No resulta nada novedosa para las paredes del Honorable Concejo Deliberante la polémica que esta semana se instaló con el decreto del Intendente Carlos Arroyo que prohíbe la realización de nuevas fiestas electrónicas en General Pueyrredon.
Hace exactamente once años, también en enero, en el recinto deliberativo se recuerda haber escuchado con énfasis una discusión de similares características que protagonizaron algunos actores aún activos en la política marplatense. Pese a que días atrás la oposición se distanció y rechazó el documento firmado por el Ejecutivo, hace poco más de una década el pensamiento de ciertos bloques parecía bastante más cercano al del jefe comunal.
A la polémica no la había traído el viento en aquel enero de 2006. Vino de la mano de quien era por entonces el Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Claudio Mate. Durante su paso por la ciudad, disparó munición gruesa contra las fiestas electrónicas con argumentos no muy disimiles a los recientemente esgrimidos por Arroyo en su decreto. “Es casi indisoluble el disfrutar la combinación de la música, las luces y los efectos psicoactivos de las pastillas”, apuntó.
El funcionario bonaerense fue contundente en su postura y asoció directamente el desarrollo de eventos de estas características con el consumo de las pastillas de éxtasis, lo que generó un revuelo de alcance nacional, tal como sucedió esta semana. “¿Es exagerada la palabra prohibir?” Los pibes llegan a 42º de temperatura, sufren colapsos hepáticos y renales. Las ‘drogas de diseño’ causan la muerte. No hay exageración”, había aseverado en diálogo con Clarín.
El lugar que había elegido Mate para encabezar su lucha no era arbitrario ya que en ese año, el Municipio de General Pueyrredon cedió a un grupo privado el Polideportivo para la realización de tres fiestas electrónicas. “Si decís que querés prohibir un negocio de clase media te tratan de troglodita, pero no se puede seguir siendo ingenuo”, insistió, y agregó, en referencia a los organizadores: “Les voy a decir a todos los intendentes de la Provincia que les hagamos la vida difícil”.
Claudia Rodríguez: “Esas organizaciones de fiestas electrónicas crean un ambiente propicio para la venta de éxtasis”
Las fuertes declaraciones del Ministro tuvieron eco inmediato en la sesión ordinaria del 26 de enero de 2006 en el Concejo Deliberante. Una de las tres cuestiones previas a debatir era la de la concejal de Acción Marplatense, Claudia Rodríguez, quien expuso en el recinto deliberativo una faceta distinta a la mostrada días atrás por el bloque luego de que este medio revelara el decreto con el que Intendente ponía fin a la realización de nuevas fiestas electrónicas.
El presidente del Partido, Santiago Bonifatti, había tildado de poco “inteligente” la decisión del Ejecutivo y en primera instancia solicitó una “identificación de lo que se considera una fiesta electrónica”. “Se tienen que generar herramientas más inteligentes que la prohibición”, había asegurado el edil a El Marplatense, agregando: “Es importante que el Estado tenga la capacidad de hacer los controles necesarios en la previa, durante y después del evento. Me parece que el Municipio debe tener una mirada mucho más enfocada en la prevención”.
Hace 11 años, sin embargo, Claudia Rodríguez, actual titular del bloque, se había adelantado al jefe comunal y ya planteaba la prohibición de las “fiestas electrónicas o raves”. Puntualmente, lo que exigía era la “imposibilidad” de que eventos de tales características pudieran desarrollarse en cualquier espacio deportivo o recreativo de órbita municipal.
Además de respaldarse en los dichos del funcionario bonaerense, hizo mención de un informe de las Naciones Unidas que señalaba que “en diez años estas drogas de diseño sintéticas van a superar a las vegetales como la cocaína o la marihuana”. “En este tema específico de las fiestas electrónicas, Acción Marplatense ha sido firme en su posición: nosotros queremos restringir el uso de los escenarios deportivos y recreativos convencidos que si en ellos, si para ellos hubiese una agenda nutrida de espectáculos deportivos nacionales, internacionales sobre todo en la temporada estival, no habría espacio, no estaríamos discutiendo la necesidad de prohibir o no fiestas electrónicas”, señaló.
