La exsecretaria de Integración Socio Urbana habla del avance del narcotráfico en los barrios populares, de las acusaciones de mala gestión que enfrentó de parte del actual Gobierno, del proyecto que impulsa Juan Grabois y de la cercanía del Papa Francisco con los movimientos populares.
Diego Genoud
Fernanda Miño es una referente del Frente Patria Grande de Juan Grabois. Fue secretaria de Integración Socio Urbana durante el Gobierno anterior.
La crítica de Fernanda Miño al recorte de Javier Milei a los recursos del FISU
Asegura que narcotráfico está reemplazando al Estado en los barrios populares. También habla de las acusaciones de mala gestión que enfrentó de parte del actual Gobierno, del proyecto que impulsa Juan Grabois, de la cercanía del papa Francisco con los movimientos populares y de cómo están padeciendo los sectores más vulnerables las medidas del presidente Javier Milei.
—Hace unos días el papa Francisco hizo un encuentro con los movimientos populares a diez años de aquel encuentro que había organizado poco después de asumir. Y llegaron definiciones muy fuertes de Francisco sobre la Argentina de Milei, una crítica profunda a la represión, al uso del gas pimienta, a la decisión del Gobierno de no invertir en justicia social lo que se invierte en represión. Y algunos otros conceptos del Papa que ya hace tiempo viene repitiendo la centralidad del pobre para su idea de lo que debe ser una sociedad. ¿Cómo te llegó ese mensaje? ¿Cómo incide en el territorio, en la militancia, en las organizaciones sociales?
—Sinceramente, a mí no me asombra un mensaje de nuestro papa Francisco. Yo soy profesora de catequesis, además de ser militante. Antes que todo, profesora de catequesis y un proceso pastoral muy largo, de mucho tiempo, junto a mi esposo. Somos catequistas los dos, tenemos cursos de los encuentros para el Sacramento de la Confirmación, todos los sábados, de confirmación para adultos. Nosotros tuvimos todo nuestro proceso militante pastoral, si se puede decir, con ese mensaje de todos los sacerdotes. Por eso no nos asombra la postura del Papa, porque es siempre la misma. Un Papa que se siempre se alinea a la doctrina cristiana de la Iglesia, a la pastoral social de la Iglesia. Entonces todo lo que él nos pueda decir no sale de ese lineamiento que siempre nos han planteado sacerdotes que han tenido su proceso de vida en los barrios populares, como es el mío, en La Cava de San Isidro. Entonces, esto que él hoy cuenta va en línea con eso. Él dice muy claro: no es ideología, esto es no solamente una doctrina humana cristiana, sino que tiene que ver con la protección siempre del más vulnerable, de los jubilados, de los niños, de quienes son personas con discapacidad, los enfermos. Va en línea con eso que lo he vivido toda mi vida. Por eso para mí, que tengo un camino en la fe, no me asombra. Y creo que el protagonismo de la Iglesia hoy, en este tiempo de poner de nuevo estos valores, que parece que se hubiesen perdido en la sociedad, es de para mí de una gratitud enorme, de una alegría enorme como cristiana. Pero por sobre todas las cosas, porque tenemos un Papa argentino y tenemos un referente de solamente de la política en el Vaticano, sino también desde la fe que no se calla nada y que no se va a callar nada ante la injusticia que está viviendo su propio país.
—Siempre fue claro Francisco, también cuando era Jorge Bergoglio en Argentina, con su mensaje, el trabajo de los curas villeros, el trabajo con los movimientos sociales. Pero nunca, me parece, había sido tan claro, hablando particularmente sobre la Argentina, aludiendo a decisiones de este gobierno. ¿Por qué pensás que fue tan claro y tan crítico en este momento?
