Un informe especial del diario La Voz del Interior refleja una concepción que las autoridades políticas, judiciales y policiales tienen sobre la provincia de Formosa, a la que ubican como una de las grandes “Puertas de entrada” del narcotráfico proveniente principalmente de Paraguay con el contrabando de marihuana. La complicidad de muchas autoridades también es un enclave para entender el crecimiento del narcotráfico en suelo formoseño.
“Resulta conocido el efecto que tiene el tráfico de drogas sobre el deterioro del espacio público, particularmente en los barrios más vulnerables que es donde el fenómeno, cuando se presenta, tiende a asumir características distintivas. Entre las consecuencias que se observan se encuentran el incremento de los hechos de violencia y del sentimiento de inseguridad, la mayor exposición por parte de la población a adicciones”.
La introducción del último informe del Barómetro del Narcotráfico y las Adicciones en la Argentina, publicado en 2015, y en el que se advierte sobre el aumento del tráfico de drogas ilegales en los barrios, da una descripción precisa sobre el rostro más conocido del flagelo narco en el país.
Detrás de esta presencia cada vez más extendida, en las grandes urbes, según reconocen ahora las diferentes autoridades nacionales y provinciales, existe un trasfondo en el que convergen factores que pocas veces salen a la luz.
El drama narco lejos está de ser solamente un problema de aquellos sectores en los que la violencia explota cada vez más seguido.
“El narcotráfico es una actividad industrial, comercial y financiera que tiene altísimos beneficios económicos. Y que tiene una versatilidad que desde el Estado no tenemos”, se sinceró días atrás el titular de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), Diego Iglesias, en una entrevista con el diario La Nación.
“Por eso –explicó– apuntamos a neutralizar la capacidad de acción de las bandas que más daño producen”.
En el norte
Ante este primer diagnóstico, ¿cuál es el real problema narco que existe en Argentina? Para empezar a responder esta pregunta, el diario cordobés mencionado elaboró un mapa nacional sobre las distintas características que muestra el fenómeno en las provincias, el cual se trazó a través fuentes judiciales y de distintas fuerzas de seguridad, investigadores, artículos de especialistas y periodísticos.
Entre otros puntos, se analizó el nivel de organización que tienen las bandas narcos que operan en cada territorio, la violencia derivada de esta actividad ilegal (y que tiene su origen en la clandestinidad –nadie denunciará un robo de droga, sino que irá a tomar represalias por su cuenta–), la sofisticación de las “cocinas” de droga, la capacidad de corromper a los investigadores, el tipo de drogas más usuales, el lavado de dinero y el mercado de precursores químicos.
En el Noroeste, Salta y Jujuy presentan situaciones alarmantes de microtráfico, ya que se trata del paso obligado de la pasta base o la cocaína producida en Bolivia. Argentina, conviene aclararlo, no es productor de la hoja de coca ni de la marihuana, por lo que el tráfico necesariamente es transnacional.
De acuerdo a la referencia de especialistas, en el noroeste el comercio ilegal de drogas es realizado generalmente por “clanes familiares”. Diferentes bandas que tienen un amplio conocimiento y dominio del territorio, y que en los últimos tiempos lograron infiltrar fuerzas de seguridad e incluso al Poder Judicial. Desde fines del año pasado se investiga una supuesta complicidad del Juzgado Federal de Orán.
Pese a que operan lejos del alcance judicial, los narcos locales “son fácilmente identificables por el crecimiento económico-financiero que adquieren en períodos relativamente cortos, destacándose de manera sencilla porque habitualmente residen en ciudades pequeñas”, describe un especialista de Gendarmería nacional.
Entre otros rasgos interesantes, se destaca que las bandas emplean mecánicos y chapistas, que son quienes “envainan” los automóviles para transportar los cargamentos hacia el resto del país.
En el Nordeste (Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones) el problema es otra frontera: Paraguay, productor de marihuana en gran escala invade las provincias del norte con su producción.
Las organizaciones locales presentan características transnacionales porque generalmente se encuentran integradas por delincuentes argentinos, paraguayos y brasileños. Pero no siempre están dedicadas de manera íntegra al narcotráfico, ya que suelen alternar con otras actividades criminales, como el contrabando de mercaderías, armas y automotores, trata de personas y robos.
Aunque la cocaína casi ni aparece en las investigaciones (tampoco “cocinas”), hubo un caso emblemático en estas tierras.
Se trata de la operación “Carbón Blanco”, investigación que se inició en 2012, cuando se descubrió que una organización con ramificaciones en Rosario y Chaco traficaba más de mil kilos de cocaína a Europa, camuflando la droga en bolsas de carbón vegetal de una empresa con sede en Quitilipi, Chaco.
En la causa se descubrió que la banda montó 50 empresas en diferentes provincias del país, y que utilizaba como “pantallas” clubes de fútbol, inmobiliarias y hasta una productora de cine.
Es, hasta ahora, la mayor investigación por lavado de dinero producto del crimen organizado que se haya desarrollado en el país.