“Está fehacientemente comprobado que el entorno favorece y pone en peligro a la salud de los jóvenes”, consideró la edil, y sostuvo: “Muchos de ellos concurrirán a las fiestas a sabiendas de lo que allí ocurre, pero muchos otros no y precisamente la responsabilidad de los funcionarios públicos es la de ponernos de un lado o del otro de la balanza”.
En su alocución, la actual presidente de AM continuó: “Estamos vacíos de respuestas a la sociedad que nos reclama eso, respuestas, claras y específicas, contundentes, aunque algunas nos puedan doler, aunque algunas nos puedan ir haciendo caminar por el sector de que somos prohibitivos o que somos ignorantes como escuché que algún funcionario del área del Ejecutivo dijera que ‘prohibir es un prejuicio propio de los ignorantes’”.
“Ignoraba que las fiestas electrónicas estaban organizadas y eso ha sido comprobado, se organizan porque el ambiente favorece la venta de droga”, apuntó, y sentenció: “Estoy diciendo que esas organizaciones de fiestas electrónicas crean un ambiente propicio para la venta de éxtasis”.
La intervención de la concejal de AM despertó voces en contra y a favor. Una de ellas fue la de Eduardo Salas, concejal del PJ, quien ofreció un contundente respaldo a lo planteado por Rodríguez. “Me dijeron loco, pero a mí me sigue pareciendo una barbaridad que se hagan fiestas de este tipo después de Cromañón, y es mucho peor cuando el Estado lo avala”, señaló.
“Yo quiero aclarar que no vamos a destruir el consumo de drogas, como dicen algunos diarios nacionales, estamos atacando el efecto y no la causa”, reconoció en el extenso debate que se había desatado en el recinto deliberativo.
Y en disidencia se mostró la concejal radical Adriana Di Julio, ya que consideró que no puede prohibirse “lo que significa un movimiento que se puede denominar cultural porque se refiere a un tipo de música”. “Si estuviéramos en condiciones de prohibir las fiestas electrónicas, tendríamos que prohibir también la venta en las disquerías de estos CD de música electrónica y prohibir también la difusión por radio de música electrónica, porque se supondría que llevaría al consumo de drogas”, respondió al planteo de Acción Marplatense.
En esta línea, la edil oficialista dijo que “no podemos prohibir lo que la juventud quiere hacer”. “En un momento también se nombraba que el rock era el que acaparaba la gente que consumía droga y me parece que nos estamos equivocando en el eje. No son las fiestas de determinado tipo de música las que llevan al consumo de droga sino otras cuestiones que son mucho más profundas“, sostuvo.
Pero faltaba más. A la controversia, también se había sumado en ese momento el actual concejal del Frente Renovador, Cristian Azcona, quien en 2006 se desempañaba como Defensor del Pueblo. Junto con la otra defensora adjunta, Mónica Felices, los referentes locales del organismo presentaron una “recomendación” ante el Concejo Deliberante y el Departamento Ejecutivo para “suspender” el desarrollo de las fiestas electrónicas en la ciudad. “El Estado no debe acompañar fiestas que el mundo entero dice que son insalubres para los jóvenes”, explicaron.
Cabe señalar que al opinar días atrás sobre el decreto del Intendente Carlos Arroyo, el edil había considerado que “no es necesario prohibir en los tiempos que se viven”. “Mar del Plata tiene una particularidad con las fiestas electrónicas, que es que estaba prevista la llegada de artistas internacionales y para eso se esperaban muchos turistas”, remarcó a El Marplatense, y concluyó: “Me parece que no es necesario prohibir en los tiempos que se viven”.
Otra cuestión que parece haber sufrido cambios con el paso de los años, tiene que ver con los recursos que cuenta el Municipio para garantizar los controles en los eventos de estas características. En uno de los últimos considerandos del decreto de Carlos Arroyo se indicaba que la comuna no cuenta actualmente con “los medios humanos y técnicos que permitan un control absoluto de los riesgos que se derivan para la vida humana”.
En contracara, en 2006, el por entonces subsecretario de Inspección General, Claudio Gómez, afirmaba que “si no se excede la cantidad de público se puede realizar cualquier tipo de actividad cultural”. “No me corresponde a mí decidir qué es cultural o no; supongo que los DJ brindan un espectáculo donde se forma un baile espontáneo”, opinó el ex funcionario municipal respecto de las características que definen una “fiesta electrónica”.
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