El jefe de Gabinete y el secretario de Turismo festejaron el resultado del Senado y activan sus contactos para reforzar la gestión de Milei. Reuniones, coqueteo y charlas con gobernadores.
Lucía Aisicoff
Dos funcionarios de origen peronista se mueven en tándem para aceitar la relación de intendentes, gobernadores y dirigentes de la oposición con el Gobierno nacional: el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el secretario de Turismo, Deportes y Ambiente, Daniel Scioli. Ambos se mostraron eufóricos tras la media sanción de la Ley Bases en el Senado y aprovechan la oportunidad para acercar a sus antiguos amigos a la gestión de Javier Milei.
La semana pasada, antes del debate por la Ley Bases, Scioli dio una entrevista a LN+ en la que describió al Presidente como “un animal de laburo” y aseguró: “Algunos peronistas la están empezando a ver. Son muchos los que me llaman, preguntan y veo que de alguna manera se están queriendo empezar a acercar”. El timing no fue casual. Coincidió con el ascenso de Francos, mentor de su desembarco en el gabinete.
Francos apeló al diálogo desde el inicio de la gestión y se apoyó en su mano derecha, Lisandro Catalán. Sin embargo, muchas veces sus promesas fueron desautorizadas por el entorno más cercano a Milei. Esa situación –confía– no se repetirá ahora que pudo mostrar un resultado concreto con el avance de la Ley Bases y que fue premiado como un primus inter pares, un rol desde el que buscará cambiar la impronta inicial del Gobierno con la colaboración de Scioli.
El jefe de Gabinete tuvo en las últimas semanas una seguidilla de visitas de gobernadores, a los que empezó a darles respuestas sobre las transferencias de obras –sin fondos– de Nación a sus provincias. El lunes recibió al catamarqueño Raúl Jalil, uno de los que más se acercó a la Rosada en estos meses; el martes se vio con el salteño Gustavo Sáenz y el miércoles, en pleno tratamiento de la ley ómnibus, al cordobés Martín Llaryora, a quien ya había recibido la semana pasada.
“Estamos en una etapa que tiene que ver con el diálogo y con mostrar intereses compartidos. A Jalil, por dar un ejemplo, le sirve el RIGI, le sirven distintos aspectos de la ley, por eso se acercó al Gobierno”, analizó un funcionario en diálogo con elDiarioAR. La agenda de Francos hasta ahora tenía un objetivo concreto: coquetear con promesas de obras y firmas de convenios con las provincias, para lograr la sanción de la Ley Bases. En las próximas semanas, si Diputados finalmente la aprueba, arrancará una nueva etapa en la que aún resta definir qué áreas quedarán bajo su órbita frente al demorado nombramiento de Federico Sturzenegger, que buscará sumar espacios de poder.
Scioli, por su parte, compartió en los últimos días los lanzamientos de la temporada turística de invierno de las provincias. Fueron distintos eventos organizados por su Secretaría en un hotel porteño, que le sirvieron de excusa para sumar fotos a su álbum transversal.
“Los gobernadores del peronismo lo ven a Scioli como a un par. Él hoy está en el Gobierno y algunos de ellos arrancaron la gestión con prejuicios, pensando que Milei no iba a durar. Ahora les interesa la mirada de Daniel, entender por qué lo apoya, algunos le dicen que quieren colaborar”, aseguró a elDiarioAR un funcionario del Gobierno de buena relación con el exembajador en Brasil, y agregó: “Los eventos masivos le sirven para acercarse, pero después se encuentran en charlas reservadas, en otros ámbitos. Daniel tiene la habilidad de llevar sus buenas relaciones personales a la agenda política”.
Además de gobernadores, Scioli y Francos tienden puentes con gremialistas de extracción peronista. Fueron elocuentes los elogios del ferroviario Omar Maturano, que la semana pasada llegó enojado a la Rosada para reunirse con el jefe de Gabinete y se retiró, unas horas más tarde, con la decisión de postergar un paro de trenes que La Fraternidad ya había anunciado.
Pese a haber gobernado la provincia de Buenos Aires, el acercamiento de Scioli a los intendentes peronistas –tironeados en la disputa entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner– hasta ahora no hizo mella. Solamente uno de ellos, de juego propio, se acercó al Gobierno: el tigrense Julio Zamora, a quien sus pares definen como una “rara avis” por su buen vínculo paralelo con la Provincia y la Nación. Algunos de sus funcionarios, de cercanía a Scioli, colaboraron para que hoy sea de los pocos intendentes de diálogo directo con la Rosada.
El contrapeso al PRO
Muchos dirigentes del PRO negociaron de forma individual su ingreso al Gobierno. La pionera fue Patricia Bullrich, que logró acomodarse como ministra y por eso sus equipos hoy juegan para La Libertad Avanza (LLA), en tensión con Mauricio Macri, que en las próximas semanas ensayará algunos gestos sutiles de autonomía que le sirvan para reactivar el partido que fundó y hoy preside.
Las negociaciones con el peronismo se interpretan, puertas adentro del Gobierno, como un freno al poder del PRO. Es una estrategia silvestre, no conversada, pero que funciona de modo bifronte: por un lado Karina Milei y sus socios políticos, Martín y Eduardo “Lule” Menem, trabajan en el armado de LLA en las provincias; mientras que por otro lado Francos y Scioli acercan a dirigentes con los que tienen una buena relación personal y buscan sumar segundas líneas con experiencia en la gestión.
Los libertarios se nutrieron con cuadros peronistas desde el primer día. Algunos de ellos con un pasado en el menemismo, como el procurador Rodolfo Barra, aunque también dirigentes asociados a la gestión anterior, como Marco Lavagna, al frente del Indec, y Mario Russo, al frente de Salud. Detrás de esa jugada hay una decisión de Milei de no recostarse en el PRO para co-gobernar, evitando abrirle las puertas de modo indiscriminado al Gobierno.
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