—Yo creo que cualquier militante social y más si es un militante social y cristiano no puede estar exento de lo que está pasando en la realidad argentina. Es un ataque directamente a los sectores vulnerables. Por eso digo, no podemos callarnos, no podemos decir no, esto va a pasar, es parte de la política. Yo, que formé parte de una gestión de la política, para mí no era por acá. Yo soy cristiana acá, acá soy la que trabaja en la Secretaría. Para mí es una sola vida la que lleva una persona en la fe y tiene que manifestarlo en todos los sectores de la vida. En la política es mucho más complicado. A veces hay como cierto resquemor a decir que una persona es católica, que tiene cierto alineamiento con ciertos valores, pero, bueno, es donde uno tiene que manifestar todo lo que siente. Creo que que el Papa ha sido claro en eso, en una vida que se acomoda esto sin mayores eufemismos. Dice que hay que ser totalmente austeros, que hay que llevar una vida correcta con respecto a los valores que nos impone el mismo Jesús. No se aparta de eso. Y cuando habla específicamente de la represión es porque es un Papa argentino. Eso no se lo saca él, no es que ahora es Papa, dejó de ser argentino y no mira la realidad. Yo creo que hay un compromiso de toda su vida, de toda su pastoral y más en este tiempo tan complejo de la Argentina, que él también para seguir haciendo camino, no solamente las organizaciones sociales que estuvieron ahí, estuvieron también los sindicatos. Entonces es fiel a lo que él siempre ha pregonado y más aún ahora.
—¿Cuál es la situación hoy en los barrios que vos visitás, en los barrios que vos conocés, casi nueve, diez meses, casi de gestión de del gobierno de La Libertad avanza? ¿Qué es lo que más te preocupa de lo que estás viendo en estos meses?
—Yo creo que en este tiempo el llamado de las organizaciones, más en las en las provincias, es constante, si es que se algo, si se van a hacer los desembolsos para continuar con los proyectos. Creo que eso es la preocupación y más siendo yo exfuncionaria ereo que tengo que estar al lado de esa lucha, que no se saque de agenda lo que fue la integración social urbana de los barrios, no solamente porque fui funcionaria, sino porque viví en carne propia cómo se transformaron muchos barrios de la mano de sus propios habitantes, siendo quienes se conformaban en cooperativas. También las organizaciones sociales, los mismos sindicatos, la Iglesia, los municipios y provincias han formado parte de la gestión. Entonces yo tengo que ir a velar por eso que nosotros hicimos y sigue habiendo un trabajo enorme, pero se ha atacado de tantos lugares a los barrios populares, no solamente con el desfinanciamiento de lo que fue la FISU, sino que ahora -algo que decía el Papa- se está reemplazando el Estado con un Estado criminal y lo estamos viendo con el avance del narcotráfico. Antes eran cosas que se sabía que pasaban en los barrios, pero teníamos herramientas con qué hacerles frente desde el espacio social, desde el apoyo escolar, desde la olla popular que se hacía dos o tres veces por semana. Hoy no tenemos herramientas para hacerle frente a toda la barbarie que está sucediendo dentro de los barrios y más el Estado corriéndose. Entonces, el que avanza es un Estado del narcotráfico que hoy ha reemplazado en gran parte todo esto que hacíamos con las herramientas del Estado y muchas veces con la solidaridad de muchos.
—¿Cómo es ese reemplazo del que hablás por parte del narcotráfico? ¿Qué funciones está ocupando hoy el narcotráfico que antes ocupaba quizás el Estado o las organizaciones sociales?
—Mirá, desde el prestamista con cuotas sin interés. El prestamista que te presta para la garrafa, el que financia la olla popular y uno diferencia donde hay una olla popular con carne y donde no, y uno sabe de dónde vienen los fondos. La fiesta de 15. Y también hasta viendo cómo ese dinero se transforma en trabajo real, porque en muchos lugares hacen construcciones, entonces toman mano de obra de los barrios, de albañiles, de pintores para hacer sus viviendas y alquilarlas en los barrios. Entonces, como un Estado que siempre estuvo y que era paralelo, pero le hacíamos frente, teníamos herramientas con qué, desde el espacio cultural, la unidad básica, la iglesia, la capilla, el club y hoy se ha reducido a muy pocos lugares donde pueden tener financiamiento para contener el abandono y el aumento de los precios y todo lo que ha pasado con el tema de los remedios. Es una desazón y un desconcierto muy grande lo que se está viviendo en los barrios desde el dolor más profundo, porque vivo en un barrio popular y lo veo desde mis propios vecinos y vecinas, de cómo en el trabajo les piden todavía más asistencia y el salario es el mismo y te alcanza para la mitad de las cosas de lo que pasaba el año pasado en diciembre.