“Todas las rutas narco están interconectadas. Hoy un traficante de Clorinda (Formosa), en la frontera con Paraguay, tiene relación con narcos de Buenos Aires, con la frontera con Brasil en Paso de los Libres (Corrientes) y con la frontera chilena en Mendoza”, aseguró tiempo atrás la jueza federal de Roque Sáenz Peña, Zunilda Niremperger, quien investigó “Carbón Blanco”.
Tampoco hay un nivel de violencia elevado, aunque cada tanto aparecen cadáveres en el río, muertes que serían producto de ajustes de cuentas entre bandas. También se advierte corrupción en las fuerzas de seguridad y en los organismos judiciales.
Cuyo y Centro
Mendoza. Pese a ser considerado un lugar de “tránsito”, por su cercanía con Chile, en los últimos años se asentó como una plaza de consumo de marihuana y de cocaína.
Córdoba. Es un nudo clave de las rutas de todo el país, por lo que pasan grandes cantidades de droga (marihuana y cocaína), de las que sólo una parte queda en la provincia. Tiene un descontrol importante en cuanto a la industria química, clave para la producción de cocaína, según se advierte ante la proliferación de “cocinas”.
Rosario y Santa Fe. Son las dos ciudades argentinas con mayor tasa de homicidios. Gran parte de estos crímenes aparece vinculada con la violencia del narcotráfico.
La salida de cocaína a través del puerto de Rosario es una de las claves.
Se advierte una alta corrupción policial y hay miembros del Poder Judicial sospechados de vínculos con los traficantes. El exjefe de la Policía de Santa Fe, Hugo Tognoli, fue condenado por encubrir a narcos.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La producción y distribución de drogas está liderada por narcos argentinos, peruanos y paraguayos. El peruano Marcos Antonio Estrada González, alias “Marcos”, hoy con prisión condicional en un country, es uno de los capos más conocidos.
Hay “cocinas” sencillas en los asentamientos manejados por estos grupos.
La pasta base es ingresada al país desde Bolivia y Perú. Además de la cocaína y la marihuana, existe un problema importante con la venta de “paco”, droga obtenida a partir de los desechos de la producción de cocaína.
De acuerdo a las investigaciones judiciales, estas bandas suelen acopiar importantes cantidades de droga para transportarlas hacia otros lugares, como la zona balnearia de Buenos Aires, Mendoza y Chile.
Los niveles de violencia derivados de este negocio clandestino son elevados.
Sur argentino
El juez federal de Comodoro Rivadavia, Enrique Guanziroli, subrayó en un fallo que el narcotráfico en la Patagonia va en continuo aumento. Denunció que había “muchísima improvisación y políticas totalmente inconexas” para contrarrestar este flagelo.
No obstante, no se advierte una problemática severa en lo que respecta a “cocinas” o bandas organizadas. Con la excepción de “Manzanas Blancas”, el mayor caso de narcotráfico del país: a mediados de 2010 se encontraron en el puerto de Buenos Aires 1.625 kilos de cocaína escondidos en cajones de manzanas que eran acondicionados en un galpón de la localidad de Allen, en la provincia de Río Negro.
Formosa: Nulos controles y zonas liberadas
Durante los últimos años, los procedimientos de las distintas fuerzas que operan dentro de la provincia de Formosa (Gendarmería Nacional, Policía, Aduana y Prefectura) dieron cuenta de grandes cargamentos de droga que ubicó a la provincia como la “puerta norte preferencial” de acceso al país de grandes volúmenes de estupefaciente movilizado por el narcotráfico.
Si bien la ubicación geográfica y los pocos controles de la extensa frontera internacional siempre favorecieron que quedaran zonas desprotegidas, la extensión de nuevas vías pavimentadas rápidas para el tránsito multiplicó los embarques de marihuana y cocaína en grandes cargamentos disimulados bajo diversos productos.
Hasta hace poco tiempo, los jefes de las fuerzas de seguridad caracterizaban a Formosa como una provincia de tránsito de estupefaciente. Al amparo de los últimos acontecimientos, la preocupación creció y desde hace pocos meses los funcionarios judiciales y hasta políticos -en off the record- admitieron que “lamentablemente, las características de los secuestros de droga dan cuenta que la provincia no solamente es utilizada como ruta del narcotráfico, sino que ya se conocen grandes centros de acopio merced a los operativos efectuados”.
Según sostienen expertos en la materia que participan de los operativos de decomiso hay tres grandes rutas bien diferenciadas. “El grueso de toda la marihuana que ingresa a Formosa lo hace desde Paraguay y generalmente por la frontera seca en el centro-norte de la provincia, donde los controles son escasos en referencia a la cantidad de caminos pavimentados y las denominadas “picadas” que sirven para evitar los controles vehiculares de la Gendarmería y la Policía provincial”, aseguran con estadísticas en mano desde una de las fuerzas que más intervención tiene en los controles de las rutas.
La marihuana que ingresa desde Paraguay tiene como destino principal las provincias de Santiago del Estero y Tucumán, que se ubican como los principales distribuidores de todo el norte del país. “La marihuana de menor calidad es la que queda para consumo interno dentro de la provincia.
También desde Paraguay viene esta marihuana que es más barata en el mercado y se distribuye en el menudeo aunque cada vez se expande por el interior, algo que es preocupante”, sostiene el mismo miembro de la fuerza de seguridad.
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