Una elección ajustada postergó el clima de festejos, pero cuando la tendencia comenzó a parecer irreversible en el búnker de Juntos por el Cambio no faltó nadie. Cómo se vivió el minuto a minuto de una noche en la que cada voto era fundamental para llegar a la meta.
A dos años de hacer su aparición en la escena política marplatense, Guillermo Montenegro se alzó ayer como el próximo intendente de General Pueyrredon con el 40,6% de los votos y posicionó a Mar del Plata como uno de los bastiones más fuertes en el futuro de Juntos por el Cambio, tras la derrota de María Eugenia Vidal en la Provincia y Mauricio Macri en Nación.
De todas maneras en el búnker del jefe comunal electo, la fiesta del triunfo tardó en sentirse. Un escrutinio ajustado con su principal adversaria, Fernanda Raverta, cubrió con un manto de cautela las primeras declaraciones y expresiones de alegría.
Pero todo cambió a las 21, cuando el salón del primer piso del Hotel Dorá explotó en aplausos y abrazos de emoción. Por un lado, los cinco televisores dispuestos en el lugar mostraban al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, anunciando los primeros números de las elecciones a nivel nacional que, si bien mostraban a un Mauricio Macri seis puntos por debajo de Alberto Fernández, mantenía viva la esperanza de que la hazaña del balotaje, impulsada en las marchas del Sí Se Puede, podía llegar a ser posible. Pero la alegría en el edificio de Buenos Aires al 1800 comenzó a acercarse a su máximo nivel por otro lado, cuando segundo después de conocidos los primeros resultados y con los abrazos y festejos todavía en el aire, el jefe de campaña del candidato de Juntos por el Cambio en la ciudad, Alejandro Rabinovich, subió al escenario, tomó el micrófono, pidió silencio y dijo lo que todos los presentes estaban esperando: “Vamos ganando por cuatro puntos”. También advirtió que solo se había escrutado el 47% del padrón local y que había que ser “cautos”, pero ya pocos escuchaban: los abrazos escalaron para muchos en llantos de alegría. También se pasó del “Sí Se Puede” a “Se siente, se siente, Guilermo Intendente”, acompañado por aplausos que marcaron el ritmo del nuevo fondo musical.
La arenga fue tal que problablemente el propio Montenegro la haya escuchado desde la habitación del sexto piso, donde a partir de las 17 se encontraba siguiendo el minuto a minuto de los comicios junto a sus tres hijos mayores y Rabinovich.
La palabra del hombre detrás del triunfo de Montenegro también provocó otra novedad en un búnker que desde las 18 se mostraba con un tímido movimiento, escasa música y pocas caras conocidas: directo desde el séptimo piso donde se había emplazado un VIP con pantallas de televisión y catering, comenzaron a aparecer en el salón candidatos a concejales, como Nicolás Lauría, Liliana Gonzalorena, Alejandro Carrancio, Marianela Romero y Lynette Hooft, y dirigentes como Emiliano Giri, al que se lo vio festejando a viva voz los primeros números oficiales a nivel nacional.
Hasta el momento, además de Rabinovich, solo se habían mostrado entre los simpatizantes de Juntos por el Cambio que deambulaban por el lugar el subsecretario de Educación de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Siciliano, uno de los primeros en llegar; el candidato a concejal Agustín Neme, que hizo una breve aparición minutos después de las siete; y los dirigentes radicales Cristina Coria, Jesús Porrúa, Nicolás Maiorano, Ariel Martinez Bordaisco y el candidato a diputado provincial Maximiliano Abad, que en un breve intercambio con la prensa pasadas las 20, prendía la primera luz de esperanza al hablar de una “tendencia favorable” aunque rápidamente remarcaba que la ciudad vivía una elección “reñida”.
Lo mismo había dejado entrever Rabinovich en su primera aparición, a una hora de cerrada la votación, cerca de las 19. Ahí la alegría no parecía definida y sus declaraciones iban en ese sentido. “Que los fiscales se queden hasta el final”, insistió en más de una oportunidad. La pelea del voto a voto ya comenzaba a sentirse en el aire.
Sin embargo después de las 21.30, el entusiasmo en el Hotel Dorá comenzó a escalar en simultáneo con el porcentaje del padrón escrutado. Aparecieron entre los militantes, funcionarios del actual gobierno como el secretario de Salud Gustavo Blanco, la directora de Salud, Patricia Fortina, el secretario de Cultura, Cristián Rabe, el director general del COM, Sergio Andueza; el secretario del Emtur, Jorge Zanier, entre otros.
Al igual que la música, que pasaba de ser una calma melodía a acompañar el clima festivo, la ovación y las sonrisas llegaron con la aparición en pantalla de la gobernadora Vidal, quien felicitó a los ganadores y agradeció el apoyo de quienes la habían votado. Las palabras de Mauricio Macri también fueron escuchadas con atención y fueron seguidas por aplausos, aunque más tímidos que los ofrecidos a Vidal.
Cuando la ansiedad en los presentes parecía desbordar tanto como la capacidad del salón del primer piso, cerca de las 23.30, Guillermo Montenegro hizo su entrada triunfal.
Acompañado por Eugenia, esposa y madre de sus dos hijos menores -los tres mayores lo escuchaban desde el público-, Montenegro emitía su primer discurso como el intendente electo de General Pueyrredon: “Buenas noches, ya está claro que con este número y esta tendencia ya podemos decir con claridad que hemos ganado. Gracias a todos”. La mesura de la noche se terminaba de convertir en fiesta antes de las doce y el equipo de Juntos por el Cambio intercambiaba los aplausos con abrazos de emoción. La jornada había sido dura, pero los resultados confirmaron lo que repitieron a lo largo de toda la campaña, sobre todo después de las PASO: cada voto era importante y ninguno podía perderse por la vía de la indecisión.
Comentá la nota