—Hace unos días estuve en Rosario en un encuentro con gente de organizaciones sociales y un vecino de un barrio decía el Día del Niño la fiesta la hicieron los narcos. Los que aportaron para el mejor Día del Niño no pudimos ser nosotros, sino que fueron los propios narcos de los barrios los que organizaron un Día del Niño en el que no faltaba nada. Nosotros no podíamos competir con ese Día del Niño que habían organizado narcos en un barrio de Rosario.
—No voy a nombrar en qué barrio, pero hace mucho, mucho tiempo cuando yo empecé a trabajar de empleada de casa de familia a los 12 años, y el barrio había cambiado después de un tiempo y había una persona que estimaban mucho porque decía que los días del niño y los días de reyes se llevaba a los chicos a una quinta y hacía chocolatada. Cuando empezamos a ver era la misma realidad que hoy me estás contando. Entonces, empeñar ese futuro de los niños y niñas en esta persona que aparece como Papá Noel o como el Rey Mago, pero te está sacando el futuro de tus hijos y de tus hijas porque son quizás sus futuros clientes en cuanto a esa marginalidad y ese dolor de lo que tiene que ver con las adicciones. Es algo que que nos duele mucho, porque hoy también hasta los lugares de rehabilitación se han reducido, porque también ha sido desfinanciado. Eso es lo que está pasando y no hay competencia. Hasta por ahí algunas cooperativas que quedaron en pie por alguna experiencia que han tomado en el trabajo articulado con el Estado, puede generar trabajo, pero dice: si yo gano esto una quincena, lo gano en dos días. Entonces es una competencia desigual y de totalmente inhumano.
—La pobreza ya hace tiempo que es una preocupación. Hay ya datos que hablan de 70% de pobreza infantil en algunos lugares, en la provincia de Buenos Aires, en otras zonas. Obviamente esto se disparó. No es nuevo, pero se disparó a partir de la asunción de Milei. ¿Cómo se manifiestan esos índices de pobreza que están creciendo en los barrios hoy? ¿Cómo lo advertís? ¿Qué es lo que falta? ¿Cuál es el mensaje que te dan muchas veces la gente a la que no le sobra nada?
—Siempre fuimos militantes en nuestro barrio de toda la vida. Tenemos más de 30 años de matrimonio con mi esposo, así que hemos pasado por muchos procesos, desde vivir del trueque hasta poder abrir un espacio social en el patio de nuestra casa, cuando teníamos quizás la base de las necesidades cubiertas, que era el trabajo, la salud. Entonces uno pudo pensar en el otro y empezamos a trabajar y tener esa militancia constante en nuestro barrio. La gente pasó de pedirte trabajo, de poder pedirte la posibilidad de algún patrocinio por alguna violencia de género o por abuso. Ahora todo el reclamo es comida. No hay otro reclamo o quizás pasa a un segundo lugar. Hoy es: no llego con la comida, me prestás para la garrafa, cuando no cae en las manos de las que hablábamos al principio. Pero es la comida y hoy quizás lo poco que podemos hacer es a los chicos más chiquititos sentarlos en una mesa y poder brindarles un plato de comida de lo que se consigue solidariamente dos o tres veces por semana o con los abuelos y abuelas del barrio. Antes podíamos, y no hacíamos distinción, venían con el recipiente y se iban a compartir en familia. Hoy tenemos que elegir a quién les damos el plato de comida. Eso es muy triste.
—Te escuchaba en un encuentro con Juan Grabois el año pasado en la presentación de un libro, y dijiste muchas veces: A nosotros la política nos llega tarde, a los barrios, no la entendemos, nos cuesta. ¿Qué hace falta para que en los barrios populares la gente entienda a la política como una herramienta, más en un contexto como este hoy, con Milei como presidente?
—Yo lo comparto mucho. Cuando hacía las visitas para ver que las obras estén llevando un curso totalmente correcto, yo me apersonaba en muchos de los lugares donde había obra cuando estaba en la gestión y vi como la política transformaba realidades desde la oportunidad de llevar una cooperativa adelante haciendo convenios directamente con el Estado o los mismos vecinos y vecinas involucrándose porque otros los hacían parte. Creo que cuando vos empezás a decir: no, vos estás más para llenar el micro e ir, ahí empezamos nosotros a no entenderlo y decir: es solamente para relleno.
