Por: Carlos M. Reymundo Roberts. En estricto off the record, ayer tuve una interesantísima charla con los tres mosqueteros de la misión del FMI que llegó esta semana al país para asegurarse el pago -poniendo estaba la gansa- de los 44.000 millones de dólares que les debemos. Tan revelador resultó el off que he tomado la decisión de violarlo. Lo contaré todo. Si algo saben estos chicos del Fondo es que nunca pueden confiar en los argentinos.
Básicamente dicen que se encontraron con dos festivales, muy interesantes ambos porque ahora creen conocer "el alma del Gobierno", de qué aleación están hechos los Fernández. El primer festival es el del ajuste. Apenas aterrizados en Ezeiza, un whatsapp de Martín Guzmán les daba la bienvenida: no habrá más IFE,desaparecerá el ATP, descongelan las tarifas, bajan los subsidios, la mayoría de las obras públicas prometidas en el presupuesto son de mentirita, ponen nuevos impuestos, progresivamente se van limando los salarios del sector estatal y los planes sociales, y ya se anunció el recorte a las jubilaciones sin que cayeran 20 toneladas de piedras ("por eso los llamamos la clase pasiva", les explicó Guzmán). Mientras esperaban las valijas, el jefe de la delegación respondió el mensaje: "Gracias, pero no les habíamos pedido tanto".
El segundo festival hizo las delicias de nuestros visitantes: el festival del disparate. Están tan impresionados con lo que han estado escuchando, leyendo y viendo que cuando vuelvan a Washington no saben si prepararle un informe a su jefa, Kristalina Georgieva, o a Netflix. Obviamente estaban al tanto del particular vínculo entre Cristina y Alberto, pero no dejó de sorprenderlos el dato de que desde hace un par de meses no se hablan; y que el mediador sea alguien al que los dos consideran un pelotudo: Parrilli. De Alberto les dijeron que no iba a poder recibirlos porque estaba en aislamiento por un hisopado positivo de ojeras, provocadas no por estrés de agenda o por el rigor de la crisis, sino por la carta de ella de hace dos martes, bajo un título no del todo explícito: "Corto mano corto fierro, que te vayas al infierno".
En sus múltiples reuniones, la misión del Fondo preguntó quién manda realmente en el país, y una y otra vez les contestaron: "La Presidenta". Es una de las tantas cuestiones que están tratando de entender. Les parece muy loco que el dólar blue trepe a 195 pesos, que en un santiamén caiga por debajo de los 150 y que enseguida vuelva a superar los 170, y que el jefe del Banco Central les haya dicho que esos saltos son producto de maniobras de especulación; concretamente, del especulador Guzmán. Al llegar, la infantería de Kristalina pidió hablar con Sergio Massa, el hombre del momento por haber creado impuestos destinados a recaudar fondos para su mujer y sus amigos. "Estoy cumpliendo mi vieja promesa: cagar a los Kirchner", les dijo Sergio por Zoom. Sobre el escándalo de los errores en el proyecto de presupuesto, al que le faltaban cifras y tenía saltos de página, cortes de datos y omisión de obras, la explicación que dio los dejó atónitos: "No puedo estar en campaña para presidente y al mismo tiempo leer un mamotreto de 2000 páginas".
Muchas otras cosas llamaron la atención de la delegación del FMI. En el equipo económico ven un extraño clima de euforia cuando la inflación de octubre fue la más alta del año (3,8%), la pobreza se encamina al 50%, la recesión no afloja, sigue la destrucción sistemática de empleos, los fabricantes de alimentos advirtieron que se está a las puertas de un proceso de desabastecimiento y las últimas reservas del Central pasaron de estado líquido a estado gaseoso. En los apuntes de los tres mosqueteros también figura, como gran intríngulis, el fenómeno de las tomas de tierras: funcionarios del Gobierno promueven la ocupación y después el Gobierno las desocupa por la fuerza. Me permití contarles que en el sur es distinto, todo mucho más coherente: el kirchnerismo (por ejemplo, a través de Magdalena Odarda, titular del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) alienta a seudomapuches violentos a invadir, pero también los alienta a quedarse; Daniel Somma, presidente de Parques Nacionales, parece ser de la opinión de que esas grandes reservas naturales, un tesoro del país, lucen mejor con usurpadores adentro. En cuanto a la promesa de Alberto de entregar tierras fiscales a gente pobre para que las cultive, les expliqué que también tendrá que darles un mínimo de 500 dólares por hectárea, que es lo que cuesta trabajarlas; va a salir caro, pero está buenísimo: increíble que no se le haya ocurrido a nadie.
Presos que son liberados, policías que arrancan un aumento a punta de pistola, militares y fuerzas de seguridad que constituyen un sindicato, docentes que después de un año en sus casas se niegan a volver a las aulas, funcionarios que son arrojados por la ventana porque no le gustan a la vice, un expresidente (Macri) al que intimidan haciendo explotar un artefacto en la puerta de su casa, movimientos sociales aliados del Gobierno que amenazan con protestas contra el plan de ajuste del Gobierno. Todas cuestiones de difícil asimilación, dicen los enviados del Fondo.
Espero que la próxima vez manden a gente más competente.
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