El candidato de centro le sacó 32 puntos de diferencia a Marine Le Pen, de extrema derecha; será el presidente más joven en la historia del país; festejos en la UE
PARÍS.- En unas elecciones que podrían cambiar el curso de la historia en Francia, el social-liberal Emmanuel Macron , de 39 años, fue elegido ayer nuevo presidente tras derrotar por más de 30 puntos de diferencia en el ballottage aMarine Le Pen , candidata del Frente Nacional (FN), de extrema derecha. Un contundente triunfo que llevó calma a Europa luego de un año de convulsiones por los triunfos del Brexit, en Gran Bretaña, y de Donald Trump, en Estados Unidos.
"Defenderé a Francia, sus intereses vitales y su imagen. Y lucharé contra las divisiones que nos aquejan", prometió Macron en su primer mensaje dirigido al país, desde la explanada del Museo del Louvre.
Vestido de azul oscuro, solo en escena y con tono grave, el futuro presidente llegó acompañado por los acordes de la "Oda a la alegría" de Beethoven, el himno de la Unión Europea (UE). Toda una declaración de principios tras derrotar a una candidata que había propuesto abandonar el bloque.
"Conozco las divisiones en nuestra nación, lo que llevó a algunos a votar por los partidos extremistas. Los respeto", dijo Macron. "Sé sobre el enojo, la ansiedad y las dudas que muchos de ustedes también expresaron. Es mi responsabilidad escucharlos. Trabajaré para recrear el vínculo entre Europa y sus pueblos, entre Europa y los ciudadanos."
La elección de Macron, un verdadero desconocido hasta hace dos años, constituye un acontecimiento histórico. Será el jefe de Estado de Francia más joven desde Napoleón, el primero en llegar al poder sin haber tenido ningún otro cargo electivo y el único que no pertenece a uno de los partidos tradicionales del país.
El anuncio de ese contundente rechazo a la extrema derecha fue acogido con una inmensa explosión de júbilo por miles de simpatizantes de Macron congregados en todo el país, particularmente en la explanada del Museo del Louvre. Ese lugar poco habitual fue elegido por el futuro presidente para evitar la Bastilla o la Plaza de la República -tradicionales lugares de concentración de la izquierda- o la plaza de la Concordia, bastión de la derecha.
La segunda vuelta de las elecciones presidenciales se caracterizó por una fuerte abstención, de 25,3% (tasa sin precedente desde 1969), según los cálculos preliminares del Ministerio del Interior, y por un récord de votos en blanco (8,9%).
Octavo presidente de la Quinta República, Macron sucederá a François Hollande el próximo domingo a las 10. Este lunes asistirá junto al actual presidente a las ceremonias de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, que se celebrarán en el Arco de Triunfo. En los próximos días también debe oficializar el nombramiento de su primer ministro, que deberá dirigir la batalla legislativa prevista para el 11 y el 18 de junio. Dentro de un mes, los candidatos macronistas se presentarán con la denominación La República en Marcha.
Inmediatamente después del anuncio de los resultados, Macron recibió mensajes de felicitación de Hollande; de la canciller alemana, Angela Merkel; de la primera ministra británica, Theresa May, y de numerosos líderes mundiales. El presidente norteamericano, Donald Trump, por su parte, envió un tuit de congratulaciones.
Macron, ex banquero que durante dos años fue ministro de Economía del presidente socialista François Hollande, era desconocido para el público hasta 2014. En ese sentido, su llegada al Palacio del Elíseo significa haber ganado la apuesta política más audaz de la historia contemporánea de Francia desde los desafíos del general Charles Gaulle en 1940 y 1958. Para participar en estas elecciones creó su propio movimiento, En Marcha, hace poco más de 12 meses. También será el jefe de Estado más joven de las grandes potencias planetarias.
A pesar del drástico carácter de los resultados, Marine Le Pen no salió totalmente derrotada de las urnas porque, en definitiva, obtuvo el mejor resultado de su historia. Su partido pasó de 5,5 millones de votos (17,8%) en 2002 a 7,2 millones (21,3%) en la primera vuelta del 23 de abril último, y a unos 11 millones de votos ayer, lo que significa haber duplicado su caudal en 15 años.