—Una cosa utilitaria.
—Utilitaria de las personas en los barrios populares. Pero hemos aprendido mucho en este último tiempo. A los tumbos, quizás medio acompañados o empujados por otros, porque teníamos que tomar las riendas de nuestro destino también. Dejamos hace mucho la gente de los barrios, hombres y mujeres, de que nos representen y nos traduzcan. Creo que eso lo hemos adquirido hace mucho tiempo, pero hay todavía quienes tienen ese el dedo mágico de decir, bueno, ahora te toca a vos, te dejan hablar, te coartan, dicen hasta acá y van poniéndole techo a la posibilidad de que uno pueda también ver en la política una herramienta de transformación de la propia historia, que es lo que me pasó a mí y por eso el estar al lado de de Juan Grabois, de todos los compañeros de la organización del MTE, también eso han hecho en mi vida. Ya en un momento ya de grande, yo había tenido mis hijas, a los 37 años la política se cruzó en mi camino y dije: bueno, ¿por qué no la política? ¿Por qué no también esta herramienta además de la fe, además de la solidaridad, además de la militancia? También puede ser instrumento para cambiar primero la propia historia, de ver cómo uno también hasta a la educación llega tarde -yo hice el secundario ya de grande-, pero todo eso sirvió para que uno empiece a abrir la cabeza. La educación tiene mucho que ver. Una compañera de Mendoza me decía que los chicos hoy no van al colegio porque no tienen para el boleto. Y yo: ¿no hay boleto estudiantil? Uno lo reduce todo acá, a Buenos Aires. Me dice: no, pero ese boleto estudiantil está atado al boleto mínimo. O sea, si aumenta el boleto mínimo, también el boleto estudiantil y entonces no van. No tienen para el boleto, no van al colegio. Y en ese, en ese limbo que quedan los chicos que no van al colegio, que se quedan en la casa, que los padres salen a trabajar, es donde entra la adicción y lo llevan y lo tientan a veces por un par de zapatillas. Es así en Mendoza, es así en Rosario. En Rosario cuando con bombos y platillos anunciaban que no había habido muertos en un mes, yo en esa semana me encontré con compañeros y compañeras de los barrios de Rosario en Córdoba y me decían: Eso habrá pasado en un barrio que no se detectaron o no lo denunciaron, pero muertos hay todos los días, lo estamos viendo nosotros. Pero eso no sale cuando el reclamo constante es también la integración sociourbana lo que ha hecho en los barrios populares de abrir calles y poner luz y que se vaya corriendo el narcotráfico. Eso también era una lucha codo a codo de los barrios populares.
— Grabois está claro que es un un blanco permanente del gobierno de Javier Milei. Cuando volvía del encuentro con el Papa, también hubo un cruce, pero después hubo una reivindicación prácticamente de Patricia Bullrich y te quiero preguntar por el Fondo de Integración Socio Urbana, justamente porque desde el gobierno muchas veces se lo cuestiona, se dice: no se hicieron las obras, pero Sebastián Pareja, que vendría a ser tu sucesor en el cargo, dice que es una buena herramienta. ¿Cómo interpretas el mensaje del Gobierno sobre el Fondo de Integración Socio Urbana, que por un lado lo cuestionan, dicen no sirvió, no se hicieron las obras, se malgastaron recursos, pero por otro lado lo mantienen y hasta quieren crecer políticamente a partir de de esa herramienta?
