Por falta de obras del macrismo, el Cildañez es una cloaca a cielo abierto

Por falta de obras del macrismo, el Cildañez es una cloaca a cielo abierto
Los vecinos que vivían en el Camino de Sirga y fueron relocalizados siguen vertiendo sus desechos en la cuenca. Ahora el gobierno porteño se comprometió a terminar una estación de bombeo parada desde hace una década.
Villa Soldati parece ser el lugar al que llegan los caracoles porteños. Los actuales, por la liberación del Camino de Sirga y aquellos de la década del '90, desalojados en apenas dos días del Albergue Warnes. Estos o aquellos con mismo origen y destino: llevaron su casa a cuestas en mudanzas que no solucionaron nada.

El barrio Ramón Carrillo nació en 1990 y cobró vida una vez que la mole de cemento hecha por Perón quedó reducida a polvo y escombros. El barrio pensado para 700 familias cobijó en pequeñas viviendas esperanzas de una nueva reubicación, que nunca llegó. Hoy viven cerca de 2500 familias, unas 10 mil personas, y esperan que el gobierno de la Ciudad se despierte de la siesta que los tiene hace una década esperando por las obras de urbanización.

La justicia les guiñó un ojo a principios de junio. La Sala II de la Cámara de 2ª Instancia en lo Contencioso, Administrativo y Tributario resolvió rechazar la apelación del GCBA y refrendó los artículos 17 y 31 de la Constitución de la Ciudad para "dar prioridad a las personas de los sectores de pobreza crítica y con necesidades especiales, sin recursos o con recursos escasos".

En los hechos, esto significaría cloacas, sistemas de distribución de energía y gas, red de alumbrado público y repavimentación de los caminos, entre otras cosas. Sin embargo, la obra principal es la terminación de la estación y pozo de bombeo, un emprendimiento asumido por la Corporación Buenos Aires Sur pero que nunca terminó.

La intervención de la ACUMAR sirvió para acercar a las partes involucradas y motorizar el reclamo de los vecinos. En el marco del cumplimiento de las obras comprometidas en la causa Mendoza (mañana se cumplen cinco años de la sentencia), el pasado miércoles se realizó una recorrida por el barrio en la que participaron el presidente del Instituto de la Vivienda (IVC), Federico Basavilbaso, la secretaria de Hábitat e Inclusión de la Ciudad, Marina Klemensiewicz, y las legisladoras Laura García Tuñón y Rocío Sánchez Andía, entre otros. También estuvo Tiempo Argentino.

La obra planeada en Ramón Carrillo tiene un costo aproximado de 12 millones de pesos y tanto los funcionarios como las diputadas acordaron una nueva reunión a mediados de agosto, momento en el que deberían estar casi concluidas.

Basavilbaso explicó a Tiempo que "la 1333 es una ley de 2004 y desde que asumimos en la gestión (NdeR: en noviembre de 2011) estamos trabajando para cumplirla". El funcionario dijo además que "en este último año y medio terminamos las obras más importantes que son la estación de bombeo y la parte central de la cloaca". Sin embargo, el acta de la reunión que mantuvieron las partes y a la cual este diario tuvo acceso certifica que la estación todavía no bombea porque todavía falta "la conexión con la red eléctrica, con el colector de acometida al pozo y con la cañería de impulsión a la 3ª máxima".

La terminación de la obra también aliviaría a las villas Fátima, Calaza, Calacita y, en forma indirecta, a Los Piletones. Asimismo, serviría para las industrias y empresas alojadas en la zona y para el complejo habitacional ubicado en Castañares, entre Lafuente y Portela. Allí viven las familias que habitaron los asentamientos El Pueblito y Magaldi. El gobierno de la Ciudad los reubicó entre 2011 y 2012, cumpliendo con el mandato de la Corte Suprema de desalojar el camino de sirga. Pero el cartero siempre llama dos veces.

La obra inconclusa en el Carrillo, el incumplimiento del Ministerio de Ambiente y Espacio Público de retirar los barros contaminados de la vera del arroyo y la falta de obras de infraestructura de saneamiento en los barrios de la Comuna 8 hacen que el arroyo Cildañez se presente como una cloaca a cielo abierto. De esta forma, ACUMAR limpia en el Riachuelo los desechos que la Ciudad sigue arrojando por este cauce. Los vecinos cambiaron de barrio, mas no de cloaca.

La muestra está en el Parque Roca, en los 500 metros al descubierto que van desde la Avenida 27 de Febrero hasta el Parque de la Ciudad y en el mismo terreno en el que Macri piensa instalar la villa olímpica con vistas a los juegos de 2018. El Cildañez lo dice todo: burbujas de excremento explotan en la superficie y la pestilencia es tan densa que se acomoda en los tejidos. A los pocos metros, algunas gaviotas aportan los signos de mejora de un Riachuelo que recibe mucha más atención por parte de los ambientalistas que los otros ríos porteños. «

Zafaron de la inundación

El arquitecto Gustavo Cañaveral es supervisor técnico judicial en el barrio Ramón Carrillo.

En diálogo con Tiempo Argentino reconoció el trabajo de la red intercomunal del Cildañez y la ACUMAR para lograr que el Carrillo sea el único de los barrios de la zona que no se inundó en abril.

“Organizados con los vecinos de todo el barrio y dejando las tensiones vecinales de lado limpiamos durante un mes todos los sedimentos de las cañerías que no se habían limpiado; así, al recuperar su capacidad de reserva a sección llena, los caños funcionaron de reservorio y sacaron el agua de lluvia pluvio cloacal al Cildañez y desde este al Riachuelo”, explicó el especialista.

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