La hija de Jean-Marie Le Pen, que había llevado al FN por primera vez a un ballottage en 2002 contra Jacques Chirac, pagó en las urnas el recelo que suscita en el país su doctrina antiglobalización, proteccionista, xenófoba, racista, anti-musulmana, antieuropea y partidaria de abandonar el euro. También resultó penalizada, sin duda, por la penosa prestación que tuvo en el debate televisado del miércoles pasado frente a Macron.
Con esos resultados, el FN obtuvo la legitimidad necesaria para convertirse en la principal fuerza opositora al nuevo gobierno, pero esas aspiraciones dependen de los resultados que obtenga en las parlamentarias de junio. En un breve mensaje después del anuncio de los resultados se pronunció por una "profunda renovación" del FN y anunció la creación de una "nueva fuerza política".
Estas décimas elecciones por voto directo de la Quinta República se caracterizaron también por la eliminación de cuatro figuras dominantes del panorama político nacional (Nicolas Sarkozy, François Hollande, Alain Juppé, François Fillon y Manuel Valls); la ausencia en la segunda vuelta de los llamados partidos de poder (Socialista y Republicano), que se alternaron en el gobierno durante los últimos 40 años, y la transformación del tradicional equilibrio bipolar en una nueva relación de fuerzas pentapolar.
El futuro presidente no tendrá demasiado tiempo ni motivos para alegrarse porque heredará un país profundamente dividido y en difícil situación económica.
La fuerte abstención y el elevado porcentaje de votos en blanco fueron interpretados como una expresión de protesta por parte de los electores independientes y de los partidos tradicionales eliminados en la primera vuelta -socialistas y republicanos-, que se rehusaron a tener que optar entre dos modelos de sociedad que no responden a sus expectativas. A ese caudal algunos analistas suman los resultados acumulados en la primera vuelta por los partidos de extrema izquierda, lo que significaría un frente de cautela con respecto a la política de Macron. Visto desde esa perspectiva, sostienen, no se trata de un voto de adhesión ni de un cheque en blanco.
La gran ventaja para el futuro presidente reside en que todos los partidos rivales, sin excepción, están al borde del cisma o enfrentan profundas crisis internas. Al mismo tiempo, después de casi 10 años de crisis, Francia comienza a sacar la cabeza del agua y Europa parece haber encontrado el camino de reactivación.
4 razones del triunfo y 4 desafíos que le esperanPor qué gano
Aire nuevo
Macron supo leer la crisis de los partidos tradicionales y decidió construir un nuevo espacio político más moderno, aun bajo el riesgo de no tener estructura partidaria
Suerte
Muchos de los supuestos candidatos fuertes (Sarkozy, Fillon, Hamon, Hollande) se fueron cayendo a lo largo de la campaña por escándalos o por falta de imagen positiva y le abrieron el camino
El miedo a la derecha
La posibilidad de un triunfo del Frente Nacional terminó polarizando la primera vuelta y recogió una buena cantidad de votos útiles
Ambigüedad
Más allá de su fuerte apuesta por Europa, logró transmitir un mensaje de cambio lo suficientemente ambiguo como para conseguir respaldo tanto en el electorado de la derecha como en el de la izquierda
Desafíos
Elecciones legislativas
Su primer desafío será conseguir respaldo político en las elecciones parlamentarias previstas para junio próximo para no verse obligado a una cohabitación
Migración e identidad
La llegada de inmigrantes y la integración, el papel de la religión (sobre todo del islam) en la sociedad y los valores de la república son un tema candente en Francia desde hace años
Terrorismo y seguridad
Francia se vio sacudida por una serie de atentados terroristas desde principios de 2015 que costaron la vida de 238 personas y han conmocionado profundamente a la sociedad
Economía y austeridad
El débil crecimiento de Francia es uno de los graves problemas del país. En 2016 fue del 1,1%, frente a una media de 1,7% en la UE. Pese a eso, las previsiones para este año y el próximo mejoran. El país necesita reformas radicales
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