La filantropía de la alianza PRO-Cambiemos

La filantropía de la alianza PRO-Cambiemos

El miércoles 26 de septiembre la Fundación Margarita Barrientos celebró, en el Salón Rojo de la tradicional Sociedad Rural Argentina, su cena anual destinada a la recolección de fondos para sus actividades de atención a los sectores más necesitados de la sociedad.

 

Margarita, santiagueña, próxima a cumplir 57 años, fundadora del comedor Los Piletones ubicado en el barrio de Villa Soldati de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, siempre expresó públicamente su adhesión al partido PRO y,  especialmente, a Mauricio Macri, el actual presidente de Argentina.

A la cena, conducida por Diego Leuco y Maju Lozano, asistieron y posaron para las fotos una importante cantidad de funcionarios públicos, algunos periodistas, empresarios y figuras del espectáculo y el deporte, entre los cuales se destacaban los siguientes: Mauricio Macri, Marcos Peña Braun, Carolina Stanley, Rogelio Frigerio, Federico Pinedo, Nicolás Massot, Horacio Rodríguez Larreta, Luis Caputo, Diego Santilli, Esteban Bullrich, Sergio Bergman, Mirtha Legrand, Fernando Straface, Luis Miguel Etchevehere, Martín Ocampo, Felipe Miguel, Peter Robledo, Adrián Pérez, Alfredo Leuco, Daniel Pelegrina, Cristiano Rattazzi, Martín Cabrales, Georgie Neuss, Gustavo Weiss, Adelmo Gabbi, Ana Rosenfeld, Ricardo Pedace, Juan Pablo Maglier, Luciano Laspina, Martiniano Molina, Diego Valenzuela, Fernando Burlando, Pía Shaw, Lizy Tagliani, Milo Lockett, Dolores Cahen D’Anvers, Rolando Schiavi, Claudio “Chiqui” Tapia, Carolina “Pampita” Ardohain, Juan Pico Mónaco, Karina Mazzocco, Nazarena Vélez, Javier Calamaro, entre otros.

Los distinguidos comensales se fotografiaron en el escenario donde, a sus espaldas, existía un gran cartel con diversas imágenes y logos de empresas e instituciones oficiales auspiciantes, a saber: Nissan, La Tomasa, Cabrales, Coca-Cola, Sociedad Rural Argentina, Banco Galicia, Banco HSBC, Banco Santander Río, Banco Hipotecario, Banco Provincia, Banco Ciudad, Bayer, Roemmers, Andrómaco, Bagó, Microsoft, Chevrolet, Gancia, Tersuave, Axion Energy, Disco, Jumbo, Vea, Fundación Carrefour, Río Uruguay Seguros, CAME, Exon Mobil, Scienza, Neuss, OSDE, YPF, CEAMSE, TV Pública, AUSA, Corporación Buenos Aires Sur, AYSA, Entidad Binacional Yacyretá, Cámara Argentina de la Construcción, Bolsa de Comercio de Buenos Aires, entre otras.   

Los integrantes de Cascos Blancos, organismo que depende del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación, oficiaron como coordinadores de la organización de la cena y también se registraron para el álbum de fotos. La Comisión de Cascos Blancos está presidida, desde marzo de 2016, por el abogado Alejandro Daneri y el vicepresidente es el abogado Mariano Goicoechea y Garayar. Según el informativo de esta Comisión, en la cena se lograron recolectar más de 6 millones de pesos (unos 150.000 dólares), aunque no se especifica la procedencia de los distintos aportes. Mucho menos que migajas, en comparación con los millones de dólares que la política económica de la Alianza Cambiemos habilitó que se fugaran en sus pocos años de gobierno.

Esta cena benéfica, las empresas y organismos auspiciantes, el lugar de su realización, el perfil ideológico y político de muchos de los participantes y hasta la elegante vestimenta de la mayoría de los asistentes, nos hizo recordar un episodio muy similar que aconteció en el año 2001, hace 17 años. 

En junio de ese año la Fundación Novum Millenium, ligada a Domingo Cavallo, organizó una cena de caridad en el lujoso hotel Marriot Plaza y recaudó 300 mil dólares para la Fundación Felices los Niños, conducida por el sacerdote católico Julio César Grassi (luego condenado en 2009 a 15 años de prisión por abusos sexuales a adolescentes), también ligado proselitistamente a Cavallo. En esa cena participaron y contribuyeron con su óbolo políticos y representantes de empresas, tales como: Macri, FIAT, Roemmers, Coca-Cola, Repsol-YPF, Aguas Argentinas, Socma, Autopistas del Sol, etc. Entre los políticos destacaron Adolfo Sturzenegger, Diego Santilli y Domingo Cavallo. Como se puede observar, en estas tertulias gastronómicas nocturnas del 2001 y del 2018 se reitera la persistente y desinteresada “vocación filantrópica” de ciertos políticos y ciertas empresas.  

La sociedad no debería necesitar de contribuciones optativas de los sectores pudientes, ni de la vigencia de fundaciones presuntamente filantrópicas y de “damas” de beneficencia. La sociedad necesita ejercicio pleno de derechos y no mínimos paliativos destinados a las familias previamente empobrecidas precisamente por el modelo neoliberal que, en el 2001 y en el 2018, generó y ahora vuelve a generar una brutal desigualdad social.

En el marco de estos procesos de refilantropización, resulta necesario recordar que siempre los filántropos necesitaron más a los pobres, que los pobres a los filántropos. Decía bien la mapuche Gerónima: “no quiero que me den una mano, quiero me saquen las manos de encima”. O el proverbio africano que señala que “la mano del que recibe, está siempre debajo de la mano del que da”. 

Florencio Escardó fue un destacado pediatra y sanitarista argentino: la antítesis del actual troglodita Abel Albino. Además de su sobresaliente actuación profesional, liderando concepciones de avanzada para la medicina infantil de su época, desarrolló una intensa labor de escritor a partir de múltiples y diversas crónicas de humor, describiendo con lucidez, ironía y perspicacia el funcionamiento de la sociedad.

Con el seudónimo de Piolín de Macramé, publicó en 1965, una compilación de varias de sus crónicas bajo el sugestivo título de “¡Oh!”. Con gran mordacidad, en una de ellas Escardó se refiere a la beneficencia, destacando que “se llama beneficencia a la caridad convertida en espectáculo público. La suelen ejercer señoras que por ejercerla se llaman automáticamente damas. Que han conseguido transformar el ocio en un trabajo afanoso. Y sublime. Y con carácter industrial. Es una forma de higiene mental. Quienes ejercen la beneficencia evitan la maledicencia. Pero no son excluyentes”. 

Además de la hipocresía de aparentar desconocer que son los generadores de esta gran catástrofe nacional, la enorme gravedad de estos supuestos filántropos que acaban de asistir a la cena en la Sociedad Rural Argentina radica en la mayoritaria presencia de los gobernantes nacionales y provinciales, lo cual simbólicamente estatiza una práctica estructurante de la desigualdad social.

Son coherentes, a la vez, con el certero aforismo del economista francés Thomas Piketty: “Quienes tienen mucho nunca se olvidan de defender sus intereses”. En síntesis, expresan –desembozadamente– cuál es la política social de la Alianza Cambiemos: un Estado que filantropiza, mientras restringe derechos. 

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