Los 6 fantasmas que acechan a Cambiemos en la Provincia

Los 6 fantasmas que acechan a Cambiemos en la Provincia

Aunque el oficialismo lidera las encuestas, siguen de cerca a Massa y Randazzo. Preocupación por los bastiones K y por el interior bonaerense.

Mauricio Macri y María Eugenia Vidal parecen transitar sobre una cuerda angosta. En algunos sectores de la provincia de Buenos Aires, en especial en el Conurbano profundo, los corcoveos de la economía se sienten fuerte, pese al optimismo que emana -en algunos actores por convencimiento y en otros de modo más artificial- desde el corazón del poder. Lo que más inquieta en términos electorales es que los que miran con desconfianza la anunciada recuperación de la actividad también pertenecen a núcleos que apostaron a un cambio en 2015. ¿Hay frustración? Hay. ¿Hay enojo? Hay. Son sensaciones que empiezan a aparecer en los relevamientos del oficialismo. Macri y Vidal se aferran a dos datos que en épocas de vacas flacas podrían interpretarse como de oro. Uno: todavía no se quebró la expectativa sobre el Gobierno. Dos: los candidatos opositores no crecen; más bien, al contrario.

En circunstancias normales, según evalúan en las usinas electorales, el panorama no sería el más alentador. Aunque Cambiemos corre con una serie de ventajas. No existe otra fuerza nacional, es decir, ya puede festejar que será el espacio más votado en las primarias de agosto y en las generales de octubre. Tiene grandes expectativas en la Ciudad -donde Elisa Carrió aparece con la posibilidad de hacer una elección histórica- y está encaminado a lograr buenas performances en Córdoba, Santa Fe y Mendoza, los otros distritos clave del país. “Los fantasmas habitan todos en la provincia de Buenos Aires”, cuenta uno de los principales armadores. Concretamente, seis fantasmas.

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¿Massa puede sorprender?

Ese interrogante se formula cada tanto en la gobernación. Los trabajos cualitativos de Jaime Durán Barba revelarían que el líder de 1País arrastra un problema que de Macri para abajo todos buscan siempre instalar: la gente lo observa con un comportamiento zigzagueante. “No le creen”, según suele decir Marcos Peña en privado. “Mientras Sergio esté tercero, vamos bien”, piensan. Un ala cautelosa de la administración bonaerense se pregunta qué pasaría si Massa lograse revertir esa tendencia. En la Rosada, en cambio, no se dejan llevar por la misma preocupación y recalcan un dato que pasó inadvertido una semana atrás, cuando se conoció la encuesta de Management & Fit que le otorgaba a 28,5% de intención de voto a Esteban Bullrich, 27,8% a Cristina y 24,1% a Massa. Treinta días días antes Massa reunía un 35%.

La carrera de Bullrich y Gladys González hacia el Senado podría allanarse si en las PASO terminaran parejos con Cristina. No es un secreto que los votos massistas podrían emigrar hacia ellos en octubre. Es la elección soñada del oficialismo: que se repita el escenario de 2015. Un eventual crecimiento de la dupla Massa-Margarita Stolbizer trastocaría los planes de Macri y Vidal. Si por alguna razón Cristina quedara marginada al tercer lugar en agosto, podría darse el fenómeno más temido por Macri en octubre: que muchos votos de la ex presidenta recalen en el massismo. En Cambiemos se atajan: “Ese escenario no aparece en ninguna medición”.

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Los votos de Randazzo

Muy de cerca se sigue cada una de sus maniobras. Las encuestas que se conocieron hasta el momento coinciden: aglutina entre el 5 y el 7 % de intención de voto. “Necesitamos que no se derrumbe”, precisan en la Rosada. Un dato de encuestas macristas: 9 de cada 10 votos de Randazzo no irían a parar nunca al macrismo. Su participación en las legislativas, al menos hasta hoy, sería tan funcional a los planes de Macri y Vidal como lo fue la de Martín Sabbatella en 2009 para la derrota K. En aquella contienda el dirigente de Morón obtuvo 5,5% de votos. Bastaron para que Francisco De Narváez y Felipe Solá se impusieron por algo más de dos puntos al conglomerado de figuras del FPV, que iban desde Kirchner y Scioli hasta Massa y Nacha Guevara.

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La primera sección electoral

Comprende 24 partidos y representan más de 4 millones de votos. Las localidades van desde Escobar, gobernada por el cristinista Ariel Sujarchuk, hasta San Martín, piloteada por el randazzista Gabriel Katopodis, pasando por San Isidro y Vicente López, donde gobierna Cambiemos de la mano de Gustavo Posse y Jorge Macri. “El balance nos da arriba. La cuestión no es si ganamos, sino por cuánto ganamos. Esa diferencia puede resultar vital”, hacen números los estrategas que trabajan bajo el asesoramiento de Durán Barba.

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La tercera sección

Al revés que en la primera, la pregunta no es si Cambiemos puede perder sino por cuánto pierde. Bastión de Cristina, aquí no hay escándalo de corrupción ni herencia que pueda ser usada por el oficialismo para poner en peligro el triunfo de Unidad Ciudadana. Se trata de 19 localidades que administran, también, más de 4 millones de sufragios. Sólo en La Matanza (donde el PJ clásico es invencible: no pudo De Narváez en 2009, no pudo Massa en 2013, no había podido Pinky en 1999) votan más de un millón de personas. Vidal aspira a equilibrar en distritos que gobiernan varios de sus intendentes, como Lanús y Quilmes, pero sabe que no alcanza.

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El interior bonaerense

Aquí se juega, tal vez, la derrota o el éxito de Macri y Vidal. En 2015 fue trascendente. Vidal arrasó en las tres ciudades más grandes: en Mar del Plata obtuvo el 50,87%, en Bahía Blanca el 51,98% y en La Plata el 46,51%. Números impactantes que nadie se anima a decir que se repetirán este año. Entre otras cosas porque las intendencias no lucen por la gestión. Las administraciones del platense Julio Garro y del bahiense Héctor Gay están bajo la lupa. La de Carlos Arroyo en Mar del Plata, directamente, está cubierta de críticas. Vidal intentó allí una suerte de intervención de la intendencia. Pero la relación con Arroyo va de mala a inexistente. En su útima excursión por la ciudad, días atrás para inaugurar la vuelta del tren, la gobernadora ni siquiera se fotografió con él. Vidal apuesta a su propia imagen, que es muy alta, para seducir a los votantes. “Y pensamos arrasar en las localidades que tienen campo. Allí la economía arrancó fuerte”, dicen.

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La Cristina buena está de regreso

Es el fantasma que más crece: “Que la gente pueda volver a comprar lo que no es”, dice un funcionario. Ciertamente, la ex presidenta maquilla su perfil: habla para las redes sociales, modera a sus candidatos (a Fernanda Vallejos la condenaron al silencio tras su defensa de Boudou) y hasta parece imitar el estilo de campaña PRO. El jueves, la ex presidenta llamó a evitar la protesta que un sector del sindicalismo preparaba para días antes de las PASO. “Solo le falta pedir perdón por la corrupción y reconocer que hay más pobres que en Alemania”, braman en Cambiemos. El macrismo insistirá en que este año se juega “seguir con el cambio o volver al pasado”. Vidal arengó ayer a su tropa: “Tenemos que salir a renovar la esperanza”. Durán Barba dixit.

 

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