Por: Jorge Fontevecchia. Juan Manzur le aconsejaba a Alberto Fernández no dar tantos reportajes porque “si Dios bajara del cielo a la Tierra todos los días, no sería Dios”.
Quizás Máximo Kirchner, como su madre, casi no concede reportajes porque, en su caso, de hacerlos, no solo no se los percibiría como dioses sino que hasta se podría percibir cuán desnudos están estos reyes.
Cuesta creer que la intervención de los gobernadores de Catamarca y Santiago del Estero, Raúl Jalil y Gerardo Zamora, dos provincias cuyo total de votantes sumados es menor que el del municipio de Quilmes de Mayra Mendoza, torciera la estrategia que parecía pensada de no repetir un candidato que no representara la identidad kirchnerista como fue Scioli en 2015 y Alberto Fernández en 2019 ahora con Massa. Y si como explicó –encima públicamente en una radio– el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, sobre que Alberto Fernández les respondió a Jalil y Zamora “ustedes pidan a Massa y yo pongo el vicepresidente” fuera cierto, y con eso bastó para que Cristina Kirchner modificara 180 grados su estrategia cuando ya Wado De Pedro había oficializado su candidatura en un video diciendo “quiero ser presidente para...”, si todo hubiera sido así, las convicciones de Cristina Kirchner tienen la solidez de un pantano.
Probablemente tenía razón Héctor Magnetto cuando en 2007 le advertía a Néstor Kirchner los riesgos futuros de su campo político de no ser él mismo candidato a la reelección y con ansias de batir el récord después con dos períodos posteriores más colocara como puente a su esposa sin ninguna experiencia ejecutiva previa.
Y quizás también tuviera razón Néstor Kirchner al quejarse de que entre las principales figuras de la recién constituida Cámpora, incluyendo especialmente a su hijo Máximo, faltaban títulos universitarios. Que casi dos décadas después La Cámpora le haga pasar el papelón que atraviesa hoy Wado De Pedro, el cuadro mejor formado y con mayor proyección que había logrado construir, es un síntoma de notable impericia.
El fracaso de La Cámpora en el armado electoral 2023 arrastra en su descrédito a Cristina Kirchner, quien ni siquiera pudo proteger a su hijo biológico y simbólico. ¿Qué será del futuro de La Cámpora con un poder menguante de la vicepresidenta? Cuentan que el hijo de Julio Grondona destrataba a todos los presidentes de los clubes mientras su padre era el perpetuo presidente de la AFA y que el día que su padre dejó de existir su poder se esfumó instantáneamente.
Así como Jujuy puede ser un espejo anticipado del país tanto en las políticas de un eventual gobierno nacional de Juntos por el Cambio y las protestas que generaría en una parte de la sociedad, más allá de la atribución que haya hecho políticamente de la protesta Juntos por el Cambio, hay que observar que el articulador de esa protesta no es el kirchnerismo, sino el trotskismo y los distintos partidos de izquierda, los que podrían ser los beneficiarios de un futuro capitis diminutio de La Cámpora.
El viernes en Radio Perfil el último vicegobernador de Daniel Scioli, Gabriel Mariotto, creador de la Ley de Medios y representante del ala dura kirchnerista en la época de Néstor Kirchner, sostuvo que peor que el maltrato era el destrato y advertía sobre las heridas que deja en el cuerpo de quienes lo sufren. El destrato con el que Cristina Kirchner y La Cámpora castigaron a Alberto Fernández estos años tuvo como consecuencia que el Presidente, usando la candidatura de Daniel Scioli como ariete, los terminara mostrando frente a toda la sociedad impúdicamente desnudos de poder. También Alberto Fernández mostró que sabe cómo lograr mantener la coalición unida sin doblegarse al kirchnerismo.
Que Sergio Massa encabece la candidatura única del oficialismo es una mala noticia para Horacio Rodríguez Larreta en las PASO y buena para Patricia Bullrich, pero si ella fuera quien ganara las primarias, finalmente también resultará una mala noticia para ella porque más fácilmente hubiera podido enfrentar a Wado De Pedro que a Sergio Massa. Y un corrimiento al centro del peronismo y la deskirchnerización de la fórmula presidencial representan para todo Juntos por el Cambio un desafío nuevo porque el eslogan “para que se vaya el kirchnerismo” comienza a quedar obsoleto por más que insistan con que Massa es su continuidad.
Pero lo que al mismo tiempo es malo para Juntos por el Cambio y para el kirchnerismo (buen ejemplo de cómo en la grieta la fuente del opuesto es el opuesto) es bueno para el país. Un oficialismo no competitivo desde el 24 de junio, medio año antes del cambio de gobierno, hubiera significado un riesgo para la economía. Al contrario, al ir con solo un candidato el oficialismo y con dos la oposición no es descartable que Sergio Massa pudiera surgir como el candidato individualmente más votado en las PASO si como vienen indicando analistas de opinión pública la intención de voto de Javier Milei está declinando.
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