A pesar de la presión de Máximo Kirchner, el grueso de la polémica agrupación política se irá con Axel Kicillof a la provincia de Buenos Aires. En la nación, tendrán injerencia en el ministerio de Producción, pero perderán tres áreas claves.
A medida que se aproximan las PASO, van trascendiendo algunas pistas sobre el rumbo económico que pretende dar Alberto Fernández a una eventual gestión de gobierno, en caso de verse favorecido por las urnas.
En lo referido a las políticas económicas, que en una situación de crisis son aquellas que se roban el interés de la sociedad y de los mercados, fuentes cercanas al candidato dejaron traslucir que su estrategia sería combinar la acción de un segmento liberal, en el área de Hacienda, con otro más keynesiano o heterodoxo en la de producción. El acuerdo alcanzado entre Alberto y Cristina, además, incluiría la exclusión de La Cámpora de las tres carteras esenciales para la articulación de su gestión presidencial: Interior, Hacienda y Cancillería. Por allí pasan las decisiones clave en lo referido a la relación con los gobernadores –los peronistas ya han levantado un sólido cerco de respaldo al candidato presidencial-, la orientación económica y las negociaciones de renegociación de la deuda y posicionamiento a escala internacional.
Parece ser una precondición indispensable para garantizar la armonía y la salud de un gobierno de Alberto que "La Cámpora se vaya a La Plata con Axel", dejándole así manos libres para poder manejar un hierro candente, tal como sería la situación del país para el 10 de diciembre.
En la cabeza de Alberto Fernández parece haberse instalado una síntesis ingeniosa, en caso de resultar exitosa: garantizar el equilibrio fiscal y la renegociación de la deuda en manos de un referente económico confiable para los gobernadores y el poder financiero -¿Tal vez Guillermo Nielsen?-, mientras que desde el ministerio de la Producción se impulsen políticas agresivas para rescatar y potenciar a las PYMES y así vigorizar el mercado interno. Los dos nombres que se manejan para esa cartera son Matías Kulfas, miembro del Grupo Callao –aunque muy crítico de las políticas industriales del gobierno de Cristina-, y Emmanuel Álvarez Agis, quien cuenta con la bendición de Alberto, Cristina y, también, de Axel Kicillof. En este momento, aunque aún no existan decisiones definitivas aún, Álvarez Agis le habría sacado alguna ventaja a Kulfas.
La combinación entre ambas alas de la acción económica, que incluiría tasas bajas para la industria y altas para el mercado de capitales, a través de tipos de cambio diferenciados, asigna un papel estratégico a quien se desempeñe a cargo del Banco Central. Guido Sandleris, su actual titular, se encuentra en una situación extremadamente débil, ya que el Senado no aprobó su designación, y –pese a que se le realizaron consultas en el pasado- no sería del agrado de Alberto Fernández. Sin embargo, no hay consenso aún respecto del nombre más apropiado para afrontar esta decisiva tarea.
El próximo gobierno deberá conseguir poner freno a la fuga de divisas, sin poner un cepo cambiario. También resultará indispensable colocar restricciones al ingreso –y a la salida- de los capitales golondrina, que hicieron su agosto durante la gestión de Mauricio Macri.
Otro grave desafío consiste en conseguir que las políticas públicas adopten criterios de cierta austeridad para granjearse la colaboración del mundo financiero y así conseguir refinanciar los vencimientos de imposible cumplimiento que contrajo el gobierno actual, en el marco de una aceleración del estancamiento de la economía, una mayor presión sobre el dólar y un incremento de la inflación, el desempleo y las demandas sociales, diagnóstico en el que coinciden los asesores económicos de Alberto Fernández.
Un desafío de proporciones, que requiere construir un aceitado mecanismo de relojería y una armonía interna, protegido del “fuego amigo”. Ese que tanto viene esparciéndose a lo largo de la campaña electoral, en detrimento de la candidatura Fernández-Fernández.
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