Las razones del desplante al diputado durante su gira europea. Las gestiones del padre Accaputo y el mal antecedente de O'Reilly.
La historia oficial y autorizada reza que la transformación del arzobispo porteño Jorge Mario Bergoglio en el Papa Francisco fue determinante para el ex intendente de Tigre Sergio Tomás Massa. Sus primeros biógrafos revelaron, en tiempo récord, que el 13 de marzo de 2013 fue un día clave para el líder del Frente Renovador (FR). Una señal crucial para su futuro político. Un llamado casi celestial para tomar decisiones y resolver "el" dilema: lanzarse como candidato y entrar en la Cámara de Diputados para confrontar con la misma fuerza política que lo cobijó cinco años antes como jefe de Gabinete de Ministros en la primera presidencia de CFK. Dentro de un mes se cumplirá un año de esa autoproclamada iluminación política. Hasta ahora, el jesuita inspirador del flechazo divino ha recibido en Roma a políticos de todo pelaje, menos al flamante diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. A su alrededor, los miembros de su mesa chica admiten que todavía no hay fecha concreta para que el Vaticano le abra las puertas y para que "Massita" pueda besar el anillo del único Obispo de Roma nacido en el barrio porteño de Flores.
La confirmación de los peores temores ocurrió en Madrid a fines de noviembre pasado, cuando fue recibido por el conservador Partido Popular como un estadista. También cosechó elogios del PSOE y sendos reportajes en los matutinos El País y ABC. Ambas planas lo mostraron más parecido a un candidato presidencial que a un diputado nacional recién electo. La puesta en escena madrileña era el prólogo de Roma, la segunda escala de la gira europea, donde el joven político de 41 años pensaba encontrarse con Bergoglio. Uno de sus compañeros de viaje, José de Mendiguren, actual diputado del FR, habría sido el emisario que pudo seguir viaje a Roma, pero sólo para adelantar que el nombre de su jefe de bancada no aparecía ni en las citas privadas, ni en los besamanos habituales de los miércoles.
Massa se volvió a Buenos Aires con el incómodo escenario de la España en crisis, como única escala de su primera gira europea después de las elecciones del 23 de octubre. "Hay que cuidar a la presidenta", le diría Bergoglio al "vasco" De Mendiguren, en una cita posterior. El mensaje estaba dirigido para algunas figuras del oficialismo y tantas otras de la oposición, con Massa entre ellos. Desde entonces, el joven dirigente comenzó a entender que el Papa peronista había resuelto transformar su camino a Roma en una peregrinación escarpada. Dicen que no terminará en el portazo, pero que le llevará tiempo desandar ese camino. Más tiempo del que Massa estaba dispuesto a esperar, especialmente para afrontar el arranque del período de sesiones legislativas 2014, el universo donde el jefe del FR corre el peligro de menguar entre tantas estrellas.
"En eso Bergoglio se parece a Cristina: no son rencorosos, pero tienen memoria", bromea un influyente laico que conoce al ex cardenal primado en toda la dimensión de su "rosca política" local. Esa red ha sido históricamente coordinada por el padre Carlos Accaputo, responsable de la pastoral social del Arzobispado porteño y, también, la sotana poderosa que le insistió a su amigo Jorge Mario para que recibiera al hincha del Club Tigre oriundo de San Martín. La respuesta no fue la deseada, y el amigo papal se fue de vacaciones a Córdoba, a reponerse de un año intenso. También para guardar silencio, luego de recibir algunos retos pontificios por aparecer fotografiado sin sotana junto a algunos dirigentes políticos en un matutino porteño.
Desde que el Vaticano trocó en una esquiva "puertita de hierro" para Massa, comenzaron a multiplicarse los rastros sobre su desempeño como jefe de Gabinete de CFK entre julio de 2008 y el invierno de 2009. Esa hoja de ruta encierra dos malos recuerdos en la memoria de Bergoglio.
El primero ya es conocido y tiene que ver con Jorge O'Reilly Lanusse, el rostro público de la desarrolladora inmobiliaria Eidico SA, considerada la mayor constructora de barrios privados en Tigre y una de las principales del país. Este empresario, ferviente católico, mantuvo una estrecha relación política y de negocios durante la intendencia de Massa. Cuando el mandatario comunal de Tigre pegó el salto a la Casa Rosada como ministro coordinador, llevó a este padre de seis hijos como su asesor ad honorem. Ahora, hasta el propio massismo le carga las culpas a O'Reilly por haberse propuesto ante el flamante ministro como embajador argentino ante la Santa Sede.
