Cambiemos se diferencia de las administraciones anteriores enarbolando su gestión. La imagen de Gay como caballito de batalla. El peronismo busca volver, pero no coinciden detrás de un liderazgo.
"Nosotros nos sentimos tan propios como los denominados puros", sintetizan desde Bahía Blanca por oposición a la mirada que se construyó sobre quien gobierna ese distrito, teniendo en cuenta el origen político y la fortaleza en sí mismo. Consolidado en la gestión, el oficialismo se prepara para volver a irradiar en la Sexta Sección su potencialidad, favorecidos por la interna que ha sucumbido en los últimos años a la oposición bahiense.
Los análisis sobre el triunfo que llevó al reconocido periodista Héctor Gay al sillón del ejecutivo municipal de Bahía Blanca, son tan amplios como complejos. Hay quienes lo adjudican a su imagen construida frente al micrófono radial durante 30 años; otros apuntan a las conducciones desdibujadas del peronismo y el massismo que entre el 2003 y el 2015 estuvieron al frente de la gestión; los menos evalúan que el respaldo obedece a la necesidad de oxigenar el mundillo político, erróneamente reducido en los últimos años en un bipartidismo que, sin un líder ordenador, se fue quebrando.
Los orígenes políticos de Gay están atados al efímero armado del zigzagueante Francisco De Narváez, el Frente Unión por la Libertad y el Trabajo; alianza con el que el entonces diputado nacional se ubicó cuarto en la provincia en 2013, detrás de Sergio Massa, Martín Insaurralde y Margarita Stolbizer; y con el que el actual intendente accedió a una banca en la cámara baja bonaerense. Junto a la senadora Nidia Moirano y el diputado Santiago Nardelli, ex FpV, se constituyeron en un tridente que comenzó a moverse en módulo y se convirtió en una pieza clave en la Sexta. De hecho, en aquella contienda, la performance de De Narváez se explica por el triunfo de esa fuerza en Bahía Blanca, distrito que representa más del 40% del electorado en la sección.
"Estamos haciendo poco. Cuando se es oficialismo la campaña es la gestión", señalan desde el oficialismo a Letra P al momento de definir la construcción de cara a las próximas elecciones y se apuran a remarcar las deficiencias financieras con la que recibieron el distrito en 2015 cuando Gay asumió el Ejecutivo tras sumarse a las filas macristas y ganar con el sello de Cambiemos con más del 43% de los votos.
Aplican el mismo apuro cuando son consultados sobre el análisis que sindica a la conducción local como "independientes" dentro del armado macrista, teniendo en cuenta sus orígenes. "Nosotros nos sentimos tan propios como los denominados puros", resaltan y agregan: "Cambiemos es más que el PRO. Nos sentimos parte de un espacio político integrado también por UCR, la Coalición Cívica, el Partido FE. Se ha diluido ese esquema y nosotros nunca hicimos esa división", indicaron al tiempo que señalaron, para fortalecer esa posición, que mantienen "muy buen diálogo y relación" con las administración nacional y provincial.
Desdibujando la idea de liderazgos absolutos y sin dar señales sobre la estrategia para las elecciones, Nardelli sólo dirá en diálogo con Letra P que la apuesta del oficialismo es "salir del personalismo y fortalecer la gestión, a nivel local, provincial y después nacional. Fortalecer el grupo para contribuir al gobierno".
Focalizar en la gestión de cara a la campaña no es poca cosa para alcanzar el objetivo de triunfar en las elecciones de octubre; más cuando la oposición se ha mostrado fisurada internamente restando potencial a quienes se quieren erguir como líderes. "Que el otro esté mal obvio que nos favorece", reconocen en el oficialismo, aunque insisten sobre la buena imagen de Gay "que se traduce en votos porque tracciona solo y en las construcción electoral que hemos logrado alcanzar".
Referentes de la oposición reconocen que el crecimiento en los últimos años de Gay se potenció por un peronismo, un massismo y un radicalismo desperdigados en distintos liderazgos enfrentados internamente.
EL OCASO DEL BIPARTIDISMO. Hasta el triunfo de Gay, el escenario político bahiense estaba dividido en un bipartismo absoluto, sólo interrumpido en los últimos años con la aparición de Sergio Masa en escena y el acompañamiento de dirigentes locales a su fuerza.
Detonados internamente, en 2003 la Unión Cívica Radical perdió la Intendencia y se desperdigó en distintos espacios. Unos, como los hermanos Jaime y Virginia Linares se encolumnaron detrás de Margarita Stolbizer. Otros, como el ex concejal Raúl Woscoff, formaron la vecinalista Integración Ciudadana, que logró posicionarse en segundo lugar a nivel local y hasta llegó a tener seis representantes en el deliberativo bahiense; pero que en las últimas elecciones no logró ingresar ningún concejal.
Caídos en desgracia los radicales, los peronistas, de la mano del médico Rodolfo Lopes, asumieron el Ejecutivo municipal cuando Néstor Kirchner ganó las elecciones en 2003. Sin embargo, su mandato concluiría tres años después luego que una Comisión Investigadora del Concejo Deliberante coincidiera en que cometió "faltas graves” en el desempeño de su función.