—Creo que del primer momento se dijo que era que iba a ser una herramienta. Dicho por ellos. No estoy diciendo nada raro. Al que me sucedió en el cargo lo vi dos veces, más para ponerme a disposición para cualquier cosa que surja, y él vio que las obras estaban, que la han llamado propios y ajenos en la gestión, diciéndole que era una buena herramienta. Para nosotros es una inversión social para ellos, un gasto. O sea que para el presidente es un gasto, pero para el secretario es una herramienta política, pero también para transformar y llegar a los barrios vulnerables. Es muy difícil entender a este gobierno. Yo no me voy a gastar energía ahí. Prefiero estar cerca de los compañeros. Se han hecho muchos intentos. Bueno, hubo dos mesas de Estado-narcotráfico y que hicimos en Quilmes y en Córdoba. Otras provincias, otros compañeros quieren repetir la experiencia, como en Río Negro y en Mendoza también, haciendo estas mesas, convocando a todos quienes formaron parte de alguna u otra manera de la gestión para que pongan otra vez en debate y que se vuelva a financiar porque hasta el fideicomiso han sacado. Todo esto también me lleva a que este año están haciendo pequeños, no solamente desembolsos de dinero, sino que el año que viene, como es año de elecciones, van a ser de otra manera. Pero bueno, no es el sentido con el que fue creado ese fondo. No es el sentido. Lo he dicho personalmente. Para mí era una urgencia porque ya estamos llegando tarde a muchas realidades y eso es una responsabilidad del Estado. Pero ahora te quieren revertir, que la justicia social es una aberración. Entonces, ¿cómo arrancas una charla a decir y a discutir estas cosas cuando te dicen que no se toca nada que sea para que impacte en el déficit fiscal? Dicen una cosa, pero el otro lado dice que van a poner plata en los barrios, pero el año que viene.
—Estamos hablando de un fondo que se creó y se pensó durante el gobierno de Macri, en un acuerdo con las organizaciones sociales, una iniciativa que votó el Congreso. Vos decís: los sectores populares están escasamente representados. Creo que en todas las áreas de decisión, pero supongo que te referís específicamente al Estado. ¿Cómo te cambió a vos haber pasado por un lugar de poder, por un lugar de decisión, por un lugar en la función pública? ¿En qué sos diferente a lo que eras hace cuatro o cinco años atrás?
—Creo que estar expuesta a mí lo que me trajo es una mayor responsabilidad. Yo tenía que volver todos los días. El día por ahí, que estaba con alguna visita en provincia o no estaba dos días en mi casa, pero todos los días me cruzaba con los mismos vecinos y tenía que caminar esas mismas calles y en los barrios donde había obra, dar la cara a los vecinos de los barrios, a mis propios vecinos, a mis hijas, a mi esposo, a mis compañeros de catequesis de mucho tiempo, a los grupos de militancia. Yo, sinceramente, lo que cambió es que tuve la oportunidad de hacer con esos recursos que estuvieron a mi cargo, todo lo que se hizo y esas obras están. Están los más de 1.500 barrios con obra, más de 25.000 mujeres con el programa Mi Pieza, que han cambiado la realidad. Es decir, pude hacer la piecita al fondo y pude traer de nuevo a mi hija con violencia de género a vivir conmigo y sacarla de esa situación del hacinamiento crítico a poder tener la intimidad de los hijos adolescentes, sacarlos, de nenas y varones. Entonces todo eso lo viví yo en carne propia. Hoy a mí me tocó estar del otro lado. Yo muchas veces fui a reclamar desde mi propio municipio a algún lugar del Estado por las obras y tuve la oportunidad bendita de poder yo tener esa responsabilidad y poder tener ese recurso. Más de 500 mil millones de pesos a disposición para trabajar en los barrios. Algunos estaban en proyectos que quedaron interrumpidos porque decidieron desfinanciar el área, pero están con compromiso. Hay un compromiso del Estado con los barrios populares, con municipios, con provincias, con organizaciones sociales que se interrumpió. Eso es ilegal. Hay una ley que había que cumplir, pero, bueno, este gobierno tiene otros intereses, parece.
—El gobierno de Milei llegó después del lo que muchos consideramos el fracaso del Frente de Todos. Y hubo también, si algo lo distingue a Milei, por ejemplo, de Macri, sectores populares, gente que a veces forma parte de la economía no registrada, gente que a veces tiene que salir todos los días a inventarse su sobrevida, que también decidió votarlo a Milei. ¿Hay algo que se rompió entre el Frente de Todos, el peronismo y esos sectores, la clase media baja, los que son monotributistas, los que son informales, algunos obviamente dentro de lo que se llama la economía popular, pero otros que no se sienten identificados con las organizaciones sociales, pero también están en una precariedad en su día a día? ¿Por qué votaron a Milei esos sectores? ¿Qué interpretación hacés?