Los registros datan de la época previa a la designación del actual embajador Juan Pablo Cafiero. Según deslizan en el massismo, O'Reilly, un hombre vinculado al Opus Dei, recomendó concluir las peleas con el Vaticano, especialmente la que mantuvo la Casa Rosada con el ex obispo castrense Antonio Baseotto, quien sugirió "tirar al mar atado a una piedra" al por entonces ministro de Salud Ginés González García, que se había mostrado a favor de despenalizar el aborto. Eran los días de la "guerra fría" entre Bergoglio y Néstor Kirchner, y tanto Massa como O'Reilly propusieron rodear al arzobispo porteño y acordar con sus enemigos en la Santa Sede, entre ellos, el embajador de Benedicto XVI en Buenos Aires, Adriano Bernardinio, y el ex secretario de Estado Angelo Sodano. El acercamiento, se sabe, incluyó una reunión nocturna en la nunciatura porteña con Dominique Mamberti, secretario de Relaciones con los Estados de la curia romana, que estaba de visita en Buenos Aires, preocupado por la pelea con Basseoto y por la advertencia de la Cancillería de anular el obispado castrense en el país. Bergoglio se enteró cuando los hechos estaban consumados y los identificó como parte de una nueva ofensiva en su contra, aun mayor.
Consultadas por este diario, fuentes cercanas al empresario O'Reilly, no niegan la existencia de ese acercamiento y la propuesta del dueño de Eidico, pero niegan su vinculación con el Opus Dei. "Mejor no te metas en política, que esto no es lo tuyo", le habría dicho Bergoglio al "entrepreneur" del real state, cuando se reunió con el entonces arzobispo para aclarar las versiones que circulaban. Después de la última elección papal, el empresario envió sendas cartas a Francisco para despejar dudas. Tiempo después fue invitado a distintos eventos pontificios, "pero la respuesta que recibió de Bergoglio fue que siguiera participando", grafican desde Eidico.
Distintas fuentes eclesiásticas sostienen que este empresario tiene una estrecha relación con la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, el movimiento cismático creado por Henri Lefebvre. Esa razón también habría multiplicado las tiranteces con el Papa jesuita, pero cerca de O'Reilly lo niegan, aunque reconocen que forma parte de una "comunidad parroquial" en la localidad de Ingeniero Maschwitz que adhiere a la realización del rito romano, la misa en latín que también celebran los lefebvristas. "Es el único punto de contacto con esa orden cismática”, aclaran luego de agregar que esa liturgia tridentina es realizada bajo la autorización del jefe de la diócesis local, el obispo de Zárate Campana, Oscar Sarlinga, otro añejo enemigo bergogliano.
Dicen que Massa ahora reniega de ese acercamiento con O'Reilly, que "hace mucho que no lo ve" y que "ya no es la misma relación que antes". Pero cerca del empresario identifican al líder del FR como "un desagradecido que desconoce por completo la realidad eclesiástica".
Pero, más allá del nivel de profundidad que tengan las pasiones adversas que se prodigan estos dos ex socios desconfiados, dentro del episcopado argentino algunos memoriosos recuerdan que "O'Reilly era sólo la punta del iceberg" de la maniobra que desató la bronca bergogliana. La matriz de la movida, con "Massita" como coordinador, buscaba aplicar la máxima "promover para remover" contra el entonces cardenal y arzobispo, y llegar a un acuerdo con el gobierno papal de Benedicto, para que Bergoglio fuera designado jefe de la "Pontificia comisión para América Latina" o titular de la "Congregación para las obras pontificas misionales", y así sacarlo con honores de Buenos Aires y depositarlo en Roma al mando de alguna de esas áreas o de otro importante dicasterio del Palacio San Pedro. El plan tenía a Massa como impulsor y a los arzobispos de La Plata Héctor Aguer y de Rosario José Luis Mollaghan, con el auspicio vaticano de Bertone, Bernardini y el cardenal Angelo Sodano. Desde el 13 de marzo todos ellos forman parte del sector que perdió en la interna vaticana. Quizás por eso, como admitió Massa, el habemus papam le "pegó fuerte" y, como le dijo a su primer biógrafo, "fue una trompada al medio del mentón". El perdón todavía no ha llegado y, según dicen en nombre de Bergoglio, demorará. Informe: Agustín Álvarez Rey
Hecho clave
El dato
La designación de Bergoglio como Papa fue destacada por Massa como un hecho clave.
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