El equipo creado por Zaffaroni y ahora transferido al Consejo de la Magistratura relevó los femicidios en CABA. Más de la mitad de las mujeres asesinadas lo fueron por violencia machista.
Por Horacio Cecchi
En el término de cuatro años, entre 2010 y 2013 inclusive, se produjeron 89 crímenes de mujeres en la Ciudad de Buenos Aires, de los cuales más de la mitad (45) tuvo como motivo la violencia de género. La cifra, tremenda en sí misma y sorprendente por desconocida –aunque su persistencia esté a la vista de todos–, surge del estudio de Homicidios Dolosos para esos años realizado por el Instituto de Investigación creado por Raúl Zaffaroni, trasladado de la Corte Suprema en marzo pasado al Consejo de la Magistratura. El estudio sistematiza los datos como violencia intrafamiliar, dentro de los que mayoritariamente se trata de femicidios, más allá de que la Ley 26.791, que agrava los crímenes por violencia de género, fue incorporada al Código Penal a partir del 14 de diciembre de 2012.
Como se trató de una investigación con pretensión de sistematizarla en el tiempo, empezó tomando los datos de la CABA y luego buscó incorporar nuevas jurisdicciones que pudieran comprometer la afluencia de datos. Por ese motivo, los datos que permiten mejor interpretación son los de la Ciudad de Buenos Aires. “Dentro de la categoría del contexto intrafamiliar –explicó Rodrigo Codino, titular del equipo– aparecen todos los casos y en algunos, como la muerte triangular, también identificamos el homicidio que se perpetra para causar un dolor o un sufrimiento como violencia contra la mujer.”
Así, para 2010, en la CABA, sobre un total de 168 víctimas de homicidios dolosos, 144 fueron varones y 24 (14,28 por ciento del total), mujeres. Dentro de esa cantidad, que comprende todo el universo de muertes femeninas en situaciones dolosas (en ocasión de robo, peleas entre vecinos, y demás), exactamente la mitad (12) según el estudio fue ocasionada por violencia de género, es decir, víctimas mujeres por tratarse de eso, mujeres. La cifra por sí sola, impresiona.
De los doce femicidios durante ese año en jurisdicción porteña, al menos tres tuvieron amplia repercusión mediática. Se trata de los casos de Wanda Taddei, de 29 años, quemada por Eduardo Vázquez, ex baterista de Callejeros y condenado por el crimen a perpetua luego de una primera sentencia a 18 años; Marianela Rago Zapata, de 19, estudiante fueguina que fue hallada degollada en su departamento en el barrio de Balvanera; y el de Mirta Schossler (de 30), de Misiones, apuñalada por su marido, Daniel Aguirre, encargado del edificio en Recoleta, que luego se suicidó, cuando Schossler concurrió acompañada por dos policías y su hermana a retirar sus pertenencias.
En 2011, el total de homicidios dolosos consumados en la ciudad fue 190. De esa cantidad, 163 fueron víctimas masculinas y 27 (14,21 por ciento del total), mujeres, tres más que el año anterior. Ese año, la cantidad de femicidios se incrementó en cuatro, fueron 16 (59,26 por ciento, la proporción más alta en los cuatro años estudiados), lo que lleva a algunas lecturas inmediatas: el incremento de crímenes de mujeres en jurisdicción porteña, en términos absolutos durante 2011 tuvo como base el aumento de la violencia de género; y ese incremento (33 por ciento más de femicidios que el año anterior) fue mayor aún que el crecimiento de homicidios dolosos en total (13 por ciento).
En la suma de femicidios de ese año, cinco mujeres fueron muertas a puñaladas; dos a golpes; otras dos a balazos; dos a golpes con objetos como un palo o un martillo; dos mujeres fueron asfixiadas y otra quemada.
Durante el año siguiente, en 2012, en la CABA el número total de víctimas por homicidios dolosos descendió a 158, la cifra más baja en los cuatro años comparados. De ese total, 137 fueron víctimas masculinas y 21, femeninas (13,29 por ciento del total). De las 21 muertes de mujeres, 10 casos correspondieron a violencia de género (47,62 por ciento).
Durante el año en cuestión, 2012, tres de los femicidios ocurrieron por asfixia al tapar la boca o por ahorcamiento; dos murieron a tiros; otras dos a puñaladas; dos a golpes y una a golpes con un objeto (una silla). De los femicidas, cuatro se suicidaron del mismo modo en que dieron muerte, y un quinto lo intentó. Sólo vivir para matarla.
