eso, cada vez que se acerca a ese elemento extraño, Touriñán patina, resbala y después se enoja.

“Más allá de la legitimidad o no que pueda tener el pedido de los trabajadores de la educación”, y resaltó que “lo que hay claramente es una politización de la protesta”, dijo el funcionario al hablar de la correligionaria de Vera.

Vera es, por su parte, un radical radicalmente radical. Nada mejor para él, entonces, que el que le den una oportunidad para calzarse la boina y decir un ¿buen? discurso.

"Los 300 telegramas enviados a los docentes de la zona sur hablan por sí solos de una metodología poco democrática, que intenta tapar los desajustes educativos, sociales y económicos por la vía de la fuerza, justamente quienes dicen ser representantes de un modelo nacional y popular, que además tienen el plus de ser el legado del anterior gobierno que le llegó a hacer un corte de manga a los educadores y armaba contramarchas cuasi patoteriles", fue la frase que le tiró por la cabeza a Touriñán, que estuvo en el otro gobierno, en el otro y en este, pero parece que no estará en el que viene.