—Creo que hay de todos los sectores. Yo a veces disiento con eso que los pobres lo votaron. Creo que hay de todo y creo que hay un hartazgo de muchos lugares. Yo creo que la FISU fue una herramienta más, como decíamos, teníamos herramientas para hacerle frente a lo que estaba pasando, una crisis económica muy profunda que no se pudo resolver, que hubo intentos, digo, al menos las que yo conocía. Por ejemplo el área de Gabriel Katopodis, que a mí me tocó estar cerca por un cariño a Gabriel y por conocer muchos compañeros de San Martín, sabía lo que se estaba trabajando y porque yo me iba a algún barrio y me lo cruzaba a Gabriel por ahí inaugurando otra cosa. Y él me decía: sí, yo a veces voy a ver obra y cerquita ahí hay un barrio que se está trabajando. Eso me tocó ver. Otras áreas, no, quizás por las obras o por el área que trabajábamos. No me tocó cruzar mucho, pero sé que se han hecho cosas. Pero ya veníamos de una crisis muy profunda que teníamos herramientas para hacerle frente. Yo quiero herramientas para cambiar esa realidad, no para hacerle frente y siempre desde kilómetros de de distancia. Yo quiero ir al lado o adelante de esas crisis. Yo con el tema de la tierra y la vivienda, nosotros hacíamos lotes, sabíamos que era por donde se tenía que empezar, pero nosotros teníamos que ver la urgencia de la familia que no podía tomar agua hace cinco años, hace 50 años. Con el programa de Mi Pieza, algunas mujeres es la primera vez que tenían una puerta en su casa. Cuando venimos de mucho de tanto tiempo atrás, de mucha injusticia, es muy difícil en cuatro años con una pandemia de por medio revertirlo completamente. Se necesita mucho tiempo, mucha inversión y mucho trabajo transparente, que eso hay que exigirlo desde el Ejecutivo. Nosotros éramos los primeros que presentábamos los balances. Por eso todo el ataque que tuvimos a principio de año y todo el trabajo que nosotros presentamos. Pueden seguir inventando y obviamente el foco de ataque es Juan, es la política que el acompañó, aunque no fue funcionario y lo atacan porque no hizo las obras. Juan no tenía responsabilidad hacer nada. En todo caso fui yo la funcionaria. Ya está todo para que investiguen. Yo hoy no tengo una denuncia de malversación de fondos ni de precios subidos o inflados. Está todo transparente y las obras están ahí, que hay que ir a verlas. Yo no te voy a traer la obra en una bandeja: mirá, existe esto que hicimos nosotros. Hacíamos, por ejemplo, algunas casitas en el caso que había hacinamiento crítico y teníamos algún lugar para acomodar el barrio, siempre dentro del barrio popular o alguna emergencia, por ejemplo, cables de alta tensión o una barranca que se venía por el tema de algún río. En ese caso podíamos hacer hasta casas, pero no era nuestra responsabilidad hacer casas. Lo podíamos hacer en ese marco. De hecho, hacíamos lotes con servicio nada más cuando trabajábamos el área de lotes.
—¿Cómo ves a la oposición frente al gobierno de Milei? La semana pasada Máximo Kirchner hizo un discurso obviamente con críticas. La canción. Se habló mucho de eso. Pero Juan Grabois justamente es un nexo entre La Cámpora, Kicillof. ¿Qué ves que se está discutiendo? ¿Cómo lo interpreta la militancia? Porque hay mucha gente que se queda afuera. Estoy hablando de ese 44% que votó en contra de Milei y ve discusiones entre la dirigencia, pero siente que no está representada.