El último año en que se realizó el estudio, 2013, muestra un total de 176 víctimas de homicidios dolosos en CABA. Es el año de menor cantidad absoluta de muertes de mujeres (17, 9,66 por ciento del total) y también de femicidios tanto en cifras absolutas (6) como en el porcentaje que representa respecto a las muertes de mujeres (35,29 por ciento). Un séptimo caso fue considerado como muerte vinculada, la del hijo del concubino de una mujer, que ya había sido denunciado por violencia doméstica. En ese caso, la cifra subiría a 7 y el porcentaje total vinculado a violencia de género alcanzaría 41,18 sobre las 17 muertes de mujeres.
Consultada por este diario, Ada Rico, presidenta de La Casa del Encuentro, la ONG que desde 2008 elabora el único registro de femicidios a nivel nacional existente hasta la fecha, dijo que “celebramos la elaboración de un registro oficial de femicidios”, pero sostuvo que “nosotras estamos pidiendo que existan estadísticas oficiales desde 2008, y cuando las pedimos no es para tener estadísticas, sino saber la cantidad de femicidios en cada provincia, ver qué dispositivos fallaron en ese lugar, qué programa de prevención hace falta para evitarlos”.
La confección del registro de femicidios de La Casa del Encuentro se realiza en base a los recortes periodísticos cuya falibilidad está presente en la misma lectura de corte machista que tuvieron en general e históricamente los medios.
El crimen de Melina Romero en 2014 y el tratamiento moralista con que fue tratado, especialmente en la televisión, en la que se responsabilizó a la víctima por cómo vestía, la hora en que salía, por sus carencias en lugar de situar la mirada sobre las responsabilidades criminales, es una buena muestra.
“En 2008, cuando empezamos con los informes –señaló Ada Rico– todos los medios titulaban al femicidio como ‘crimen pasional’, y a partir de 2009 o 2010 empezaron a incorporar términos como ‘violencia de género’, y más tarde ‘femicidio’ y hasta designar a quienes asesinaban a las mujeres como ‘femicidas’, que es lo mas difícil. En el interior profundo del país, algunos medios todavía pueden estar usando ‘crimen pasional’, pero a esta altura los medios nacionales y los más importantes provinciales hablan de ‘femicidio’.”
Lo mismo ocurre en la Justicia, cuya lectura machista todavía requiere ser sacudida de la propia estructura judicial. La sanción de la Ley 26.791, del agravante por un crimen de género, más conocida como de femicidio, y que modificó el artículo 80 del Código Penal, y la 26.485, de Protección Integral a las Mujeres, en 2009, y reglamentada en parte en 2010, no fueron obstáculo para que desde la Justicia los casos de crímenes de género, y los que no llegaban a ese extremo, pero que se incorporaban al circuito penal, fueran valorados por la mayoría de los jueces con atenuantes por ‘emoción violenta’, o al juzgar la “responsabilidad” de la propia víctima. El caso de Fátima Catán es un claro ejemplo que se multiplica en la Justicia a la hora de evaluar la actuación judicial. La joven murió quemada por quien era su pareja, Martín Santillán, en agosto de 2010, en Lomas de Zamora. El primer fiscal del caso, Ramiro Varangot, dejó el caso estancado y no acusó pese a las evidencias, y recién dos años después, el juez Gabriel Vitale, con las pruebas existentes, logró ordenar la detención de Santillán en 2012 sin acusación fiscal, y elevó el caso a juicio oral. En abril pasado, el acusado fue condenado a 20 años, aunque sigue con prisión domiciliaria ya que el fallo no está firme.
La comparación del registro de femicidios de La Casa del Encuentro con los datos obtenidos por el Instituto de Investigación no indican disparidades importantes. Para 2010, en la CABA, los femicidios registrados por la ong fueron 11 (incluyendo un caso de femicidio vinculado); en 2011, se registraron 15; en 2012, 14; y en 2013, 8. Las diferencias pueden atribuirse a que los medios no siguen cada caso informado y “puede ser que inicialmente un caso se haya visibilizado como violencia de género, o al revés –señaló Ada Rico–, y después haya sido modificado en la Justicia, pero los medios no lo hayan seguido”.
Se dan también particularidades que recién tendrán respuesta el año próximo, cuando el análisis de los casos desde la Justicia permita conocer los motivos: históricamente, señalan desde La Casa del Encuentro, el mes de julio osciló entre 25 y 27 femicidios a nivel nacional, desde 2008 hasta 2013. “Pero en julio de 2014 la cifra bajó sorprendentemente a 12 –explicó Ada Rico–. Ese mes se jugaba el mundial. No sabemos si se trató de un efecto real, que se cometieron menos femicidios, en coincidencia con la atención a los partidos; o si los medios desatendieron las noticias.”
Es probable que con un registro judicial que investigue expediente por expediente se pueda llegar a una conclusión más afinada de la realidad que la que proveen los propios medios.
horaciolqt@yahoo.com.ar
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