Cumplida la primera semana y con las liquidaciones del campo a la vuelta de la esquina, el equipo de Milei se concentra en lograr que los grandes formadores de precios colaboren para que la inflación no se desbande desde abril.
Tras anunciar el éxito de la entrada en la "tercera fase" de su plan económico, el Gobierno apunta los cañones a que la flexibilización del cepo tras el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) constituya un puente hacia la cuarta etapa, la de la estabilización definitiva después de un triunfo electoral en octubre.
Cumplida la primera parte de lo previsto para este segundo año de gestión, y con las liquidaciones del campo a la vuelta de la esquina, el equipo de Javier Milei se concentra, además, en lograr que los grandes formadores de precios -como supermercados y prepagas, entre otros- colaboren para que la inflación no se desbande desde abril y entonces continúe el sendero trazado para que las reservas se acrecienten lo suficiente -o al menos no se desplomen- para hacer frente a los compromisos de deuda venideros.
No hay que olvidar que, según lo firmado con el FMI, la apreciación del peso llevaría al Banco Central a intervenir comprando dólares, lo que además ayudaría a controlar las subas de precios, y evitar que en abril el índice termine por encima del 4 por ciento. Pero, un dólar barato -como el que parece haberse instalado tras la primera semana de levantamiento del cepo para las personas físicas- plantea nuevos interrogantes para la producción y el turismo.
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Por esto, el Presidente en persona se encargó de dar dos mensajes contundentes ni bien arrancó el nuevo esquema de bandas cambiarias con flotación administrada. El primero, directo al campo, al que le sugirió: "Apúrense a liquidar porque a fin de junio volvemos a subir las retenciones". El segundo, fue dirigido a los inversores: "Vamos a salir a comprar cuando el dólar llegue al piso de la banda, es decir a $ 1.000. Antes no vamos a intervenir".
Ambas declaraciones parecen haber sido lo suficientemente convincentes como para generar que las cotizaciones se mantengan cerca del rango medio a lo largo de la semana de debut entre ese piso y los $1.400 de tope.
En paralelo, Milei y sus colaboradores del equipo económico desplegaron una presión concreta sobre los supermercados y las prepagas para que desistan de arremeter con remarcaciones. En el primer caso, incluso, se hizo pública la voluntad de los formadores de precios de alimentos de colaborar para evitar la escalada.
Además, reveló que su objetivo es que el dólar flote hacia el piso de las bandas y no hacia el techo pautado. En ese sentido, expresó durante una extensa entrevista radial: "Vení y jugá contra la moneda a ver cómo te va a ir. Apostá, apostá, porque esos dólares están ahí para romperte todo".
En la línea opuesta a lo que preveía la mayoría, el Jefe de Estado y ministro de Economía, Luis Caputo, optaron por hacer de la desarticulación del cepo una forma de sostener el dólar barato, algo que podría poner en jaque no sólo a los exportadores, sino la competitividad argentina a nivel mundial.
No obstante, la buena noticia es que el dólar en la cuerda baja le permite al Ejecutivo mantener su aspiración de que la curva inflacionaria no ascienda demasiado y recuperar pronto la tendencia bajista que viene profundizando desde el comienzo de su gestión, a fuerza de freno en el gasto público y una política de déficit cero y de alarde al superávit fiscal del que nadie los hace moverse.
Eso no es todo: si efectivamente el Gobierno nacional logra que la mayoría de la población perciba que las cosas "van bien" o "van mejor" que antes, La Libertad Avanza tendrá despejado el camino hacia un triunfo electoral en las legislativas de octubre. De esos comicios depende que los violetas tengan mayor presencia en el Congreso -donde hoy son franca minoría- y deje de depender de permanentes alianzas para aprobar sus proyectos de ley.
En el horizonte, nubla la vista la permanente necesidad de que la economía no tuerza su curso alentador y que la deuda de USD 20.000 millones pactada -de la cual ya llegaron a las arcas nacionales USD12.000 del Fondo y USD 1.500 del Banco Mundial- no termine siendo un salvavidas de plomo en lugar de una salida de los problemas. Por ahora, la devaluación no ha sido tan alta como preveía la amplia mayoría de los opositores, aunque queda mucho camino por recorrer.
La votación de medio término, una vez más, estará atada al devenir económico de los argentinos. De todos: tanto de los productores agrícolas, como de los comerciantes y trabajadores, que históricamente definen el destino político del país mirando el estado de las cuentas públicas, pero -sobre todo- de sus bolsillos.
Habrá que ver hasta donde, este nuevo capítulo de endeudamiento y apreciación del tipo de cambio por el ingreso de capitales financieros, cambia la tradición, ya que las anteriores veces la cuestión terminó mal, incluida tanto la convertibilidad de los '90 como aquella vez en la que Mauricio Macri fue a buscar al Fondo para evitar el cadalso.
Caputo promete que esta vez "será diferente", sobre todo por disciplina fiscal que es motivo de halago por parte del propio organismo de crédito internacional. El tiempo dirá si efectivamente el titular del Palacio de Hacienda tiene razón.
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