—Yo escuché ayer a un pizzero ahí de mi distrito, del municipio de Boulogne, que decía: no nos hablan a nosotros. Y yo creo que algo que hace Juan muy bien es hablarle a ese sector que está desamparado y que no se reduce solamente a los barrios. Hoy la pobreza ha crecido más del 50% y hay que hablar a todo el mundo. Pero también está esa disputa. A mí no es que me duele, pero sí me da cierta bronca, te diría, en ese momento. Después la transformó en cosas para seguir trabajando y ando recorriendo lo que me da la vida. Pero que no se reconozca el trabajo de Juan en la política actual y lo que él representa, que lo ataquen en un aeropuerto, porque viene, no es gratuito. Juan se juega intereses y está hablando de los recursos naturales, no se queda en la chiquita. Por ahí él mismo dice que es pasional y obviamente tiene sangre en las venas y se enoja con ciertas injusticias. Pero tenemos nosotros un lineamiento político y el Plan de Desarrollo Humano Integral. Nosotros defendemos lo que Juan representa, no solamente por lo que significa Juan, sino por todo el proyecto que representa, que él ve a la política como un medio y no como un fin. Eso es lo que nos ha enseñado y nos ha mostrado en este tiempo. Aunque algunos lo teníamos, fuimos encauzando y fuimos encontrando a Juan, una persona que representa eso. Por eso cuando hay estas peleas a nosotros no nos suma. Obviamente no vamos a prendernos en esa en esa disputa, porque sabemos lo valioso de ambas fuerzas. Pero sé que Juan sintetiza lo valioso de las disputas hoy, que quizás no dejan pensar y darle una declaración clara o un mensaje claro a esta parte de la sociedad que se siente afuera de todo esto porque la está apechugando todos los días, porque tiene que pagar una boleta de luz, porque tiene empleados, porque no tiene para comer, porque no tiene para remedios. Entonces cuando están todos estos problemas, la gente termina odiando la política cuando ve estas peleas de pasillo. Hasta están más interesante las peleas de la esquina de mi barrio, que estas peleas que se dan, que no nos llevan a nada y que nos deja en desventaja contra esto monstruoso que tenemos como gobierno.
—Es de alguna manera una forma de fortalecer al gobierno de Milei. Porque pareciera que la oposición a veces está todavía en la confusión o en disputas internas. Digo cómo lo ve uno en la calle o en las redes. Se habla de ese tipo de de valoración donde no se entiende muy bien. ¿Por dónde ves vos que la oposición puede ofrecer una alternativa a la sociedad que rechaza Milei?
—Creo que gran parte de las personas con las cuales me he cruzado y me sigo reuniendo en barrios populares, lo que fue la gestión, no sabe ni siquiera quiénes son algunos personajes que están peleando. Entonces, cuando uno le deja de hablar a estos sectores y a los sectores de trabajadores, a los sectores más empobrecidos, la política termina siendo mala palabra. Y de eso se valió este gobierno para decir la antipolítica, la casta. Cuando ellos son más casta que nadie y creo que tenían ganas de ser casta y se le caían las babas por ser casta. Y ahora están ahí y no entran en su cuerpo. Pero yo creo que la política en vez de gastar el tiempo en estas peleas que no llevan a ningún lado, tienen que salir a los barrios. A esta solidaridad misma que pregonamos, a ver si la podemos manifestar estando al lado del que necesita. Me llevo de esto que hablaba este señor de la pizzería en un programa, que le pedía a la política que dejen de hablar de ese 20% y que le hable al otro 80 que la está pasando muy mal, porque vamos a seguir empeorando. Yo creo que muchos se han equivocado y hoy nos toca abrazarlos y nos toca decir: bueno, empecemos de nuevo. Pero te van a decir: con los mismos de siempre, no. Aunque ahora están casi todos los mismos de siempre de hace como 40 años. Pero tenemos que dar una alternativa y decir cómo vamos a hacer las cosas. La gente ya no compra espejitos de colores ni una carita. Compra a ver cómo salir adelante en esta crisis que nos está dejando sin futuro.
—Y el apoyo a Milei, ¿cómo lo ves? ¿Empieza a resentirse? ¿Qué percibís? Digo, de los que apostaron y creyeron en Milei.
—Hoy creo que tienen vergüenza de decir que han apoyado al candidato. Creo que compraron esa desesperación, el cobrar en dólares, la lucha de la casta. Y las personas que votaron, muchas de ellas yo las conozco, y me dicen: yo no pensé que íbamos a estar peor todavía. Pensé que el tema de la escuela era algo que teníamos básico, los servicios, que la SUBE no la iban a tocar, que el hospital siempre va a tener para atender y te iban a dar un antibiótico, pero no sabía que venían por todo eso. Es verdad que venían por todos nosotros.
Entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).
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