El Gobierno va avanzar con una obra vial que afectará a los vecinos del asentamiento. En la villa aseguran que no quieren ser relocalizados.
Miguel Ángel ofrece un mate. Es largo, como de 15 minutos si uno está en plan de charla. Explica que es así porque no tiene plata para comprar yerba, que en realidad lo único que puede conseguir es agua y cómo calentarla. Entre sorbo y sorbo, Miguel rememora los 69 años que lleva en Villa la Maternidad y cuenta cómo desde el miércoles lo persiguen los fantasmas del desalojo, de tener que dejar su lugar por la construcción de la sistematización vial del puente Letizia que anunció el Gobierno de la Provincia.
Esos fantasmas se agigantan por la desconfianza en un Gobierno que hace más de 10 años se llevó a casi todos los vecinos que conocía a la periferia de Córdoba, a Ciudad de Mis Sueños, y dice que no piensa moverse del lugar, ni él ni ninguna de las más de 100 familias que hoy viven en este asentamiento, el más próximo al Centro, icónico por lucha y resistencia.
Marta Utrera, otra vecina y referente de la villa, dice que desde que la Provincia anunció la obra para sistematizar el tránsito de colectivos de media y larga distancia desde y hacia las terminales nadie se acercó a evacuar dudas o llevar un poco de tranquilidad.
“Igual no los vamos a ir a buscar nosotros porque no corresponde. Son ellos los que nos tienen que venir a dar respuestas y explicaciones, porque es una obra del Gobierno la que de una manera u otra va a terminar afectando nuestras vidas”, asegura la mujer.
Alejandra Romero también está afligida por la situación. Vive en la Maternidad desde hace cuatro años y medio. Se instaló en el pasaje Letizia con un ranchito de madera. Justo hace cuatro años, después que se construyera el puente, las autoridades la denunciaron por usurpación de espacio público, amenazaron con correrla, pero la obra se frenó, el puente quedó trunco sobre el río Suquía y la casa de Alejandra se consolidó.
Ese ranchito de madera se convirtió en un hogar de materiales (ladrillos huecos, losa y ventanas de chapa) y por nada del mundo Alejandra piensa en la posibilidad de dejar lo que tanto le costó construir: “Mi casa se hizo con mucho sacrificio y después de muchos problemas. Mi ranchito se llenaba de agua cuando llovía, se me mojaban todos los colchones, la ropa, pero era lo único que tenía, hasta que se incendió. Con ayuda de gente de la Nación, que me fueron dando materiales, pude levantar mi hogar. De la Maternidad no me muevo, porque estoy cerca de los hospitales, tengo un hijo prácticamente lisiado, y mi marido trabaja en obras en San Vicente”.
Especulación y miedo. Desde la calle Agustín Garzón, hacia Costanera, se ve el espacio que ocupa el pasaje Letizia en la Maternidad. Con sus celulares, los vecinos miran los fotomontajes de la obra de sistematización vial en Internet y cada vez que lo hacen les quedan menos dudas de que los trabajos los van a terminar afectando.
Ante el silencio oficial, muchos vecinos decidieron marcar lotes con estacas e hilos en los espacios libres que quedan en la villa, la mayoría alrededor del pasaje.
Comentá la nota