El Presidente busca que ahora todos puedan ser voceros del Gobierno. Les pidió a los funcionarios que bajaron de rango que no den “portazos” y una transición ordenada.
Mauricio Macri decidió avanzar con el rediseño de su gabinete con la idea de fortalecer a sus ministros para que puedan ser voceros de la gestión ante la crisis y, a su vez, ganen poder al interior del Gobierno. Las reuniones cotidianas de coordinación ahora se transformaron en encuentros del gabinete, hoy reducido a diez ministros, a los que se suman las autoridades parlamentarias y, desde esta semana, Andrés Ibarra, el flamante vicejefe de Gabinete y nuevo hombre fuerte en Balcarce 50.
"Quieren que todos estemos al tanto de todo y podamos ser voceros del Gobierno. Poder defender la gestión siempre y tener más voceros para salir a hablar", le cuenta a PERFIL uno de los diez ministros del flamante gabinete. Paralelamente, el pedido expreso tanto de Macri como del jefe de Gabinete, Marcos Peña (quien logró no perder la centralidad en el día a día al interior de la Casa Rosada) fue que los ex ministros, ahora secretarios, se queden en estos meses, aunque sea hasta fin de año.
"Queremos una transición ordenada", fue el mensaje que les transmitió el jefe de Gabinete a todos los que sumaron áreas a su organigrama. "Fue duro pasar a ser secretario para todos ellos", reconocen. Sin embargo, con un gobierno que atraviesa una severa crisis económica y política, la idea fue que no haya ni portazos estruendosos ni escándalos. La estrategia, esta semana, fue contenerlos a todos y que, en todo caso, se vea caso por caso. "Queda un año y medio de gestión, se les pidió que aguanten a muchos de ellos", agrega una fuente oficial de diálogo directo con el Presidente. El Gobierno les pidió a aquellos funcionarios que pasaron de ser ministros a secretarios que se queden unos meses más. "Queremos una transición ordenada", explicaron.
Ministros. El ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, habló con Pablo Avelluto, ahora secretario de Cultura, y decidieron avanzar en conjunto. Son amigos y se conocen de los años en la Ciudad. En el caso de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao intercambió chats y charlas telefónicas con Finocchiaro, quien había viajado a Mendoza por la cumbre del G20. No hubo, por ahora, una voluntad explícita de abandonar la flamante secretaría. Esta semana se reunirán los equipos con los ministros para ensamblar la nueva estructura, aunque la versión sobre una presunta jubilación de Barañao a fin de año no dejó de cobrar fuerza. En Salud y Desarrollo Social, Carolina Stanley decidió no innovar: no moverá ningún funcionario aunque revisará área por área. El ahora secretario de Salud, Adolfo Rubinstein, es uno de los más molestos con el cambio de rango. Radical, y una de las voces oficiales que apoyó la ley de aborto, deslizó un posible alejamiento para fin de año.
También habrá que ver qué ocurre en Anses. Dante Sica, ministro de Producción, por ahora mantendría a los dos nuevos secretarios: Jorge Triaca, en Trabajo, y Luis Miguel Etchevehere, en Agroindustria. Triaca se molestó pero se llevó, como parte del acuerdo, a todo su staff. Incluso, logró desprenderse de Lucas Fernández Aparicio, quien alguna vez soñó con ser ministro, y lo devolvió al área de Transporte. Por ahora Triaca seguirá trabajando en Alem (hace tiempo que quiere mover el área laboral de allí para que las manifestaciones no generen un caos). Para la etapa que viene, con una fuerte disputa con los gremios, sigue siendo una pieza clave para Macri.
En el caso de Etchevehere no le gustó nada la decisión pero, a pesar del regreso de las retenciones, no dio indicios de renuncia aún. Otro caso distinto es el del ahora secretario de Energía, Javier Iguacel, quien depende de Nicolás Dujovne (Economía). Ex titular de Vialidad Nacional (donde fue elogiado por todo el oficialismo) se enojó con los cambios y pidió, específicamente, no quedar debajo de quien lo llevó al gabinete: Guillermo Dietrich (Transporte). Desesperado por ser una figura, dejó de lado su bronca cuando le propusieron ir con Dujovne ya que, piensa, podrá tener más visibilidad que con Dietrich. Claro que ahora deberá sortear las feroces críticas que llegan desde YPF a sus manejos en la cartera energética, además de las subas constantes de las naftas que impactarán de lleno en la inflación. Por su parte, ni el cordobés Gustavo Santos (Turismo) ni el rabino Sergio Bergman (Medio Ambiente) pusieron reparos en pasar a ser secretarios que dependen de manera directa de la Presidencia.
Hace un año que ambos escuchaban los rumores sobre la posibilidad de que dejen de ser ministros. Bergman hasta bromeaba con eso. Al menos pudo sacarse a Quintana de encima, quien intentó eyectarlo del gabinete en varias oportunidades, sin suerte. El nuevo hombre fuerte de la Rosada entra en acción Es un hombre del riñón más íntimo del Presidente: lo conoce desde sus años en Socma, la empresa de Franco Macri, fue gerente general de Boca Juniors y desembarcó en la Ciudad, primero en Educación, y luego en Modernización. Es de los pocos que tienen una confianza, y una amistad, consolidada con el jefe de Estado. Y, en los cambios del gabinete, quedó como segundo de Marcos Peña. Se trata de Andrés Ibarra, un histórico colaborador de Mauricio Macri, quien ocupará esta semana por primera vez su flamante despacho en el primer piso de la Casa Rosada. Le tocará la silla de Mario Quintana, el empresario que fue vicejefe de Gabinete y renunció. Con un bajo perfil, dedicado exclusivamente a la gestión, Ibarra mantendrá su despacho a metros de la Plaza de Mayo. En cuanto a su trabajo en la Casa Rosada, en principio buscará un esquema más flexible que el que existía. "Quiere ser una rueda de auxilio de los ministros, y no plantarse tanto como controlador como era hasta ahora", explica una fuente oficial a PERFIL.
Acaso Quintana, quien enfrentó a Ibarra desde que asumió, intentó ser jefe político del área social y terminó afuera del Gobierno. A mitad de semana el nuevo hombre fuerte de Balcarce 50 se reunió, a solas, con Peña. Fue al mediodía en el despacho del jefe de Gabinete. Con buena sintonía, acordaron comenzar a trabajar de menor a mayor. Aún queda por definir si será otro de los voceros de la gestión. Al menos ya cuenta con dos ventajas: conoce a gran parte del gabinete y el área de Modernización que maneja siempre fue transversal, lo que lo llevó a generar un vínculo personal con cada ministro.
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