En su lugar, interinamente, asumió Cristian Breitenstein, un hombre que políticamente respondía a un dirigente reconocido del peronismo bahiense, Dámaso Larraburu. "Respondió a Dámaso hasta que tomó vuelo propio", señalaron desde Bahía Blanca y agregaron: "Cristian no quería ser intendente y por eso ni bien pudo se fue"
Con los mismos colores políticos a nivel nacional y provincial, la gestión Breitenstein se caracterizó por el desarrollo de obras importantes, lo que le sirvió para ganar las elecciones en 2011. "Él antes de ganar ya sabía que se iba a ir con Scioli a La Plata, por eso a la gente le molestó mucho que no haya asumido y fue muy criticado en Bahía", recuerdan desde el sur bonaerense. Ubicado en el sillón del Ministerio de Producción, asume en su lugar Gustavo Bevilacqua, un dirigente que no respondía directamente a Breitenstein sino a Larraburo. "Desde la sombras fue Dámaso quien gobernó Bahía", lanzaron a Letra P desplegando el confuso esquema de gestión que se tejió en aquellos años.
Los cuestionamientos por la jugada del ministro y las tensiones en torno al liderazgo del peronismo local, derivaron en su quiebre. La tropa de Dámaso Larraburu, con la gestión municipal de Bevilacqua incluida, fue parte de los pases que se sucedieron a lo largo de toda la Provincia en 2013 con la irrupción de Massa como alternativa al kirchnerismo y el armado del Frente Renovador como oposición.
Ese escenario no perduró en el tiempo. Con fuertes críticas, Larraburo le quitó apoyo a Massa en las presidenciales del 2015, bajó su postulación a intendente y respaldó la candidatura del entonces gobernador bonaerense Daniel Scioli. Bevilacqua, se anotó para el Congreso y logró una banca renovadora en Diputados. En el Concejo, alcanzaron varios lugares, pero hoy solo conservan dos bancan que responden directamente a la pata sindical.
En ese escenario el massismo perdió un bastión distrital que había obtenido por la ventana. Con la intención de posicionarse para el 2019, junto al GEN buscan repetir en aquel territorio el acuerdo conversado a nivel nacional.
En aquellos comicios, el peronismo local se batió a duelo entre el diputado Marcelo Feliu y el ex titular de ARBA, Iván Budassi, quien fue derrotado en las PASO. Sin el peronismo en las administraciones, Budassi por estos días responde a Cambiemos como asesor del Ministro de Gobierno bonaerense, Joaquín de la Torre.
Trabajando por la candidatura de Florencio Randazzo, Feliu, por su parte, desde su despacho en la Cámara de Diputados integra una de las patas con las que el peronismo buscará arrebatarle el triunfo al oficialismo. "En este momento, es quien lidera el peronismo local", indican desde Bahía Blanca a Letra P, restándole protagonismo al ex intendente Lópes, y anticipan que su lugar en las listas dependerá del rol que asuma Cristina Fernández de Kirchner en las candidaturas. "Puede ir como candidato a concejal y posicionarse para el 2019", evaluaron desde las filas.
Pese al ninguneo desde el armado del diputado provincial, en la interna ya se anotó el sector que responde a Lópes. "Nunca dejé el FpV y seguimos trabajando por la conducción de la Cristina", lanza a este portal el ex jefe comunal y agrega que a nivel local trabaja junto a los legisladores provinciales Gabriel Godoy y Federico Susbielles.
"En el 2015 no pudimos participar por una trampita de los candidatos en el esquema del Consejo de Partido de provincia", recuerda Lopes y anticipa de cara a las internas: "Estamos dispuestos a medirnos en las PASO. Si llega a ver unidad, veremos cómo se plantea. No entendemos la unidad tomada de los pelos y creyendo que todos debemos estar adentro".
El peronismo se completa con referentes de menor vuelo agrupados en "Frente para la Victoria Volvemos" como Walter Larrea, de La Bancaria, y Luis Calderaro, vinculado al ex vicegobernador Gabriel Mariotto. Cabe recordar que Calderaro fue desplazado en 2015 de la nómina de senadores por su amigo Juan Manuel Pignocco, que sin ser de la Sexta, se valió de la lapicera del camporista José Ottavis para hacerse un lugar en el Senado.
De cara a las elecciones, la Sexta Sección elige diputados. En la actualidad, el peronismo - dividido- tiene cuatro de los once escaños. Cambiemos y el massismo tres cada uno y el Progresismo una sola banca. De los veintidós distritos de la Sección, doce están pintados de amarillo macrista; diez son del FpV y dos vecinalistas.
A tono con las conversaciones a nivel nacional, el massismo podría coincidir con los hermanos Linares en una lista de unidad. El peronismo, si bien está a la espera del debate que se da a nivel nacional, anticipa que las diferencias son más amplias que las coincidencias. El oficialismo, anclado en una gestión que ha logrado diferenciarse de las precedentes, pretende irradiar su protagonismo al resto de la Sección y repetir el esquema de triunfos que lograron en 2015.
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